Jesús Pradales dice que al verla muerta entró en pánico

Europa Press
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El autor confeso de la muerte de Juana Canal explicó que le dio un empujón para apartarla mientras ella le pegaba

 Jesús Pradales, autor confeso de la muerte de Juana Canal, explicó que le dio un empujón para apartarla mientras ella le pegaba, en una discusión que comenzó como otras, porque ella tenía un problema de alcoholismo, y que cuando la vio sin vida entró en pánico y descuartizó el cuerpo, en una acción que aún no cree que cometiera y por la que ha pedido perdón.

Jesús Pradales, que compareció el martes en el juicio que se sigue en la Audiencia de Madrid, contestó a preguntas de todas las partes, y en ocasiones afirmó que no recordaba bien los detalles, dijo al final del interrogatorio que pedía perdón «otra vez» a la familia de Juana «por lo que hayan podido pasar estos años». Relató que la noche del 22 al 23 de febrero de 2003 él llegó de trabajar y Juana y él comenzaron a discutir sin que recuerde por qué, ya que discutían habitualmente porque ella tenía un problema de alcoholismo, y de hecho él solía preparar las maletas para irse de casa pero al final se quedaba porque ella se calmaba. Ella solía ser «agresiva» y «violenta» pero él lo había dejado todo por ella y era «la mujer de su vida». Ese día ella le zarandeó, le insultó y llegó a llamar a la Policía, que se fue al comprobar que no había pasado nada grave y que él se iba a ir, tras lo que él siguió haciendo las maletas y entonces ella le empezó a pegar, cogió las llaves del coche y su móvil, su reloj y 600 euros que amenazó con tirar por el inodoro.

En un momento dado la mujer entró en el dormitorio en el que él estaba sacando ropa, le pegó puñetazos en el brazo y patadas, y él extendió el brazo derecho para apartarla, mientras miraba hacia la puerta porque quería irse, según ha explicado ante el jurado popular.

Mientras le dio ese empujón oyó «un golpe seco» al que no dio mas importancia y siguió sacando sus cosas, hasta que pasado un rato se preguntó dónde estaría ella, la buscó y vio la imagen «que nunca va a poder olvidar»: Juana en el suelo, con la cabeza cerca de una mesilla de noche. Entonces vio que no respiraba, pensó en llamar a una ambulancia pero no tenía el móvil, y mientras lo buscaba fue pensando lo que había pasado y «entró en pánico» al pensar que creerían que la había matado intencionadamente. «Estaba acojonado... lo primero que se ocurrió es sacar todo de allí porque me iban a echar la culpa», ha relatado, detallando a las preguntas de la Fiscalía que trató de sacar a Juana del piso cogida como si fuesen abrazados, pero no podía, y acabó descuartizándola en la bañera y metiendo los restos en dos maletas.

«No sabía qué hacer ni dónde ir», ha asegurado, hasta que pensó en la finca que su familia tenía en una localidad de Ávila en la que tenían herramientas, y fue hacía allí. Luego eligió un sitio «al azar» para enterrar los restos, mientras ha aseverado: «Me lo dicen ahora mismo y yo no me creo que yo haya podido hacer eso».

Ha reconocido que dejó una nota como si la hubiera escrito Juana para «tapar» lo ocurrido, que es el mismo motivo por el que fue a un hospital a pedir un parte de lesiones. Pocos días después del suceso fue hasta la puerta de una comisaría de Policía pero no fue capaz de entrar, y ya más adelante solo quiso «pasar página».

 

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