Con 18 años, Victoria González (Ávila, 1987) se fue a Madrid a estudiar Ingeniería Técnica Industrial en la rama de Electricidad desde Sotillo de la Adrada, el municipio abulense en el que se crió y en el que vive en la actualidad. Ella admite que a la hora de tomar esa decisión pesó la voluntad de dar continuar a un legado que venía de dos generaciones atrás. «Vengo de familia con negocios en el sector de la electricidad, mi padre es instalador eléctrico de alta y baja tensión, también mi abuelo se dedicaba a la electricidad y me viene un poco de familia, pero sobre todo me decidí por esa ingeniería porque me gustaba, así que me animé», nos cuenta. Ya entonces era consciente de que la que había elegido era una profesión muy masculinizada. De hecho, «poco antes de empezar yo la universidad la empresa de mi padre tenía mucho trabajo, se contrataban muchos ingenieros y yo no llegué a ver pasar por la oficina ninguna mujer, siempre eran hombres», recuerda. Pero cuando llegó a la Escuela de Ingenieros de la Universidad Pontificia de Comillas comprobó, gratamente sorprendida, que en las aulas había más chicas de las que ella esperaba. «En el primer curso las mujeres éramos entre un 25 y un 30% de los alumnos», apunta.
¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?
La Muralla.
¿Qué es lo que más le gusta de Ávila?
La ciudad en sí, su casco histórico, su historia.
"Lo que más me gusta es el trabajo a pie de obra"¿Y lo que menos le gusta?
El frío. Yo vivo en Sotillo de la Adrada, allí me crié y esos seis grados de diferencia se notan mucho. Cuando por cuestiones de trabajo subo a Ávila, siempre llevo menos ropa de abrigo de la que debería porque al sur de la provincia el clima es más suave.
Un lugar para perderse
En el valle del Tiétar, en concreto en la zona de ‘El Borbollón’, que es precioso.
Un recuerdo de la infancia
Los viajes familiares.
Un personaje abulense que le haya marcado
Aquí voy a mencionar a mi compañero Fernando Martín, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Ávila. Hace muchos años que le conocí, me llamó en 2017 para que colaborara con él profesionalmente y le admiro mucho porque es un hombre brillante, tiene una cabeza privilegiada, ... Es una de esas personas que te encuentras en la vida y estoy agradecida por ello.
El mayor cambio que necesita Ávila es...
¿Sólo uno? Ávila necesita muchos cambios. Necesita una buena comunicación con un Madrid que está tan cerca y tan lejos a la vez; necesita industria porque en lo económico se está quedando muerta, ... Pero sobre todo mejoras en las comunicaciones.
¿Qué tiene que mantener?
Mantiene muy bien esa combinación de cultura, turismo y patrimonio. Ávila se vende sola en ese sentido.
¿Qué le parece Ávila hoy?
En el sur de la provincia estamos mejor comunicados con Madrid que con Ávila y siempre asociamos los viajes a Ávila a tener que ir de médicos o a resolver temas burocráticos. A la hora de planificar un viaje de fin de semana no se nos suele ocurrir pasarlo allí a pesar de ser una ciudad preciosa. Desde que a raíz del trabajo colaboro con gente de Ávila he descubierto que me encanta la ciudad. Tenemos sitios muy cercanos que no conocemos y que no apreciamos pese a ser tan bonitos y, sin embargo, luego nos vamos a conocer sitios que están muy lejos.
¿Cómo ve Ávila en el futuro?
Como no cambie la situación, la veo mal, sobre todo muy envejecida y con falta de oportunidades laborales porque todo es una rueda: si no hay trabajo aquí, la gente joven se marcha fuera, y así solo puede haber población mayor.
¿Qué puede aportar usted a Ávila?
No sé si podré aportar algo, en ese sentido soy muy humilde. Con mi trabajo y con mi esfuerzo intentaré aportar a la sociedad en general y si repercute en Ávila, mucho mejor.
LEA LA ENTREVISTA COMPLETA EN LA EDICIÓN IMPRESA DE DIARIO DE ÁVILA