Francisco Gómez era el cocinero de la cafetería Rolando, situada muy cerquita de la Puerta del Sol de Madrid, el viernes 13 de septiembre de 1974. Ese día, ETA cometía su primer atentado indiscriminado, dejando tras de si once víctimas mortales, entre ellos, Francisco. Su mujer Blanca, su hija Alicia y otros tantos más también fueron víctimas de una masacre que ahora centra la muestra que desde este martes puede contemplarse en el recibidor de la Escuela Politécnica Superior de la USAL, en Ávila.
Coincidiendo con la celebración del 11M, Día Europeo en Memoria de las Víctimas del Terrorismo, la Politécnica inauguraba una exposición en la que, como se explica en los 23 carteles que la conforman, se presenta a las víctimas no como una estadística, sino como seres humanos cuyo relato es «la mejor vacuna contra el fanatismo».
«La exposición surge a través de un trabajo de investigación de Gaizka Fernández, que es investigador del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, y de Ana Escauriaza, también investigadora, que se plasma en un libro», explicaba este martes a Diario de Ávila Luis Miguel Sánchez Gil, profesor de la USAL e investigador responsable del grupo de estudios interdisciplinares sobre terrorismo y seguridad. «Pero se observó la necesidad de llevarlo más allá de esas páginas y de hacerlo de algún modo traducible a toda la sociedad», proseguía hablando sobre una exposición que, en su opinión, «si algo la caracteriza es que pone a las víctimas en el primer plano. Víctimas que tantas veces han intentado alzar la voz y no han podido».
«Es muy importante traer esta realidad a la universidad porque cuando les hablamos de ETA en las aulas piensan que es algo anterior a la Guerra Civil. Ya no es que no conozcan el atentado de la cafetería Rolando, que fue hace 50 años. Es que no saben quién fue Miguel Ángel Blanco oFrancisco Tomás y Valiente, asesinados en plena democracia», reflexionaba el profesor de la USAL, para el que resulta «una labor muy importante recuperar esta historia, no vamos a hablar del relato, y hacerlo con rigor».
Acompañándole se encontraba, entre otras autoridades civiles y militares, José Luis Domínguez, profesor de Derecho Administrativo de la USAL y coordinador delGrado de Seguridad, implicado directamente en la llegada de la muestra al campus abulense.
«La finalidad de la exposición es abrir la escuela a la ciudadanía y demostrar que es necesaria una titulación potente, como es un Grado de Seguridad, porque la seguridad es un derecho fundamental. Necesitamos seguridad no sólo para tener nuestros derechos y libertades intactos sino también instituciones sólidas», reflexionaba por su parte Domínguez sobre la primera iniciativa de un grado, el de Seguridad, que ya cuenta con 28 alumnos en segundo curso y 18 en primero, y que oferta 50 plazas por curso. «Vamos escalando poquito a poco en matrícula y nuestro principal caballo de batalla y lo estamos haciendo muy bien es dar visibilidad», insistía el coordinador del grado de lo fundamental que resulta llegar a los alumnos en potencia.
«Tenemos la única titulación con este plan de estudios enEspaña.Vamos a intentar potenciar la visibilidad y va a ser una referencia incontestable», subrayaba Domínguez, que aprovechaba para anunciar que el Grado tiene ya firmados convenios de movilidad con otros centros.
«Ésta es nuestra primera iniciativa. Forma parte del compromiso de la USAL con la seguridad de una forma mucho más amplia», se despedía el coordinador del Grado, para el que si era importante contar en la presentación con representantes del Centro Memorial de las Víctimas delTerrorismo, ubicado en Vitoria, no lo era menos la de las Fuerzas yCuerpos de Seguridad del Estado. «Ellas fueron quienes demostraron que tener instituciones sólidas y apostar por la seguridad permite tener una democracia y un estado social y democrático de derecho intacto», reflexionaba el profesor universitario, que destacaba también la presencia de miembros de la Asociación de las Víctimas de Terrorismo de Castilla y León, «porque creemos que tenemos que estar cerca de ellos».
Por su parte, Luis Sántiago Sánchez, director de la Politécnica, invitaba a los presentes a guardar un minutos de silencio por las víctimas y apuntaba cómo con esta exposición se comparte con «la población que no ha vivido esto qué inicio tuvimos de democracia» y se logra, además «dar visibilidad al Grado de Seguridad, que está en su segundo año» y que es, en su opinión, «un grado muy necesario por lo que se ha vivido y por lo que se sigue viviendo»