Semana decisiva la que se presenta en el Ayuntamiento de Ávila de cara a perfilar cómo será el futuro de esta legislatura de la que van camino de cumplirse diez meses. Este lunes se celebrará el Pleno extraordinario para acometer el segundo intento para aprobar los presupuestos de cara al año 2024, donde todo apunta, salvo milagro de última hora, que el proyecto presentado por el equipo de gobierno (XAV) será rechazado por los grupos de la oposición (PP, PSOE y Vox), y este rechazo derivará en el sometimiento a una cuestión de confianza, el próximo jueves, 11 de abril, en el que todo apunta, también, que no se alterará el equilibrio de fuerzas presente en la actual legislatura.
Con este panorama, y vistas las líneas rojas que las diferentes formaciones han establecido para llegar a acuerdos en los temas claves que pueden marcan el ritmo de la legislatura, ¿hacia dónde camina el Ayuntamiento de Ávila? ¿Es factible mantener ese nivel de tensión a la largo de toda la legislatura para ofrecer un permanente bloqueo?
Todos, gobierno y oposición, se lo deben hacen mirar, y si realmente es eso lo que desean para los próximos años, donde el Consistorio abulense corre el riesgo de quedar paralizado para acometer empresas de calado y limitarse a la gestión del día a día, sometido a debates estériles sobre política nacional que poco o nada redundan en la actividad cotidiana de los vecinos de Ávila. 
Y en esta pugna política nadie este libre de 'pecado', y todos deberán asumir su parte de culpa. Empezando por el equipo de gobierno, que debe ser el primer responsable para abrir puertas de cara al entendimiento, y continuando por los grupos de la oposición, que también deben tener altura de miras para aceptar los guantes que se le lanzan.
Deberían dejar de pensar de una vez por todas en el rédito político que se consigue con esta situación a la que se ha llegado (dudo que nadie salga beneficiado de este estado de bloqueo), y miren por el bien de los abulenses, porque luego no puede extrañar que el ciudadano pase de la acción política y critique con dureza a sus actores, que parecen más dispuestos a la bronca y la confrontación que al consenso y al diálogo. Y así nos va a todos.