Quizás alguien considere que Mijares, por el mero hecho de ser un pequeño pueblo serrano de la provincia de Ávila, no puede tener un restaurante de lujo. Pero la realidad desmiente a quien así pudiera pensar. Porque en el mes de diciembre abrió el restaurante Botavara Mijares, el segundo de una cadena (el primero se ubica en la pedanía almeriense de San José, en el Cabo de Gata), propiedad de Juan Quero, un empresario vinculado desde siempre al pueblo. Mohamed Ejadi es el encargado de este nuevo local hostelero y quien comanda un equipo de nueve empleados.
El término marítimo botavara (palo horizontal que, apoyado en el coronamiento de popa y asegurado en el mástil más próximo a ella, sirve para cazar la vela cangreja) ya da alguna pista sobre su oferta gastronómica. Porque su carta mezcla la cocina mediterránea con los productos de la tierra abulense. Es decir, los comensales pueden disfrutar de mariscos como quisquilla macerada, gamba roja de Garrucha o zamburiñas; pescados frescos como rodaballo o lubina; y, por supuesto, carne de avileño. Y quien lo desee, también puede comer recetas con origen en Marruecos (país de procedencia de varios de los trabajadores), como el cuscús o el tajin, o varias clases de arroces.
«Cada día tratamos de mejorar, preguntamos a los clientes en qué podemos mejorar. Pero llevamos una buena línea. Nosotros siempre apostamos por la calidad de la materia prima para intentar ofrecer lo mejor y a un precio razonable a los comensales», afirma Mohamed. Y no es para menos, porque el aspecto de sus productos es inmejorable. Al igual que las vistas desde la terraza del restaurante. Botavara Restaurante tiene una capacidad para unas 100 personas que pueden disfrutar de una agradable comida o cena con vistas al Valle del Tiétar. Y todo maridado con unos vinos de gran calidad. «En Botavara no solo ofrecemos comida, sino una experiencia completa. Aquí viene la gente a estar agusto», comenta el encargado.
Ya que está el verano en marcha, un buen plan estival es viajar a Mijares, conocer sus encantos, bañarse en sus piscinas naturales y comer un buen plato de la carta de Botavara. Quien lo haga vivirá un día redondo.