En uno de esos momentos estelares de la literatura, en Enrique V, Shakespeare hace un llamamiento a todos aquellos que conforman nuestro humano pelotón como decía Burke, a todos aquellos que nos acompañan y luchan con nosotros en nuestras batallas. Las difíciles y las fáciles, las ocultas y las de campo abierto, las de verdad y las de entrenamiento, las definitivas y las ocasionales. Todos ellos comparten algo incierto, no se conoce nunca el resultado de una guerra que comienza, por eso es casi mejor no empezar más que las inevitables. Porque se comparten las batallas, pero después también hay que aprender a celebrar y repartir tanto las victorias como las derrotas, para todos aquellos que sólo ven el éxito ajeno a través del espejo de madrastra de manzana paradisíaca que es Instagram y sus sucedáneos.
Pues en ese pasaje maravilloso, Enrique V antes de la desproporcionada batalla de Azincourt para que quede constancia como en los pasajes del Rey David, y que como anuncia el salmo 115, no se puede ganar, les anima a todos aquellos que van a morir con toda probabilidad con él ese 25 de octubre de 1415 que piensen si es mejor morir en la cama de viejos, lamentándose de no haber batallado hasta el último hombre cada una de las peleas que nos ha tocado vivir en la vida y morir apaciblemente, mirando con envidia a aquellos que sí pelearon las cruzadas que les tocaron vivir. Porque la recompensa es incierta, y el rey Enrique solo puede prometer un antiguo "sangre, sudor y lágrimas", ya que "aquel que hoy vierta su sangre, será mi hermano", y elevará su condición a la de rey por compartir esta batalla, será considerado esta banda de hermanos. Todos serán reyes.
Y por eso hoy les comparto un singular ejército como en el que se encontraba su primo el conde Westmoreland, y que son los que han querido compartir una singular batalla y que han vertido su sangre conmigo, los que han decidido no descansar hoy en su cama, para no descansar de viejos en la de ninguno sin haber peleado. Son norteamericanos, como J.C., Asdrubal, Michel, Mauricio o Sergio. Alemanes como Oli,y Fértil, noruegos como Pal, Bendik, Steffen, Morten o Christian, Thorleif,o Erlend o indios como Steven, españoles como Ricardo, Héctor y portugueses como Felipe y Gustavo o suecos como Jonas y salvadoreños como Daniel y Carlos encabezando a los latinos y colombianos como Luis o Ricardo, incluso argentinos como Luis. O polacos como Sylvester. En la primera línea pelearon Diego y José Manuel, Pedro, Jesús y Nacho que no era el único catalán. Le ha costado unirse a mi hermano Óscar y a Sondre pero los refuerzos llegaron a tiempo, para junto con Iñaki, Emilio, Rafa, Quique, Guillermo, Carlos, Javier, Pepe , Miguel y nuestro capitán o capitán, Javier. Y alguno más que no consigo recordar ahora, pero nosotros ya sabemos que para Dios ningún soldado es desconocido. Todo para que Andrés finalmente pudiera entonar el Non Nobis que es santo y seña de los que lo dan todo, sin esperar el resultado, pero con la esperanza de que otro gana siempre tus batallas.