En 1885 se filmaron las primeras películas de la historia del cine. Los hermanos franceses Louis y Auguste Lumière recopilaron lo esencial de los descubrimientos realizados hasta la fecha por los mejores inventores del mundo y se adelantaron a todos ellos rodando primero y proyectando después las primeras imágenes en movimiento que se vieron en el mundo. Unos visionarios. Aquella primavera presentaron una comedia de ficción rodada en Lyon, para la que habían diseñado un esbozo de argumento: un joven graciosillo le pisa la manguera al jardinero, y cuando se da la vuelta para comprobar por qué no sale agua el bromista levanta el pie y empapa a su "víctima". Así, el regador acaba siendo regado por su propia manguera.
Saltemos ahora desde el siglo XIX hasta el XXI. La corrupción política en España es un mal endémico que no conseguimos quitarnos de encima. Tiene épocas de exacerbación, con más casos que saltan a los titulares y a los que rápidamente se aplica la pena del telediario, y tiene momentos valle como el que comenzó con aquella ya lejana moción de censura triunfante de 2018 que, según sus protagonistas, cabalgó a lomos de la malversación con un jinete paladín subido a su grupa con la espada Tizona en la mano juramentado para garantizarnos a todos que España estaba ya, con su llegada al Palacio de la Moncloa, libre de corrupciones y corruptelas. Por el camino hasta hoy los jueces han continuado haciendo su trabajo, han descubierto más cosas e incluso han emitido sentencia por el caso más grave en términos contantes y sonantes que afecta... al partido del paladín, aunque los ERE andaluces hayan sido tachados de la lista de chorizadas porque era "corrupción buena" y sus artífices no se llevaron un duro a sus bolsillos (sic). Pero todo eso ya no preocupa a los ciudadanos porque se ha borrado de un plumazo la corrupción de nuestras vidas.
Como este problema ha afectado en cuarenta años de democracia a todos los partidos que han ostentado el poder durante largos períodos (el PSOE nacional y andaluz, el PP en territorios como Madrid y Valencia, la antigua Convergencia, el PNV), la falacia de considerar que solo un partido ha sido corrupto en España habrá conseguido frutos, y tanto porque ha logrado hasta cambiar el gobierno del país, pero es una mentira de patitas cortas como otra vez se ha demostrado esta semana. El chófer y asesor de un exministro del PSOE cobrara, presuntamente, comisiones ilegales por las mascarillas del coronavirus. Con frases como "yo no sabía nada, por favor, ¿cómo iba a estar yo vinculado a eso?, no todos somos iguales" despeja Ábalos el balón como si no fuera con él, y su jefe máximo ni se inmuta. La paja en ojo ajeno y la viga en el propio. Regadores regados.