Luis Sánchez, conocido profesionalmente como Lou Vila, se ha convertido en apenas siete años en uno de los mejores fotógrafos de bodas no solo de España, sino de toda Europa. Así lo atestigua su reciente nominación a los premios Union Wep, que reconocen a los mejores profesionales de la fotografía de temática nupcial, que se suma a su puesto de finalista el año pasado en los Rising Star, que se entregan en Nueva York y que premian a las 30 estrellas emergentes a nivel mundial.
Nacido en Ávila en 1977, realizó toda su formación básica en el Colegio Diocesano y luego se marchó a Salamanca para estudiar Empresariales. «Siempre tuve afición por la fotografía y quise estudiar para ser reportero gráfico, pero tenía que ser en Madrid y no me daba la nota, y la inmadurez me hizo pensar en otras cosas y decidí irme a Salamanca porque era allí donde se iban todos mis amigos», explica.
Así, completó sus estudios de Empresariales y luego comenzó a trabajar en la empresa familiar de construcción que tenía su padre, donde estuvo diez años gestionando obras y llevando temas administrativos. Pero en 2008 comenzó la crisis de la construcción en España y coincidió con que su padre ya se iba a jubilar, «y como el tema de la fotografía era algo que siempre había tenido ahí y veía que aunque mi trabajo me gustaba, tenía mucho estrés y no era mi vida de futuro, tuve que buscar una salida», indica Lou Vila, quien recuerda que fue «un 14 de febrero, mientras caminaba con mi mujer por Madrid, cuando pasamos por una escuela de fotografía que yo siempre había estado mirando para estudiar, la escuela más importante a nivel europeo de cine y fotografía, EFTI (Centro Internacional de Fotografía y Cine), y mi mujer, que siempre ha sido un gran apoyo a todos los niveles, me animó a matricularme porque era la ilusión de toda mi vida».
En esta escuela permaneció durante un año y medio haciendo un curso de fotógrafo profesional y resultó ser el mejor de su promoción y «a partir de ahí, estuve intentando abrirme hueco en el mundo de la fotografía a la vez que ayudaba a mi padre en mi trabajo anterior hasta que él se jubiló y ya me dediqué por completo a la fotografía», comenta Vila, quien añade que tuvo « mucha suerte porque conocí a una wedding planner de Ávila que me facilitó un par de bodas y a ello se sumaron las bodas de un par de amigos. Ahí me acompañó la suerte porque era complicado de la noche a la mañana comenzar a hacer bodas, ya que nadie me conocía ni tenía ningún trabajo previo».
Y es que hasta entonces únicamente había hecho fotos como amateur. «Tenía mi cámara reflex desde pequeño y siempre que me iba con mi mujer de viaje me llevaba mi cámara. Mis amigos me decían se me daba bien y eso suponía una inyección de motivación para pensar que quizás valía para esto. Luego al hacer el curso de fotógrafo profesional en EFTI, con la escuela que es, y quedar el mejor de mi clase, es todo confianza que te va dando para intentarlo. Era una espinita que tenía clavada desde siempre y salió bien la cosa».
Al iniciar su carrera como fotógrafo profesional, con 34 años, «era consciente de que no me podía meter a una rama de moda o de publicidad, para lo que habría tenido que meterme en el mundillo con poco más de 20 años, y lo más factible era la BBC, la fotografía de eventos, porque era donde más fácil podía comenzar a trabajar», señala Lou Vila, quien añade que «e tema de moda y marcas publicitarias quizás es para gente que ya tiene una vida laboral más afianzada».
«Yo empecé desde cero. Nunca he ido de segundo con otro fotógrafo para que me enseñara y recuerdo que a la primera boda me acompañó mi mujer para sacar las típicas fotos de ambiente, pero el bruto de las fotografías las hice yo. Fue una gran responsabilidad, sobre todo por las parejas, el momento que es, la importancia que ellos y yo le damos y que no puedes fallar ese día. Fue todo un poco inconsciente porque era lo que quería hacer y a lo que me agarré, porque mi trabajo antiguo me generaba mucha tensión y muchos problemas por la crisis que hubo», indica este fotógrafo abulense, quien explica que «al final, me fueron conociendo aquí en Ávila, cada vez me llamaba más gente y se veía que lo hacía bien y hasta ahora», siempre trabajando como freelance, en su casa y teniendo muy claro qué es lo que quiere, «hacer bodas y viajar, es decir, hacer bodas de destino por toda España y si puedo también fuera de España, que es lo que estoy haciendo y lo que me gusta».
Sobre la fotografía de boda, afirma Lou Vila que «ha cambiado mucho de lo que era antiguamente a lo que es ahora. Ahora mismo tiene un elenco de posibilidades muy grande que te permite hacer, dentro de una boda, fotografía de moda, cuando la novia se está cambiando; de publicidad, con fotografías por ejemplo del reloj o la corbata del novio… en una misma boda puedes hacer diferentes tipos de fotografía que no es como antiguamente, que eran solo fotos posando. Ahora es una fotografía más de revista, editorial, de publicidad, no tiene nada que ver. Hay fincas espectaculares con una decoración increíble y hay un especialista para cada cosa… ha cambiado mucho todo, y a mí este tipo de fotografía me encanta».
