Ávila: academia de español

M.M.G.
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La ciudad es elegida cada verano por personas llegadas de todo el mundo para aprender o perfeccionar nuestra lengua. La mayoría de ellas buscan llegar a dominar el idioma por motivos profesionales

Ávila: academia de español

Bien aprovechado, el verano da para mucho. Los hay que se reservan este tiempo para viajar al extranjero. Los que dedican sus vacaciones a desconectar de su día a día. O los que aprovechan los meses más cálidos del año para formarse en alguna materia. 

Y luego están los que en un único viaje, a Ávila en este caso, logran esos tres objetivos.Son aquellos que pasan entre nosotros el verano  para aprender o perfeccionar su español, una lengua que, al menos en el caso de aquellos que han hablado con Diario de Ávila, precisan dominar para sus respectivas profesiones.  

Les ocurre, por ejemplo, a los dos seminaristas estadounidenses diocesanos y el sacerdote sudafricano con los que hablamos en primer lugar.

Ávila: academia de españolÁvila: academia de españolJohn Donart (27 años), Alex Rckert (24) y  Aaron Rabede (34),  han pasado el mes de julio alojados en La Encarnación.

Para ellos, disfrutar de este tiempo en la tierra de Santa Teresa ha sido una experiencia increíble. Y ha sido, también, un tiempo muy útil a la hora de comenzar a dominar una lengua que en muy poco tiempo van a utilizar casi a diario. Al menos en el caso de los dos primeros, para los que resultaba un desafío poder entender bien a la cada vez más numerosa feligresía hispana de la que va a ser su diócesis.

«De hecho, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos ha creado la Pastoral Hispana», nos explica Álex, que en menos de dos años se habrá ordenado ya como sacerdote, por lo que comenzará a oficiar misas y a confesar también en español.

Ávila: academia de españolÁvila: academia de españolLo cierto es que ambos hablan muy bien nuestra lengua. Como lo hace también el padre Aaron. Su caso es distinto.Sudafricano de nacimiento, el joven sacerdote habla ya seis idiomas además de seis de las doce lengua oficiales de su país. Lo necesita para avanzar en sus estudios para nuncio en la Pontificia Academia Eclesiástica, la institución de la Santa Sede encargada de formar a los diplomáticos que trabajarán en las nunciaturas y en la Secretaría de Estado. Su labor, pues, le llevará en un futuro no muy lejao a algún rincón del mundo. Y es muy probable que termine necesitando hablar el castellano.

El padreAaron y los seminaristas John y Alex han aprovechado su estancia en Ávila para asistir a clase en la Universidad Católica de Ávila, así como para practicar la lengua española participando en todas las celebraciones religiosas a las que han asistido, como lo fue la fiesta delPatronato de Sonsoles. No en vano, ése vocabulario será el que, sin duda, más empleen cuando regresen a su vida en EEUU.

Pero lo cierto es que ellos tres no son los únicos religiosos que este verano se han desplazado a Ávila para aprender español. En la Escuela de Lenguas y Saberes Alma Mater nos encontramos a los carmelitas descalzos Benoît Antoine Merminod (29) y Flipi Marssaleh (25). Estos dos jóvenes frailes, francés y polaco respectivamente, reparten su día a día entre la academia y el convento de La Santa. El año que viene cursarán el segundo año de noviciado, un tiempo de preparación para su procesión solemne. Así que han querido dedicar estas semanas a acercarse más de cerca a la lengua de dos de sus principales referentes espirituales: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

De hecho, nos cuentan que para ellos resulta fundamental aprender el español para, de esta manera, poder profundizar y estudiar mejor los textos de los dos místicos abulenses.

Así que se hacía necesaria una inmersión en la lengua. Y qué mejor manera de hacerla que en la ciudad que Teresa y Juan anduvieron en su tiempo. Fray Benoît y fray Filip se muestran encantados de la oportunidad que están disfrutando. Se nota en sus sonrisas, que no desaparecen de sus rostros ni durante las clases, a las que acuden mañana y tarde, y en las que cuentan con la ayuda de Roxana, profesora de Alma Mater. «Damos cuatro horas de clase al día. Es muy intensivo y muy personalizado», cuentan satisfechos con la escuela elegida.

Y el resto del día, ¿a qué lo dedican?, les preguntamos. «Estamos en el convento», responden casi al unísono con un español excelente que hace sospechar que son alumnos muy aplicados.

Se ríen, eso sí, cuando hablan de las dificultades que han encontrado al tratar de entender algunos acentos, como el andaluz o el murciano. Y se sorprenden aún de la manera que algunos españoles tenemos, en muchos casos, de eliminar la 's' del final de las palabras.

«Por eso Ávila es un buen lugar para aprender español», reflexiona fray Antoine al respecto.

La historia de Vera. Y en esto coincide totalmente conVera Lysenko (54). El caso de esta mujer rusa tiene mucho y nada que ver con los ya expuesto. Mucho, en la medida en que, para ella, aprender el español también comenzó como una necesidad laboral. Y nada, porque Vera llegó a España en 2021 y, desde entonces, vive en Ávila.

Nos cuenta que comenzó a aprender español bastante antes, en 2012. Su trabajo en el ámbito del turismo (trabajaba en una agenda especializada en países hispanohablantes) le motivó a conocer nuestra lengua. Y empezó a viajar a Salamanca para ello.

«Quería abrir la España interior al mercado ruso», recuerda cómo se enamoró del país que va más allá del sol y playa y cómo terminó viviendo en Ávila por motivos personales. Y aquí, cuenta, no le resultó fácil encontrar una academia en la que aprender español tal y como ella quería: profundizando no sólo en el idioma sino, también, en la cultura. Hasta que encontró Alma Mater. «Además, porque para poder tener un visado largo necesitaba encontrar una academia que me diera no menos de 20 horas de clases semanales», descubre.

A esta escuela acude por las mañanas antes de dirigirse a su trabajo en el restaurante Casa de Postas. Porque Vera terminó cambiando el turismo por la hostelería. Pero está feliz.

«En Ávila hay un español muy claro», reflexiona sobre las ventajas que tiene aprender el idioma en nuestra ciudad. Y lo cierto es que ella lo habla con fluidez. Se nota que se siente cómoda utilizándolo. Es capaz, incluso, de distinguir entre los acentos de los clientes de todo el país que cada día atiende en el restaurante.

Nos cuenta que le encanta Lorca y el flamenco, y que lucha por derribar en su país los estereotipos que rodean a la cultura española. Ahora, además, quiere continuar formándose recuperando el inglés.