La bofetada que no debe preocupar

E.Carretero
-

El megaloeritema es una enfermedad que se da en edad preescolar que generalmente no presenta complicaciones, salvo en menores inmunodeprimidos y embarazadas, y que también en Ávila ha experimentado un repunte en las últimas semanas

La bofetada que no debe preocupar

Aunque se trata de una enfermedad infantil común, que generalmente presenta síntomas leves como fiebre o sarpullido, en los últimos días el eritema infeccioso o megaloeritema ha cobrado más protagonismo que nunca tras publicar un informe el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) que destaca un aumento en las infecciones por parvovirus B19 (B19V) notificadas en 14 países de la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo (UE/EEE). 

Como consecuencia de la presencia del parvovirus se puede desarrollar esta enfermedad vírica  conocida popularmente como 'enfermedad de la bofetada' debido a que la misma suele desarrollar un eritema en la cara de los niños, especialmente en la zona de la mejilla, que recuerda a la rojez que dejaría un bofetón. 

«Se trata de un virus muy típico en pediatría», comienza a explicar Manuel Marrero, jefe del Servicio de Pediatría del Complejo Asistencial de Ávila, al hablar de una enfermedad «muy contagiosa» pero que no suele dar complicaciones y cuya incidencia, efectivamente, reconoce, ha aumentado en las últimas semanas. «Estamos viendo más casos», apunta Marrero que pese a ese aumento de las consultas de pediatría relacionadas con esta infección lanza un mensaje de «tranquilidad» a las familias porque se trata de «un cuadro viral muy tranquilo». Molestias en la cabeza, fiebre ligera, algo de mucosidad y esa erupción tan característica en la cara, que días después ya no es tan intensa y se puede desplazar a otras zonas del cuerpo, son los síntomas más habituales de esta enfermedad que suele afectar a niños de edad preescolar, entre los 5 y los 6 años, y de la que ahora tanto se habla pero que no es nueva.  

«Generalmente no llega ni a tener fiebre muy importante en los niños», explica el jefe del Servicio de Pediatría que apunta, como sostienen las sociedades de pediatría, que este repunte de casos con respecto a años anteriores estaría relacionado con la pandemia de coronavirus. «Quizás por la mascarilla tenemos un grupo de niños que son un poco mayores ahora y que en su momento estuvieron protegidos y no cogieron la infección cuando les tocaba, y ahora la están cogiendo», apunta el doctor el motivo de esa mayor incidencia resultado de que se han juntado «los casos habituales de la edad con los cuadros de niños un poquito más mayores que no se cogieron esta enfermedad en su momento, por el tema de la mascarilla». 

Pese a ese aumento de casos, Marrero insiste en que «generalmente es una enfermedad sin ningún tipo de peligro» que, eso sí, por su facilidad para el contagio, da lugar a «pequeñas epidemias o grandes epidemias en los colegios». En cuanto a su diagnóstico, explica el pediatra, es muy fácil y generalmente se hace por la clínica y por ese aspecto de niño abofeteado. También porque en el entorno del menor suele haber más niños con la misma sintomatología. 

 «Es una enfermedad que por la vista, por el contexto, por el tipo de niño, por la erupción que tiene y por las pequeñas epidemias que crea se diagnostica con facilidad», prosigue el doctor al hablar de un virus que no es de declaración obligatoria y del que por ese motivo no puede ofrecer una cifra de contagios.

Marrero también tiene explicación a por qué en esta época del año y no antes este virus está dando más la cara. «Cuando han pasado los episodios de gripe muchas veces es el momento en el que comienza a aparecer esta enfermedad», señala el experto que insiste en ese mensaje de tranquilidad a las familias a las que recuerda, además, que «cuando tiene lugar la erupción es cuando pueden estar tranquilos porque ya no contagia». Y es que el momento de incubación de la enfermedad, que es el de riesgo de contagio y suele durar entre una y dos semanas, se da antes de la aparición de ese eritema con forma de bofetada. «Es muy típico en las guarderías y en los colegios, porque se transmite con mucha facilidad» pero  cuando aparecen las primeras manifestaciones de rojeces en la cara «ya no es necesario tomar medidas de aislamiento en los niños». 

Una vez diagnosticada «es una enfermedad que no tiene un tratamiento específico, más allá de tratar la fiebre cuando da o en caso de que la erupción pueda picar un poquito, que tampoco es lo más habitual, entonces se puede poner un antihistamínico», prosigue este experto que apunta que el lavado de manos y taparse la boca al toser o estornudar, y nunca con la mano, son las principales medidas de prevención frente al contagio si bien en el caso de menores de esa edad llevar a cabo estas recomendaciones, reconoce, «resulta complicado». 

GRUPOS DE RIESGO

«Pasa muchas veces inadvertida, como una simple erupción, a lo mejor como un catarrillo», apunta el jefe del Servicio de Pediatría del Complejo Asistencial de Ávila al hablar de cómo cursa la enfermedad en niños sanos y entre la población adulta en general. Eso sí, reconoce, el megaloeritema, como advierte el informe del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), sí puede generar complicaciones en dos grupos de población. Así, el parvovirus B19, que es el que produce esta enfermedad, puede ser peligroso  en los niños inmunodeprimidos, que están en algún tratamiento por algún tipo de cáncer o que tienen alguna enfermedad, y puede producir «anemias hemolyticas muy importantes, hepatitis o neumonías», señala el pediatra. «Ahí sí que hay que tener mucho cuidado», reconoce Marrero que apunta que el otro grupo de riesgo son las embarazadas, sobre todo si el virus se contagia en el primer trimestre ya que a veces puede producir problemas importantes en el feto porque puede provocar una anemia muy importante que lleva al feto a una insuficiencia cardiaca». 

Debido a esa mayor incidencia y a las complicaciones que en esos dos grupos puede provocar la enfermedad, el ECDC insta «a los proveedores de atención médica a mantener la vigilancia sobre la infección por B19V al evaluar a los pacientes y a asesorar a aquellos con mayor riesgo de sufrir complicaciones graves».