De hecho, aunque no pudo tirar por la fotografía de moda, que es lo que le hubiera gustado hacer, asegura que lo encuentra en su profesión, con fotografías de ese tipo, y además hace también editoriales para marcas de vestidos de novia. «Al final no hice lo de moda, pero lo cubro con mi profesión, me cuelgan fotos en blogs de moda y de editoriales. Estoy muy contento, aunque es complicado, porque todo lo es, y más en una ciudad como Ávila que se ha quedado un poco estancada», afirma Vila, que apunta al respecto que hace «muchas boda fuera de Ávila y es muy diferente lo que se hace fuera a lo que se hace aquí, porque aquí es sota, caballo y rey… es un público más clásico, no buscan una distinción en ese tipo de fotografía, no se preocupan de la fotografía como tal, cuando yo pienso que en una boda es lo más importante, pues es algo que podrán enseñar dentro de 25 años a tus hijos o familiares y es importante que el recuerdo sea bonito y te traslade otra vez a ese día».
«Cuando hago las fotos el día de la boda y luego edito y maqueto el trabajo, lo que trato de hacer es contar la historia, documentada fotoperiodísticamente. Es como si fuese una película, contar una historia pero en imágenes y al ver el álbum puede ver esa historia, todo lo que rodea a la boda», indica Lou Vila, quien define su fotografía como «atemporal, que dentro de 10 ó 15 años te veas reflejado de cómo eras, y muy natural, que busca las emociones. Trabajo mucho con la composición y la luz y sobre todo que sea atemporal y muy natural, que te veas reflejado en la fotografía. Intento que al hacer las fotografías haya complicidad con las parejas para que se sientan libres y no estén preocupados sobre cómo saldrán las fotos… que actúen como son. Doy una serie de ticks, porque no todo el mundo sabe posar, pero quiero que se comporten tal como son y saquen a relucir sus sentimientos. Prefiero jugar con ellos para que todo sea más natural y que lo que se expresa en las fotos les ha salido de dentro».
la pandemia. Llegó la pandemia y «fue muy complicado, como para todo el que trabaja en el sector de eventos. No trabajé absolutamente nada, sí hubo parejas que querían que les hiciese la boda, pero al final hablando con ellos les hice entender que lo más importante era la salud y que al final te casas una vez en la vida», comenta el fotógrafo, quien asegura que «para mí era complicado porque dejaba de trabajar y podía haber sido más egoísta, pero lo importante era posponerlo un año y que la boda se celebrara como ellos la habían imaginado, no con un montón de restricciones».
Al principio sonaba todo el día el teléfono para decirle que no celebraban las bodas y «fue un poco duro», reconoce, porque «ves que todo el año de trabajo se va por la borda. Pero al final piensas más en la salud y en todo lo que está sucediendo a tu alrededor y no tienes que ser egoísta porque es algo que le ha pasado a toda la sociedad. Se trataba de pasarlo, porque era un año, no una vida entera, lo llevé como mejor se pudo y al año siguiente, en 2021, yo trabajé bien». No hizo las bodas que solía hacer durante una temporada normal, pero «sí hice 12 ó 13 bodas, que al final salvas el año».
Reconocimientos. La difusión a través de redes sociales, con su cuenta de Instagram @louvila_photography y su web louvila.com, unido a la publicación en editoriales importantes de vestidos de novia, han permitido a este fotógrafo profesional dar a conocer su trabajo en toda España. «Llevo dos años que estoy trabajando muchísimo fuera de Ávila. Me muevo por Madrid, Córdoba, Salamanca, Barcelona, Menorca, Murcia, Huelva… viajo por toda España», indica.
Y fruto de ese gran trabajo le han llegado los reconocimientos internacionales, el primero, el año pasado como finalista en unos premios muy importantes que hay a nivel mundial y que se dan en Nueva York, los Rising Star, que son las 30 estrellas emergentes a nivel mundial de fotografía de bodas, y el segundo, este mismo año, a nivel Europeo, al quedar entre los diez mejores en los premios Union Wep. «Para mí ha sido una sorpresa total», señala, pues «solo he participado en dos concursos, el Rising Star y los Union Wep, y por suerte sonó la flauta», bromea.
Lou Vila ve estos galardones «no como algo que me pueda beneficiar a nivel de clientes, que sí puede ser, sino sobre todo a nivel personal, pensar que lo estás haciendo bien, porque te afianza en tu proceso de creatividad y supone una inyección de energía importante. Muchos clientes ni siquiera lo saben, pero es importante a nivel de colectivo, de compañeros que valoran tu trabajo».
Y es que para Luis Sánchez, dedicarse a la fotografía ha supuesto «conseguir convertir en un trabajo lo que de joven me gustaba y tenía como afición. La verdad es que disfruto un montón. Igual que mi anterior trabajo también me gustaba, pero a veces me costaba, en esto me da igual, porque para mí no es un trabajo. He convertido mi pasión en mi trabajo y disfruto un montón haciendo lo que hago. Ojalá pueda estar en esto durante muchísimos años, porque me permite plasmar mi creatividad, lo que llevo dentro, a través de la fotografía y eso en pocos trabajos lo puedes transmitir, las sensaciones, los sentimientos que llevas dentro… la sensibilidad, una manera de pensar y de vivir la vida».
Además, añade que «no hay cosa mejor que dedicarme a esto porque tengo facilidad para todo. Tengo tiempo para mi familia y para mí, viajo, hago lo que quiero, conozco a gente increíble y lugares maravillosos, más no puedo pedir. Lo peor de todo, que trabajo los fines de semana, pero para mí no es un problema. De hecho a muchas bodas que trabajo fuera me acompañan mi mujer y mi hijo y disfruto con ellos. Es lo mejor que me ha podido pasar».