La Orden del Carmelo Descalzo anunció días atrás que viene estudiando y programando desde agosto de 2022 la apertura del sepulcro de Santa Teresa de Jesús, que se venera en la Basílica de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen, en el monasterio del mismo nombre de monjas Carmelitas Descalzas fundadas por la Santa en Alba de Tormes, con el objetivo de realizar «un estudio serio» del santo cuerpo y de las reliquias mayores de la Santa por parte de médicos y científicos italianos, dirigidos por el prestigioso profesor Luigi Capasso, director del equipo de expertos que trabajan junto con el dicasterio vaticano de las Causas de los Santos. El sepulcro no se abre desde 1914 y las fechas para esta nueva apertura se determinarán después del verano, en función de la disponibilidad del equipo científico italiano y de todas las personas implicadas.
El proyecto de reconocimiento que se está planeando implicará «varios pasos canónicos» y permitirá también, durante el año 2025, la veneración del sepulcro teresiano. Un sepulcro que a día de hoy es visitable y que se encuentra en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Alba de Tormes, fundado por Santa Teresa y donde murió el 4 de octubre de 1582.
El sepulcro de Santa Teresa es, de hecho, el centro de la iglesia y de esta capilla camarín. Pero no siempre estuvo en ese lugar, ya que tras tener varias ubicaciones en la antigua capilla mayor, el 15 de octubre de 1677 el cuerpo de Santa Teresa pasó con su urna de piedra alabastrina al nuevo retablo de la nueva capilla mayor. En 1760, tras quitar aquella urna que hoy está tras una reja, y con la idea de dignificar aún más este hueco del retablo mayor y hasta el mismo sarcófago, se procedió a cambiar aquella urna por una nueva de mármol negroribeteado o jaspeado de San Pablo de los Montes (Toledo) con adornos de bronce dorados, de oro molido, que se halla embutida en un arco del mismo mármol en dicho altar «con toda magnificencia y dos ángeles en la superficie de dicha urna de la misma materia».
La urna donde se veneran los restos de Santa Teresa fue donada por los reyes Fernando VI y Bárbara de Braganza y es obra de Jacques Marquet, tal y como indica una inscripción en la tapa lateral de bronce fechada en 1779. Este arquitecto francés estuvo al servicio de los Duques de Alba y fue autor del Palacio Ducal de Piedrahíta y la Casa de Correos de Madrid (Puerta del Sol), entre otras obras destacadas.
Además de una parte extraíble levantada mediante un sistema de poleas, por la parte interna del camarín tiene otra especie de tapadera o puerta en bronce en la misma forma geométrica de toda la urna, donde se puede apreciar la abertura para tres llaves (una al centro y dos a los extremos), y que viene a ser la puerta o apertura normal del sarcófago, al menos de forma «simbólica» ya que como apuntan desde la Orden del Carmelo Descalzo «sin el levantamiento de la parte marmórea superior antes citada, difícilmente se puede extraer el contenido interior por esa tapadera metálica».
La culminación o tapa marmórea exterior, en forma abultada, está coronada por dos ángeles que «parecen estar en actitud de eterno diálogo», teniendo cada uno en sus manos «los signos de la personalidad teresiana: uno el dardo de la transverberación, otro la corona de la virginidad».
Dentro del sarcófago de mármol hay otra caja de plata, regalo de los reyes Fernando VI y Bárbara de Braganza, hecha en Orleans, y es la que contiene directamente el cuerpo incorrupto de Santa Teresa y, por tanto, la que hay que extraer o sacar cuando se quiere mostrar al público el cuerpo de Santa Teresa.
La colocación del escudo de armas de la casa ducal de Alba encima del arco interior del sepulcro está indicando, señalan desde la Orden, la parte que pudieron tener los Duques de Alba del momento «en esta nueva disposición sepulcral». De hecho, éste es el único lugar del convento donde cuelga el escudo ducal, «lo cual es muy significativo», apuntan las mismas fuentes.
Como sistema de protección y de adorno, la hornacina abierta del sepulcro está preservada por dos rejas, una de plata hacia la iglesia y otra de hierro (con el signo del corazón transverberado) hacia dentro del camarín. Esa doble reja ya estaba colocada en el siglo XVII.
Fue en el 1760 cuando se inauguró el nuevo y definitivo sepulcro para cuya ocasión, naturalmente, hubo que efectuar el traslado del cuerpo incorrupto de un arca a otra (de la interior de madera de antes a la nueva de plata) en presencia de distintas personalidades. Con tal motivo el cuerpo fue también expuesto en la reja del coro a todo el pueblo por espacio de unas siete horas, lo que ocurrió el 13 de octubre de 1760. Posteriormente se encerró el arca de plata en el nuevo sepulcro de mármol.
Junto al sepulcro están hoy dos de las reliquias más preciadas: el brazo izquierdo, que se halla en un relicario de cristal de roca, y el corazón, en uno diseñado por Herrera Barrionuevo en 1671. En ambos casos, y con anterioridad, estas reliquias estuvieron expuestas en sendas puertas del retablo situadas a la derecha e izquierda del altar. Como recuerdan desde la Orden del Carmelo Descalzo ambas reliquias fueron extraídas del cuerpo de la Santa en diferentes momentos. Así, en 1585, y como compensación por la marcha, se extrajo el brazo para que quedase en Alba de Tormes como reliquia del cuerpo de Santa Tersa que partía hacia Ávila, donde permaneció apenas un año hasta que los duques de Alba, molestos con la decisión de los carmelitas, utilizaron su influencia para lograr que el papa Sixto V aprobara un nuevo y definitivo traslado de los restos a Alba de Tormes. La reliquia del corazón fue extraída en 1591 para ser examinada por doctores de la Universidad. Pese a todo, desde la Orden del Carmelo Descalzo recuerdan que «eran otros tiempos y sabido es que del cuerpo se separaron más reliquias a pesar de las muchas prohibiciones», entre ellas la que consta en la base del relicario del brazo que alude a la dictada por el Papa Clemente IX que prohibía «bajo pena de excomunión coger nada de Reliquia del Brazo de Santa Teresa de Jesús».