Robo sin resolver en Compostela

D. Casillas
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Manuel F. Rodríguez presentó en la IX Semana Jacobea la novela en la que narra, jugando con el misterio, el robo en 1906 en la catedral de una cruz de oro y gemas del siglo IX que era la ofrenda más antigua conocida al apóstol Santiago

Robo sin resolver en Compostela - Foto: David González

Manuel F. Rodríguez, periodista y escritor que es un gran conocedor de todo lo relacionado con el Camino a Compostela (es el director y autor principal, entre otras publicaciones, de la Gran Enciclopedia del Camino de Santiago), cerró el programa de conferencias de la IX Jacobea en Ávila con la presentación de su novela Viaje al fin del mundo. Los buscadores, una obra al mismo tiempo histórica y de misterio en la que recrea, siendo fiel a los datos reales pero abriendo un hueco a la ficción, el robo en la catedral de Santiago en 1906 de la cruz griega de Alfonso III el Magno, pieza de oro y gemas considerada la más antigua ofrenda conocida al apóstol Santiago y de la que nunca más se supo.

Esta novela, que fue traducida al castellano tras conocer un notable éxito en su nacimiento en gallego, recupera para el presente aquel desconocido episodio del robo en la catedral, rodeado de misterio, de una «cruz de oro y piedras preciosas que había regalado el rey Alfonso III al apóstol Santiago en el año 874», cuando los restos del apóstol se veneraban en una pequeña iglesia sobre la que a finales del siglo XI comenzó a levantarse la catedral, «y que los primeros peregrinos, ya muchos de fuera de España, tomaron como si fuese la cruz del apóstol Santiago y como tal la adoraban».

Aquella cruz, a pesar del fuerte carácter simbólico que tenía, «sufrió mil deterioros con el paso del tiempo, y precisamente esa suma de desperfectos difíciles de entender en la que era la cruz más amada de la catedral y el misterioso robo fue lo que me inspiró para la novela».

cruz muy deteriorada. Cuando se produjo el robo en 1906, la cruz griega de Alfonso III el Magno «estaba muy deteriorada, muy maltratada, la habían robado sus láminas de oro y sus gemas», una situación de pérdida de valor que llevó a preguntarse a Manuel F. Rodríguez qué motivó a los ladrones a llevarse solamente esa pieza maltratada «que no era ni mucho menos la mejor joya que había en la capilla de las reliquias en la que se encontraba, dejando allí otras de mucho más valor económico».

Otra realidad que se sumó a las motivaciones anteriores a la hora de escribir la novela, añadió su autor, fue el hecho de que «nunca se supo quién o quienes la robaron… y a todo ello se añade el interés que despierta el hecho de que unos años después, en 1921, ardió el relicario en el que había estaba la cruz de una manera extrañísima».

En la trama de la novela, sostenida sobre esos dos hechos reales del robo de la reliquia y el incendio del relicario, el escritor crea como protagonista a un periodista que al mismo tiempo investiga el robo y es de alguna manera víctima de él, porque se considera que pudo estar implicado, conformando un paisaje humano en el que también caben otros personajes históricos y arquetipos de los que eran los peregrinos a Santiago en aquel momento».

Pero no acaba ahí la historia, ya el argumento viaja en el tiempo un siglo, hasta 2006, a un momento en el que «un poco se resuelve todo», una resolución que ya no se asienta sobre la realidad, porque la cruz en realidad aún no ha aparecido, sino «que es pura ficción», cerrando el círculo de que lo que es novela histórica lo es también de misterio para ser «una obra que encajaría en el género del thriller». Los personajes que aparecen en 2006 «son un poco consecuencia o herederos de los  que surgen en la novela en 1906, de manera que pasado y presente están muy interrelacionados».

Sin entrar a desvelar la resolución de la trama, sí comentó su autor que ante ese misterio de por qué unos ladrones «que podrían haberse llevado joyas de un valor inmenso se conformaron con una que tenía muy poco" podría entenderse que «la razón fue simbólica, sentimental, ya que era una cruz cargada de historia que habían besado y adorado peregrinos de toda Europa durante siglos, y esa carga inmaterial que había acumulado durante siglos tenía un especial valor para ellos… y para mí que esa fue la base real del robo, y es la que está también en base de la novela».