Luis Piedrahíta, humorista capaz de dar la vuelta a nuestra mirada habitual a la vida jugando sutilmente con las palabras para descubrir pliegues insospechados y esclarecedores, siempre desde una perspectiva limpia que da esplendor al resultado final, vuelve este viernes a actuar en Ávila –en el Teatro Santo Tomás, a partir de las 20,30 horas–, ciudad a la que llega tres años después de su última actuación y con un espectáculo que acaba de estrenar, cuyo título, como no podía ser de otra forma en quien tanto gusta de esas peripecias verbales, es un juego de palabras: Apocalípticamente correcto.
Estuvo usted en Ávila en un año apocalíptico, el duro 2021, y ahora vuelve 'apocalípticamente correcto', muy coherente todo.
Bueno, será porque todo lo que sea apocalipsis, que es una palabra muy interesante y muy llena de significados, a mí me cuela bien.
Y lo hace con un espectáculo que acaba de estrenar.
Así es. Me ha llevado mucho tiempo prepararlo y escribirlo, y ahora que ha empezado a ser realidad, con muy pocas representaciones aún, ya he empezado a ver cómo funciona y a adaptarlo un poco según las sensaciones que he visto en el público.
¿Y cómo va esa tarea?
Pues al llevarlo ante el público estoy viendo zonas que están funcionando muchísimo mejor de lo que me imaginaba y otras que no tanto, y ando ajustándole las tuercas para que los espectadores lo disfruten al máximo.
O sea, que es un espectáculo vivo, que se adapta al medio como dijo Darwin que hacen las especies.
Algo así. Al tiempo que lo represento lo redescubro, encuentro momentos que veo que al público le gustan mucho y que por eso desarrollo más, y otros que seguramente cuando pase un tiempo ya no estarán en el espectáculo.
Pero imagino que la risa para el espectador está garantizada.
Eso sin duda. Y tengo que decir que he descubierto que el resultado me está sorprendiendo muy gratamente, es mucho mejor de lo que yo me imaginaba al ver la respuesta del público. Me he sorprendido a mí mismo e incluso me he dicho que quizás debería dedicarme a esto (risas).
¿Sus originales y atinados juegos de palabras vuelven a ser parte esencial del espectáculo?
Sí, los juegos con las palabras son muy importantes. De todas las herramientas que tiene el humor, por ejemplo hacer voces, imitar, bailar, disfrazarse o retorcerle el pescuezo al idioma, las cuatro primeras apenas las utilizo pero la quinta es mi favorita. El lenguaje es la herramienta con la que pensamos, y jugar con el lenguaje es jugar con el pensamiento, porque normalmente detrás de cada paradoja lingüística hay una paradoja de pensamiento.
En Apocalípticamente correcto habla de la libertad y de para qué sirve, ¿cree que somos menos libres ahora que hace unos años aunque nos vendan lo contrario?
Es una pregunta filosófica eso de hablar de la libertad, del determinismo o del libre albedrío, y con esa carga filosófica yo he escrito un show en el que no paras de reírte, hablando de lo que sabemos y de lo que no sabemos de nosotros.
A mí me preocupa que El Corte Inglés vaya por ahí diciendo que sabe lo que necesito, cuando ni siquiera lo sé yo mismo muchas veces, ¿qué le parece?.
(Risas) No me extraña, porque El Corte Inglés, como las grandes marcas, sabe mucho más de nosotros que nosotros mismos. El show empieza hablando de si la libertad es tener opciones, poder ir a donde quieras, cuando, aunque resulte contradictorio, parece que vivir en sociedad es pactar prohibiciones para que no todo el mundo pueda hacer lo que le da la gana. Pero, insisto, siempre provocando muchas risas en el espectador cuando hago esos análisis.
La libertad ¿es un proyecto de futuro o de presente?
La libertad tiene mucho que ver con lo que va a pasar, y en el futuro suceden dos cosas: el miedo y la esperanza. El miedo es creer que algo malo va a pasar en el futuro, y la esperanza es creer que lo que va a ocurrir es algo maravilloso, son antónimos. El miedo espanta a la risa, y por eso cuando hay miedo es muy difícil reír, pero recíprocamente la risa espanta el miedo, y por eso cuando uno ríe es muy difícil que sienta temor.
¿De qué más asuntos habla en su monólogo?
Pues además de hablar del destino y del futuro lo hago también de las autocaravanas, de los cafés del Starbucks, del bello púbico, de las anguilas eléctricas, de la libertad de expresión, del horóscopo, de las supersticiones y de esas cosas que creemos que afectan a nuestro destino pero que no le afectan nada.
¿Y cómo se desmonta este tinglado de las predicciones?
Yo además de humorista soy mago, y los magos vivimos mucho de desenmascarar a los falsos profetas; por eso hay un juego de magia muy bonito en medio del show cuya misión es demostrar que no hay nada escrito... salvo las cosas que están escritas que son las que quiere el mago.
O sea, hacer un poco de trilero.
Podía decirse así, porque hay muchos trileros en nuestra vida, e incluso cada uno de nosotros es un poco trilero consigo mismo y se engaña a sí mismo diciendo.
Y siempre fiel a su estilo de humor blanco, ni ofensivo ni esclavo de la actualidad.
Procuro que así sea, siempre con el objetivo que decía antes de espantar el miedo gracias a la risa. E intento seguir fiel a ese estilo, porque cuando uno intenta ponerse un traje que no es de su talla, bien por exceso o bien por defecto, está expuesto al ridículo.