El radón es un gas incoloro, inodoro e insípido. Emana de rocas y suelos, principalmente graníticos y arcillosos, y contiene isótopos de Uranio (U) y Torio (Th). Cuando es liberado a la atmósfera puede acumularse en el interior de espacios cerrados y disolverse en corrientes de aguas subterráneas. Su inhalación puede provocar depósitos en diferentes regiones de las vías respiratorias, causando daño celular y aumentando el riesgo de sufrir enfermedades como el cáncer. De hecho, el radón es la fuente más importante de radiación natural, hasta tal punto que este gas ha sido clasificado por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) como carcinógeno humano del grupo 1 y según la Organización Mundial de la Salud (OMS?) es la segunda causa de cáncer de pulmón después del tabaco y responsable de unas 1.000 muertes por este tipo de cáncer en España, según datos del Ministerio de Sanidad. Además, «la relación dosis-respuesta es lineal», por lo que el riesgo de padecer cáncer de pulmón aumenta de manera proporcional al aumento de la exposición al gas radón. «A más concentración de radón, mayor probabilidad de padecer cáncer de pulmón», apunta el estudio 'Mortalidad atribuible a la exposición a radón residencial en España' que el Ministerio de Sanidad, junto al Consejo de Seguridad Nuclear, encargó a la Universidad de Santiago de Compostela.
Son dos los factores que influirán de forma «más relevante» en la concentración de radón en una vivienda: «el contenido en Radio-226 de las rocas del subsuelo y el grado de aislamiento de esa vivienda de ese subsuelo ya que el radón penetra en los edificios por difusión o advección, desde el subsuelo (donde se encuentra en concentraciones de varios miles de Bq/m³)», según dicho estudio.
En el año 2017, y para dar cumplimiento a los datos necesarios para la implantación de la Directiva Europea sobre protección de radiaciones ionizantes, se publicó el Mapa de potencial de radón de España, «que integra en un único documento las 12.000 mediciones realizadas, junto con información del MARNA (mapa de radiación gamma natural de España) y litoestratigráfica». Según el Consejo de Seguridad Nuclear, las zonas de actuación prioritaria (definidas como aquellas en las que más de un 10 por ciento de los edificios presentan concentraciones de radón superiores a 300 Bq/m³ en planta baja) comprenderían el 17 por ciento del territorio nacional. Por Comunidades Autónomas las más afectadas serían, por este orden, Galicia (70%), Extremadura (47%), Comunidad de Madrid (36%) y Castilla y León y Canarias (19% en ambos casos). En nuestra región, especialmente significativo es el caso de Ávila donde de sus 248 municipios 242 se encuentran en zonas de actuación prioritaria debido a los niveles de radón, lo que no es extraño teniendo en cuenta que buena parte de la provincia se asienta sobre sustrato granítico. Es más, seis de cada diez municipios abulenses, entre ellos la capital, están incluidos dentro de la Zona II, de riesgo alto y donde un porcentaje significativo de los edificios residenciales allí construidos sin soluciones específicas de protección frente al radón presentan concentraciones superiores a 300 bequerelios por metro cúbico (Bq/m3).
El mapa muestra que la concentración de radón más elevada corresponde al Noroeste de España, Norte y Centro de Extremadura, Sur y Oeste de Castilla y León y zona Norte de la Comunidad de Madrid. Zonas de los Pirineos y de la Costa Brava también presentan concentraciones elevadas. El Mapa de radón de España incluye exclusivamente viviendas situadas en planta baja y primera planta en las que se ha medido radón residencial, representando por tanto geográficamente aquellas zonas en función de la concentración de radón que emana del subsuelo.
En general, las plantas bajas, sótanos o primeros pisos tienen concentraciones de radón más elevadas que las viviendas situadas en pisos superiores. Esto no significa que en alturas superiores no se puedan encontrar concentraciones de radón más elevadas que en plantas inferiores debido a la dinámica particular que puede tener este gas en ocasiones. Otras fuentes de radón en el aire interior de un edificio, aunque de menor relevancia, son los materiales de construcción y el radón que pueda venir disuelto en el agua corriente.