Estos últimos días ha saltado a la opinión pública, un asunto que ha despertado una gran inquietud en la sociedad arevalense. No es momento aún de ocuparse y de preguntarse el porqué de esta situación, yo hoy me quedo con la idea de evocar y recordar los años que los Salesianos llevan en nuestra ciudad, en los jóvenes que nos hemos educado en este colegio, el ambiente cultural y deportivo que allí vivimos, y por ello tenemos tatos recuerdos imborrables…
Esta congregación, fundada por San Juan Bosco que este cumplirá los 165 años de su fundación, llegó a nuestra ciudad el año 1944, a una casona que estaba entre la Plaza del Real y la calle de Hernández Luquero, que después fue fábrica de pastas de sopas, una casona castellana de recia fachada. Mientras construyeron su nuevo colegio en Los Tomillares, en los parajes del pimpollar y el pinarcillo, inaugurado el año 1947. Y las reformas y ampliaciones sucesivas, la iglesia de María Auxiliadora, el teatro de tanta tradición salesiana, el frontón, los nuevos servicios. Y las últimas reformas para acoger el centro de mayores de la congregación. El campo de futbol de césped… y otras cosas.
El año 2010 se realizó una exposición con muchas fotografías, unas en blanco y negro, otras en color, que eran la historia de los Salesianos en nuestra ciudad. Vistas de las obras del nuevo edificio, de los primeros Salesianos, la construcción, de aquellos pórticos primero abiertos y luego cerrados, galerías soleadas y al resguardo para tantos alumnos, los más, seminaristas, y el grupo de externos, de la ciudad. Por aquí hemos pasado varias generaciones. Aquellas fotos de tantos grupos de gentes, de alumnos, de profesores y Salesianos. Imágenes que nos mostraban esa historia viva y vivida por tantos, historia que ha llenado muchas páginas de nuestra reciente historia, de las vivencias de cada uno de los que por allí hemos pasado.
Yo fui de alumno con 7 años y allí permanecí, con un paréntesis de dos años, uno de ellos en principio del Instituto Laboral, hasta que me mandaron a los Salesianos de Atocha, en Madrid.
Cuando los seminarios empezaron a vaciarse, se redobló el grupo de externos e incluso, los internos ya no eran seminaristas.
Aquella exposición era una auténtica radiografía de este lugar de la enseñanza que tanto significa en la sociedad arevalense, sin contar, ni dejar de lado aquel aspecto deportivo con tanta y tan buena actividad. Todo Arévalo ha pasado por allí, si no de alumno, sí como actividad deportiva, nunca se pidió credenciales para integrarse en esa casa abierta.
Tampoco podemos olvidar algunos momentos de tensión cuando hubo de salvarse de los nuevos planes al no poder ser centro 'concertado'. Y otros momentos vividos con angustia, porque, en una dirección general de nuestra sociedad, la baja natalidad iba menguando el alumnado, como en todos los sitios… ya no venían jóvenes en bicicletas de nuestros pueblos envejecidos, que era un grupo más que notable.
Fíjense, en esta pequeña ciudad, están funcionando dos institutos públicos, dos colegios públicos y dos centros privados. Tal como hoy sigue la sociedad, es muy difícil de conjugar…
Solo nos queda esperar todo se resuelvan favorablemente.