Una vida al compás del tren

Marta Martín Gil
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Juan Gómez, vecino de Aldeaseca y trabajador jubilado de Talgo, es el artífice de una impresionante maqueta ferroviaria llena de vida y con unas cifras de vértigo en la que ha trabajado cerca de dos años

TODOS los pueblos de la provincia encierran tesoros: naturales, gastronómicos, históricos, patrimoniales... Y en todos ellos, además, encontramos personas únicas, gente especial que destaca por muchos motivos pero que no siempre tiene la oportunidad de hablar de aquello que le distingue del resto.
Nuestro protagonista de hoy es uno de estos abulenses tocados con una varita. Y aunque refunfuña cada vez que la periodista le pregunta sobre su vida accede gustoso a compartir con todos su joya: una impresionante maqueta ferroviaria que mima con el cariño de un padre entregado.
Juan Gómez vive en Aldeaseca. Trabajador jubilado de Talgo Juan ha tenido la inmensa suerte en la vida de haber tenido un trabajo que le apasionaba y que ahora, en su retiro, ha transformado en una afición que le lleva horas y que le permite mantener viva la chispa de los motores que tan bien conoce.
Porque si de algo sabe Juan es de motores. De todo tipo. De hecho, Juan comenzó su vida laboral a través de otra de sus pasiones, las motocicletas, como mecánico de Casa Roa, en cuyo equipo, recuerda, corrían Pombo yCortés. 
De allí saltó a los aviones, trabajando en el mantenimiento de los motores de Iberia, para finalmente ‘aterrizar’ en una empresa de la que sólo tiene buenas palabras, Talgo, y en la que desarrolló nada más y nada menos que 43 años de vida laboral.
«Talgo es ante todo una empresa familiar», presume un hombre al que se le puede definir precisamente así, familiar, entregado a los suyos y a su pasión: la maqueta a la que ha dedicado tres horas al día durante un año y medio y de la que no se cansa de hablar.
Normal si se tiene en cuenta que hablamos de toda una obra de arte de diseño, mecánica y pintura rica en detalles y en la que te podrías perder durante horas, contemplando cada una de las miniaturas elegidas y pintadas por él con pinceles mínimos y un pulso envidiable.
La maqueta ocupa una gran superficie. Sus 4,5 metros de largo y 2,2 metros de ancho dispuestos en forma de ‘ele’ le han permitido en todo este tiempo situar 350 personajes, diez trenes, dos locomotoras de repuesto, once semáforos, 46 edificios y otros tantos alumbrados, 41 metros de vía, doce cambios de vía y 310 farolas, todas ellas iluminadas.
Éstas son sólo algunas de las espectaculares cifras que arroja una maqueta que fue creciendo con mucha cabeza: empezó con el diseño de un plano, unos hierros y una tabla de madera; continuó con el trazado de las vías; siguió avanzando con la aparición de edificios, montañas y túneles; y continuó con los miles de detalles y la instalación eléctrica y sonora que llena de vida la maqueta.
 
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