«Me acostumbré a Ávila, me gusta la cocina y la gente»

B.M
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Cecilia pasó por diferentes lugares de hostelería hasta llegar a La Mar & Morena. Lo principal de su vida, la familia y el hogar que encontró en Ávila

«Me acostumbré a Ávila, me gusta la cocina y la gente» - Foto: Isabel García

Cecilia Sánchez Rodas es muy conocida en Ávila, sobre todo en el sector de la hostelería, pero detrás de su nombre hay toda una historia que merece la pena conocer de una mujer fuerte y luchadora que encontró su hogar en esta ciudad.

Llegada desde Guatemala, ya lleva 14 años aquí después de que su hermano Byron Samuel viniera a la aventura porque tenía cáncer de hígado. Emigró del país a los 17 años y luego intentó traer a su familia y como ella era la mayor fue quien vino para que pudiera cuidarlo.

Esto supuso dejar muchas cosas, la principal su hija, de tres meses y a la que después iría a ver con tres años. Más tarde la podría traer con su madre y hermana y reunir a la familia.

Cuando llegó a España, primero vivió en Madrid, donde trabajó de interna, cuidando a niños. Saliendo los fines de semana fue cuando conoció al que sería después su marido y 'responsable' de que su vida terminara en Ávila.

Al principio le costó bastante adaptarse a Ávila porque al venir de Madrid había muchas diferencias. Recuerda la primera vez que vino, en septiembre, en Medievales y la sorprendió la diferencia de horario de apertura con Madrid, allí con «todo abierto a todas horas». Y no duda en decir que fue duro, que no la gustaba, pero poco a poco fue encontrando su lugar, especialmente cuando comenzó con los cursos de la Casa de las Ideas. Fue un curso de cocina y a partir de ahí comenzaría una nueva vida. «Mi madre siempre ha cocinado y vendía lo que hacía en las calles», recuerda, por lo que siempre les inculcó la cocina, aunque ella en su país estudió administración de empresas. Pero con la cocina encontró una nueva puerta abierta, desde sus prácticas en el Sofraga, que fue «uno de mis trampolines». Allí aprendió mucho y recuerda algunos momentos de su relación con la cocina como una prueba con Iván Hernández (Toixos) de pelar patatas. Se sorprendió al principio pero él la explicó que era para ver su agilidad en la forma de trabajar y de pensamiento. Ganó y fue descubriendo poco a poco que valía para la cocina. Y lo fue asentando por los diferentes lugares por los que pasó con el tiempo, aunque con algún parón para cuidar de sus hijas y también por todo lo que supuso la pandemia. Fue  hasta que en ese tiempo la llamaron de La Selva donde se presentó sin miedo, diciendo que hacía maravillas y dispuesta a demostrarlo. Y lo hizo antes de su paso a La Mar & Morenaen una primera etapa con los propietarios y después cuando fueron a buscarla para que se quedara con el establecimiento, para que lo cuidara. Y así lo está haciendo en la actualidad, implicada en su negocio pero también en la vida familiar.

Y ahora, con la perspectiva que da el tiempo, asegura que se acostumbró a vivir en Ávila y aprecia «a la gente y la gastronomía», que le llamó la atención desde el principio, «sobre todo porque te dan la bebida y el pincho», sonríe al recordar, mientras en otros lugares «te lo cobran al doble». Y también valora que es un lugar pequeño donde criar a sus hijas, lo que  aporta seguridad porque siempre puede saber dónde están porque además aquí «son conocidas, no como en Madrid que cogen un metro y a saber…» Y de su país, lo que echaba de menos era convivir con su familia porque se define como «muy familiar» y es una forma de vida que cree que aquí se está perdiendo, pasar todos juntos, comer los domingos... Por eso, cuando va a Guatemala, lo que hace es estar con toda su familia, comer con todos.  Eso sí, aquí puede disfrutar de su hermano, que finalmente se recuperó de su enfermedad, mientras su madre y hermana están en Almería. Aquí tiene ahora su hogar.