El mensaje del Rey ante los parlamentarios, en el acto de apertura de la decimoquinta legislatura, fue contundente. Una defensa cerrada de la Constitución como el «marco democrático», una «proyección hacia el futuro de sus valores» que permita convivir y prosperar en libertad a los jóvenes, y la unidad para construir una España «sin divisiones ni enfrentamientos». Don Felipe expuso alto y claro ante los representantes del pueblo español unos objetivos por los que trabajar para convertirnos en un país más fuerte, más solidario, más plural y con mejores condiciones de vida para los ciudadanos.
En uno de los momentos más crispados y polarizados de nuestra democracia, Felipe VI aseguró que «nuestra obligación, la obligación de todas las instituciones, es legar a los españoles más jóvenes una España sólida y unida». El Rey mostró el camino a los diputados y senadores y les puso unos deberes elementales: trabajo por la convivencia, el bien común, la confianza y la responsabilidad. Y todo ello debe hacerse en un claro respeto hacia la Constitución, de cuya aprobación se cumplirán 45 años dentro de pocos días. «La búsqueda del entendimiento, el reconocimiento de nuestras diferencias, unido al mutuo respeto como ciudadanos, la certeza de que solo superando las divisiones tienen una base segura las libertades y los derechos, fueron todas ellas ideas y actitudes determinantes para abrir una nueva página de nuestra historia», recordó echando la vista atrás hasta lo que fueron los pactos de la Transición, que dieron lugar al texto constitucional de 1978.
Con los jóvenes siempre presentes en sus palabras y ante la princesa Leonor, heredera de la Corona, Don Felipe dejó claro que «la democracia no es una aspiración, sino una realidad». Esta afirmación de Perogrullo en otros tiempos, es importante en boca de Su Majestad cuando algunos partidos políticos, algunos de ellos socios del Gobierno, se permiten poner en duda la existencia de un Estado democrático en España. «Debemos honrar, respetar y cumplir» la Carta Magna y no solo en su literalidad, sino también en sus valores, algo que en los últimos tiempos se pretende tergiversar y manipular con decisiones y leyes que tratan de enmascararse bajo un 'interés general' que no pasa de 'particular'.
Finalmente, el monarca volvió a dar en la diana al reclamar que «nuestras diferencias» y el actual «pluralismo político» sirvan para impulsar una mejora de las condiciones de vida de los españoles y no para aplicar criterios de desigualdad entre ciudadanos de un territorio o de otro. Desde el respeto hacia todas las formas de ser y pensar, el trabajo de todos debe ir por la senda del mayor desarrollo de las personas, sin dividirlas entre primera o segunda en función de a quiénes voten.