Miguel Jiménez y Germán San Segundo trabajaban en una empresa cárnica de Muñogalindo y cuando se jubiló su jefe decidieron tirar para adelante y seguir con el negocio. «Éramos obreros y pasamos a dueños, aunque seguimos trabajando igual», nos cuentan los responsables de Embutidos La Serrota, la empresa que montaron hace ya algo más de diez años. Conocían el género y les iba bien, pero llegó un momento que se les quedó pequeño y decidieron buscar un espacio más amplio. «No podíamos atender bien a los clientes, trabajábamos sobre pedido, la maquinaria era antigua y no podíamos tener un stock», nos cuentan.

Así fue cómo llegaron a Solosancho, hace casi un año y medio. Estuvieron buscando parcelas por su zona pero «no salía nada» y surgió la oportunidad de instalarse en el polígono de su pueblo. «Todavía no se había venido nadie, pero Jesús (el alcalde) nos convenció y también porque eran muy buenas condiciones». Reconocen que «teníamos algo de miedo por cambiar de carretera, pero ahora estamos muy contentos, nos va mejor aquí», dicen, de ahí que animen a instalarse en un espacio industrial del que, de momento, son los únicos 'vecinos'.  

El emplazamiento solo tiene un 'pero', que no hay acceso desde la nacional y se llega desde la carretera de Baterna, algo que a veces despista. Del resto hablan maravillas, al estar muy bien situado entre Ávila y el paso a Gredos y al Tiétar, con lo que reciben a muchos clientes que van de casa rural y buscan carne y embutidos de primera.

Hoy La Serrota tiene seis empleados, además de un comercial autónomo y un veterinario, como colaboradores. Matan los cerdos de Ávila y Segovia en Guijuelo y, a partir de la llegada de la canal, elaboran todos sus productos, como chorizos, salchichón, lomo de olla o morcillas, además de carnes de todo tipo. En su despacho también se encuentran productos de calidad de la mano de Ávila Auténtica.