Una vida dedicada a las películas

E.Carretero
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Como el Totó de 'Cinema Paradiso' para José Manuel Recio las salas de proyección tampoco tienen secretos. Se crió en el Cine Arenas de sus padres y hoy de su propiedad junto con el de Candeleda, Sotillo, Jaraíz de la Vera y Navalmalmoral de la Mata

Una vida dedicada a las películas

A diferencia de Totó, el pequeño protagonista de 'Cinema Paradiso',  a José Manuel Recio nadie tuvo que explicarle nunca cómo se proyectaba una película porque él prácticamente nació en una sala de cine. De hecho, sus padres compraron al Obispado de Ávila los Cines Arenas hace casi 28 años, tres antes de que él naciera. «Me he criado en un cine», dice este joven que, tras la jubilación de su padre, está al frente de una empresa que no sólo regenta el cine de Arenas sino también el de Candeleda, los de la localidad extremeña de Jaraíz de la Vera, unos multicines de Navalmoral de la Mata y, en época estival, el cine de verano de Sotillo de la Adrada. 

«A los 18 años me hice cargo de la empresa», recuerda José Manuel que ahora está al frente de esta empresa familiar donde él lo hace prácticamente todo. «Facturo, hago la programación, pongo los carteles con la cartelera, proyecto...», comienza a enumerar las múltiples tareas que comprende un cine, o cinco en su caso. 

Y es que algunos años después de poner en marcha los cines de Arenas, los padres de José Manuel también empezaron a proyectar películas en verano en Candeleda hasta que en 2014, cuando el Ayuntamiento construyó el auditorio, el matrimonio se hizo con el contrato para poner cine durante todo el año y en este caso con una programación que se realiza de viernes a martes. 

Una vida dedicada a las películasUna vida dedicada a las películas También es José Manuel, y su familia, la encargada de llevar el Séptimo Arte a Sotillo de la Adrada cada verano. De hecho, la temporada de cine estival en esta localidad comenzó este sábado, con el estreno de la película 'Del Revés 2', y se prolongará hasta el 1 de septiembre con proyecciones a diario y cambio de película cada semana. «Es un éxito tanto para la empresa como para los negocios cercanos», reconoce este empresario al hablar de la buena acogida que entre sotillanos y visitantes tienen cada noche de verano las películas que ellos proyectan. 

Pese a las dificultades del sector, agravadas tras la pandemia y en buena parte por la proliferación de las plataformas de televisión, reconoce José Manuel que su intención es seguir en el negocio, barajando incluso la idea de ampliar salas en la zona sur de la provincia de Ávila aunque de momento ese proyecto de expansión tendrá que esperar. «De 2015 a la pandemia fueron años bastante buenos», reconoce este joven empresario que apunta que sin embargo el covid hizo no solo que por primera vez sus salas tuvieran que cerrar, lo que dejó por el camino a una generación de espectadores que aún no ha vuelto a los cines. «Es un público que pasó de venir con sus padres de la mano a no volver hasta los 20 con la novia», apunta este empresario al hablar de esos adolescentes que a partir de 2020 se desvincularon de las salas de cine. 

Reconoce el propietario de Cine Arenas que en buena parte el que las salas de cine sigan tirando se debe a las «facilidades» que tras la pandemia les han dado las distribuidoras que han modificado las condiciones de contratación de modo que mientras antes los cines pagaban las películas por adelantado, sin conocer la respuesta del público, ahora distribuidoras y salas se reparten la taquilla al 50 por ciento. «Las distribuidoras nos han dado muchas facilidades», apunta este empresario que aparte de con la ayuda familiar cuenta con una empleada en el cine de Candeleda y con las dos contrataciones temporales que realiza para la época estival. 

El cine actual nada tiene que ver con el que José Manuel conoció siendo pequeño cuando las películas llegaban a las salas en rollos de cinta de 35 milímetros. Entonces, recuerda, proyectar una película no solo era un trabajo más manual sino que por su coste de cada estreno la distribuidora solo sacaba un número limitado de copias que siempre llegaban primero a los grandes cines. Los pequeños «tenían que esperar», a veces semanas, para proyectar los estrenos que cuando llegaban ya no lo eran. Con el cambio a digital, cuenta José Manuel, eso también ha cambiado ya que en cines de pueblo como los suyos las películas se estrenan «el mismo día» que en las salas de la Gran Vía de Madrid. «Y con una entrada más barata», apostilla este empresario que entre sus espectadores tiene muchos forasteros de los que suelen pasar los fines de semana o el verano en el Tiétar y que en las ciudades donde viven pagan más por ir al cine.