Desde el pasado domingo las coladas de lava del volcán palmero van derritiendo todo lo que encuentran a su paso. Y son caprichosas. Un pequeño desvío en su trayectoria puede suponer que una zona y no otra se salve de la destrucción y acabe convertida en un refugio natural. De lo que no hay duda es que todo el magma que escupe el cráter de Cumbre Vieja cambiará el paisaje para siempre dejando cicatrices imborrables sobre el terreno que pueden durar miles e incluso millones de años, tal y como explicaba ayer el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Fernando Valladares.
El experto señala que la ceniza es otro de los elementos a destacar en las erupciones volcánicas: con ella se produce un rejuvenecimiento de la dinámica de los ecosistemas, donde algunos paisajes con suelos empobrecidos se verán renovados por el aporte de minerales, pero, indudablemente una erupción de este tipo es «infligir una gran herida, un golpe duro al ecosistema».
La recuperación del terreno para la agricultura en esta zona de la isla será «un proceso bastante lento» que podría prolongarse más de 20 años.
La lava llega a una piscina y hace hervir el agua. - Foto: Europa Press«Los líquenes serán los primeros organismos vivos que se instalarán en los suelos volcánicos» que dejará la erupción y la sucesión de especies será relativamente lenta», explica Sergio Pérez Ortega, investigador del Real Jardín Botánico.
Científicamente los líquenes, pequeños organismos que nacen de la simbiosis entre un hongo y un alga, pueden vivir bajo cualquier condición climatológica y su capacidad de retener la humedad les confiere potestad para ayudar a que la vida resurja en las zonas más áridas, incluidas las afectadas por grandes erupciones volcánicas. Pese a la esperanza de que la vida vuelva a surgir en los terrenos afectados, los agricultores veían ayer con impotencia cómo la naturaleza se llevaba por delante no solo sus hogares sino también su medio de vida. Aunque se pronto para hacer valoraciones, ya se sabe que hay dañados cultivos de vid y aguacate, especialmente en El Paso y se prevé que la lava afecte a las plataneras dado que se desalojaron las zonas de Puerto Naos y El Remo, en la costa de Los Llanos de Aridane.
«Esta es la más floja»
Pese a que todo el mundo está ya a salvo de la riada de lava, nadie ignora que se van a perder muchas casas, y los más mayores cuentan el episodio con la perspectiva que solo tiene quien ya lo ha vivido.
«Esta es la más floja», sentencia Juan Díaz, mientras hace recuento de las tres erupciones que ha presenciado en sus 86 años: la del San Juan, en 1949; la del Teneguía, en 1971, y esta.
La colada ha devorado varias carreteras. - Foto: Kike Rincón«Yo no tengo miedo», señalaba este anciano, que se había llevado su «comidita» al albergue de El Fuerte y espera que le permitan volver a su casa en cuanto las coladas de lava lleguen al mar. Allí compartía transitoriamente alojamiento con unas 200 personas, muchos de ellos turistas que a lo largo del día estaba previsto que abandonaran la isla. Y también con otros lugareños, como Olivia.
A ella la evacuaron de La Laguna, un barrio de Los Llanos de Aridane. Olivia, también mayor, sí que reconoce que está pasando mucho miedo, porque para ella es su primer volcán y teme por su casa y por sus tierras, donde cultiva sobre todo plátano. Solo las caprichosas lenguas de fuego saben si los miedos de Olivia serán hoy realidad.