El escritor Mario Pérez Antolín, nacido en Alemania pero afincado desde hace muchos años en Ávila, se ha proclamado ganador de la primera edición del Premio Internacional Juan Gil-Albert de Escritura Aforística y del Yo, convocado por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, por su libro aún inédito Idear lo insólito.
A este prestigioso reconocimiento, que nace con el propósito de revitalizar la literatura aforística y rendir homenaje al legado del poeta alcoyano que le da nombre, se presentaron 48 libros de autores de toda España, notable cantidad que, según destacó el jurado, coincidió también con una alta calidad media, seguramente como "reflejo de la creciente relevancia del género aforístico en la actualidad".
Muy satisfecho con este galardón, Mario Pérez manifestó que este libro, «el séptimo que escribo de este género, va a tener más extensión que los anteriores, porque una de las condiciones de las bases del premio es que tuviera una extensión que es superior a la de los libros que he venido publicando recientemente».
La definición del premio de ser para libros 'sobre escritura aforística y del yo', explicó el escritor abulense, significaba que «estaba abierto a los libros de aforismos que se publican ahora habitualmente, más cercanos a las greguerías de Gómez de la Serna, ese aforismo breve, más poético y de diseño, pero también lo estaba a otros géneros de la escritura fragmentaria y del yo, por ejemplo los diarios, los dietarios, los libros de pensamientos un poco al estilo de Pascal o los de aforismo filosófico tipo Nietzsche y también a los apuntes tipo Canetti, y esa visión un poco más amplia me animó a presentarme porque es justamente la orientación que yo doy a mis libros de aforismos, que son más transversales y en los cuales conviven distintos tipos de textos breves, de géneros diferentes, llegando incluso, según han dicho algunos críticos, a la forma de diario intelectual o diario literario, porque se estructuran de forma cronológica y abordan distintos aspectos filosóficos como aspectos más literarios».
En ese sentido de amplitud de miras, de empeño en abarcar diferentes géneros de escritura breve en los que la reflexión se mueve por cauces e inspiraciones diferentes, comentó Pérez Antolín que «Idear lo insólito es un libro que da continuidad a los anteriores», una coherencia que tiene que ver con que todos esos textos «van en paralelo con mi vida, son como la parte literaria o filosófica de mi transcurrir vivencial o vital», y «aunque cada libro tiene sus particularidades, lógicamente, porque también la vida las tiene y nadie es el mismo cuando tiene 30 años que cuando tiene 40 ó 60, sí existe esa continuidad en temas».
Lo que sí tiene en este libro recién premiado «un peso bastante grande son los elementos del paisaje y de la naturaleza, sobre todo en los textos más poéticos», para conformar un conjunto que evidencia el resultado «evolutivo de una escritura orgánica».
La publicación del libro, que ya contemplan las bases del premio para el trabajo ganador, tendrá lugar ya el año próximo, en una fecha que aún no ha sido decidida; lo que sí sabe, apuntó, es que «inaugurará una colección específica que creará el Instituto Juan Gil Albert de la Diputación de Alicante, una institución que ya tiene muchos años de vida y distintas colecciones, pero que ha decidido crear una específica para este premio porque quieren darle una cierta relevancia».
El libro, resumió su autor, es un ejercicio de «escritura fragmentaria y fronteriza» en el que aspira a conjugar «la profundidad del pensamiento con la brillantez estilística», en el que busca alejarse de «los juegos formales vacíos» para apostar por textos «cargados de reflexión, emoción y crítica», en los que aborda cuestiones universales como el poder, la ética, la estética, la literatura, la metafísica o la psicología.
Pérez Antolín define su libro como una «apología del antipoder que invita a romper con las falsas certezas», cuyo propósito último es «un pensamiento emergentista y liberador que no sólo reivindica la dignidad humana, sino que también ofrece un «humanismo escéptico y complejo, impregnado de melancolía pero que evita caer en el nihilismo».