Hablar del tema del desempleo en la provincia de Ávila, asunto fundamental de presente y de futuro que a veces parece que se nos olvida, lleva aparejada la dificultad, si se quiere ser lo más atinado posible en la valoración de los datos, de que nos enfrentamos a la contradicción que existe entre cantidad y calidad, ya que aunque la primera pueda ir pintada de verde la segunda suele no alcanzar nunca ese color. Arrancamos 2024 con la habitual subida del paro, a remolque de la estacionalidad de ese sector servicios al que las fiestas de Navidad tanto marcan, pero con el brote verde de descubrir que la cifra de desempleados ha bajado muy significativamente en un año, tanto como en 719 personas.
En paralelo con ese claroscuro económico, cuentan también las estadísticas que nuestra provincia ha sufrido la mayor caída de afiliación en el conjunto de la región en el mes de enero, pero que en el conjunto de los últimos doce meses conoció un esperanzador incremento.
Y mientras los datos van moviéndose, dejando a la provincia de Ávila en unas cifras que no invitan mucho al optimismo, la CEOE advierte de la «fragilidad» que sufre la economía abulense, a la cual ubica «en un contexto de incertidumbre prolongado durante meses, una caída de la cifra de negocios, un deterioro de los niveles de confianza y un aumento de costes empresariales que está teniendo impacto en la contratación de las empresas, dadas las dificultades para el empresariado», al mismo tiempo que expresa su temor a que la evolución de la ocupación y el paro vaya a peor en los próximos meses».
Pasando de la cantidad a la calidad, la evidencia de que los salarios en Ávila continúan siendo significativamente más bajos que en la media regional y en la nacional –una realidad que es de presente y que lo fue de pasado, dejando ese lastre de sufrir unas pensiones que están entre las más pobres de todo el país– no puede esconderse detrás de evoluciones puntuales más o menos positivas, porque también ese 'detalle' es muy importante ya que marca el nivel de la calidad de vida de nuestros mayores.
Tampoco puede obviarse el dato negativo de que el creciente envejecimiento de la población abulense hace que los datos de la economía sean cada vez más difíciles de mover, porque ir a menos en esa medida sería tan difícil como catastrófico, con lo cual nos encontramos con que mes a mes pisamos las arenas movedizas de la inestabilidad y la precariedad, que a veces esconden en datos al alza realidades grises, y que evidencian que esta provincia necesita con urgencia una dinamización que no puede quedarse solamente en el mantenimiento o sutil crecimiento del sector servicios, tan sujeto a vaivenes, sino que precisa de la seguridad que le daría esa industria que sigue sin llegar... y que parece que ni se la espera.