La llegada del verano, que cada año comienza un poco antes y dura un poco más por mor de ese cambio climático que algunos siguen negándose a reconocer, vuelve a poner en alerta a las administraciones abulenses para minimizar en todo lo posible ese enorme y triste riesgo que son los incendios forestales, tragedias para la naturaleza que lo son también para la seguridad, para la economía, para el turismo y para el sentimiento de los abulenses, y que por tanto bien merecen todos los esfuerzos a nuestro alcance para tender a llevarlas a cero.
Después de unos años en los que Ávila ha sido una de las provincias más castigadas por los incendios a nivel regional y también nacional, baste recordar que el que arrasó en agosto de 2021 la sierra de la Paramera fue uno de los más extensos en superficie de cuantos ha sufrido nuestro país en toda su historia, la Junta de Castilla y León, principal responsable de este servicio de prevención aunque no la única ya que cuenta con la implicación de otras administraciones, presentó hace unos días su campaña estival de 2024, para la que ha incrementado medios, personal y vigilancia, todo ello con ese fin indiscutible e indiscutido de evitar incendios y de que cuando por desgracia se produzcan puedan ser extinguidos cuanto antes.
Las administraciones ponen muchos medios humanos y materiales para ese fin, pero la implicación de la ciudadanía en ese empeño que a todos beneficia es fundamental para que el objetivo común sea un éxito. Un descuido o una irresponsabilidad pueden derivar en una tragedia, especialmente porque la orografía de la zona sur de la provincia hace que un incendio avance muy deprisa por terrenos en los que es muy difícil actuar, lo mismo que puede hacerlo la acción delictiva y contra natura de quien por falta de conciencia o estúpido afán de venganza cobardemente provoque unas llamas que en estas fechas avanzan con increíble y peligrosísima rapidez.
Por eso están muy bien esos medios a mayores, pero también habría que apostar un poco más por insistir en la concienciación de la ciudadanía en ese objetivo de evitar los incendios, porque esa mayoría de ciudadanos que es consciente de los riesgos y los minimiza reforzaría su apuesta en ese sentido, y porque quizás a quienes no saben o no quieren hacer las cosas bien, pocos pero muy significativos, les removería un poco la conciencia.
Todos nos jugamos mucho en la lucha contra los incendios, también los crecientes urbanitas que miran al campo como algo habitualmente ajeno, y por eso todos debemos implicarnos al máximo en esa batalla contra quienes practican un egoísmo y una falta de razón que nos daña enormemente.