Durante casi 60 años por las manos de José Antonio Rodríguez Leiva han pasado fotografías antiguas, retratos familiares, óleos, grabados, objetos de coleccionista o espejos que abulenses y clientes de todas partes del país le confiaban para enmarcar. Clientes fieles que a buen seguro ahora lamentan el cierre de Arte Leiva, el negocio de enmarcación situado en la calle Esteban Domingo en el que José Antonio ha estado trabajando durante 57 años y que ahora ha echado la persiana por jubilación de su propietario. Una jubilación que este abulense ha retrasado casi diez años teniendo en cuenta que lo hace con 74 años. «Me ha dado mucha rabia tenerlo que dejar, pero llega un momento en la vida en el que tienes que decir hasta aquí he llegado», reconoce Rodríguez Leiva al hablar de ese fin de su vida laboral que ha conllevado también el cierre de uno de los negocios más antiguos del centro de la ciudad. No en vano, José Antonio empezó a trabajar en esta tienda con solo 14 años, cuando era Cristalerías Méndez. Dos décadas después se puso al frente de este negocio que a partir de entonces pasó a llamarse Arte Leiva. En total, 57 años en un trabajo que, reconoce, «me ha gustado toda la vida y con el que he disfrutado mucho».
Arte Leiva cerró el pasado 1 de noviembre y lo hizo a pleno rendimiento, con muchos clientes que a buen seguro han sentido el cierre de este negocio. «Qué vamos a hacer ahora», asegura José Antonio que le preguntan sus clientes al hablar del fin de un negocio en el que durante décadas han confiado muchísimas personas, tanto abulenses como de fuera, que acudían hasta esta tienda de la calle Esteban Domingo a enmarcar sus fotografías, cuadros y topo tipo de composiciones. Aparte de en las casas de centenares de clientes anónimos, las enmarcaciones de José Antonio también han llegado hasta las residencias de algunos de los personajes más destacados de las últimas décadas, entre ellos el Papa Juan Pablo II que hasta su fallecimiento tuvo en sus habitaciones privadas del Vaticano el trabajo de este artista. Se trataba de una fotografía del joven Karol Wojtyla vestido de militar junto a sus padres que alguien llevó al estudio de José Antonio para enmarcar con el objetivo de regalársela después al Pontífice. Y tanto le debió de gustar después esa foto de juventud enmarcada en terciopelo que Juan Pablo II la conservó durante toda la vida.
Los marcos de Arte Leiva también han llegado a la Casa Real en este caso a través de varios grabados de Ávila con los que un cliente de José Antonio quiso obsequiar al Rey Juan Carlos I. También la familia del expresidente AdolfoSuárez, recuerda Rodríguez Leiva, confió muchas ocasiones trabajos a este artesano que contaba con un catálogo de más de 200 modelos distintos de molduras. «Venían mucho por aquí, por la tienda, cuando vivían en la calle Telares y se hicieron infinidad de cosas», rememora el responsable de Arte Leiva al hablar de algunos de esos clientes ilustres entre lo que también figuran artistas como el fallecido Florencio Galindo que han confiado las enmarcaciones de sus obras a este negocio que ha cerrado a plena actividad pero sin relevo.
Uno de los últimos trabajos de Arte Leiva fue el montaje de un facsímil de Santa Teresa, con una zapatilla y un candil que le llegó desde el Convento de San José y que José Antonio ha donado al convento de La Santa para que forme parte de la colección del museo dedicado a la universal abulense.
«Hay que disfrutar un poco de la vida», afirma para justificar una jubilación más que merecida y que agradece especialmente su mujer, Mari Carmen, a la que ahora espera dedicar más tiempo. También a viajar y a leer, una de sus aficiones favoritas pero a la que mientras ha estado en activo no ha podido dedicar tanto tiempo como le hubiera gustado.