Un Matisse deslumbrante

J. Villahizán (SPC)
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El pintor, uno de los más apreciados del siglo XX junto a Picasso, es el mayor exponente del Fauvismo, una rompedora corriente que exalta el color por encima de todo y que le encumbró a ser el paisajista de la alegría

El autor, en su luminoso estudio mientras planificaba algunas de sus figuras.

Nadie hubiese imaginado que uno de los genios del siglo XX, Henri Matisse (Le Cateau-Cambrésis, Francia, 1869-Niza, 1954), conocido como el pintor del color o de la alegría, hubiese sido un niño desdichado por no poder realizar una de sus grandes pasiones: dibujar. Tal era su desazón ante la negativa de su familia para que expresara su creatividad que tenía que ocultarse para poder desarrollar una de sus ilusiones.

Ocho décadas después de su muerte nadie se acuerda ya de que un padre autoritario le espetó al pequeño Henri que no llegaría a ser nada en la vida si seguía dibujando o que iba a morirse de hambre si se obstinaba con dedicarse a aquella locura, mientras le instaba a que estudiase una carrera de provecho como Derecho.

Quién iba a sospechar que tras aquellos oscuros inicios, Matisse acabaría siendo uno de los artistas más ricos y apreciados de Europa junto a Picasso.

Para no desatar la ira del hogar, el joven accedió a trasladarse a París a estudiar Derecho, carrera que acabó exitosamente y con la que obtuvo un primer trabajo de marchante. Sin embargo, esa no era la idea de Henri para sobrevivir, máxime en una ciudad que rezumaba arte por los cuatro costados.

Con apenas 20 años le entró de nuevo la fiebre de estudiar arte y en contra, de nuevo, del criterio paterno, empezó a formarse con pintores de la talla de Bouguereau y Moreau, firmes defensores del academicismo imperante y de una pintura romántica. De esa época destaca Mujer leyendo.

Sin embargo, Matisse buscaba más un concepto abierto y revolucionario del arte en sí, una nueva expresividad. Por eso, tras conocer a André Derain y Maurice de Vlaminck, se internó en un nuevo y desconocido lenguaje pictórico basado en el uso independiente del color, el vigor expresivo y el rechazo a la mera imitación de la naturaleza.

Junto a ellos expuso en el ya mítico Salón de Otoño parisino en 1905, donde los críticos les llamaban despectivamente fauves (salvajes), nombre que adoptaron. En este sentido, Matisse parecía que buscaba enfrentarse a cualquier persona o autoridad paterna que se cruzaba en su camino artístico y que le impedía desarrollarse intelectual y artísticamente. De ese período son La ventana abierta y Mujer con sombrero, un cuadro en el que retrató a su esposa Amelie.

No tardó en adoptar esta corriente como pieza filosofal de su creación, porque el fauvismo era una especie de liberación pictórica, consistía en mostrar solo el color, sin apenas dibujo, ignorando los claroscuros y las perspectivas y expresando solo sentimientos alegres.

Era un inconformista, que como todo buen artista de vanguardia, quería liberarse de todo lo anterior y rebelarse contra la herencia pictórica anterior y el academicismo que había imperado durante siglos, como se puede observar en La blusa rumana y El gran interior rojo, donde el colorido empleado por Matisse se vuelve aún más atrevido. 

Esos tonos contrastados y espontáneos junto con la influencia de la escultura africana y otras culturas primitivas serán el denominador común de esa larga etapa del pintor, pero sobre los años 30 el artista se serena un poco y comienza a tender a la sensualidad y el ornamento. 

No fue hasta la década de los 40, con el deterioro de su salud y las consiguientes dificultades para pintar -incluso mandó colocar su cama en el centro del estudio- cuando Matisse inicia una nueva fase.

 A este último capítulo de su carrera pertenece Jazz, un manuscrito con pinturas modernas realizado sobre paletas de colores.

 Otra obra de gran importancia en la vida del artista, y considerada por él mismo como su obra maestra, fue la decoración y diseño de la Capilla de Santa María del Rosario, en la localidad de Vence y que finalizaría en 1951, a las puertas de su muerte tres años más tarde.