Isidro Sepúlveda, profesor de Historia con un amplio currículum de aprendizaje, enseñanza y actividades formativas, es desde hace unas semanas el nuevo director del Centro Asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia en Ávila, un puesto al que llega con la ilusión de dar continuidad al buen trabajo realizado hasta ahora y de impulsar una labor formativa que no solamente sirva para formar a los estudiantes sino también para llegar a toda la sociedad.
Convencido de que en este momento la razón está perdiendo peso frente a la emoción, y que ese es un camino desbrozado para acrecentar la manipulación y hacer más difícil que cada cual tome decisiones por sí mismo, apuesta por la educación, seria y responsable, como arma para mejorar nuestro futuro.
¿Cómo le gustaría presentarse a la sociedad abulense?
Pues, fundamentalmente, como un profesor de Historia y como alguien que ha viajado mucho y conoce mucho mundo, alguien que tiene ya bastantes años de experiencia en la vida y que se marca ahora como fin trabajar para la sociedad devolviendo lo que ha recibido. En el caso de mi cargo como director de UNED Ávila, con el objetivo, modesto, de contribuir a la mejora de la sociedad abulense, de la capital y de la provincia, para que haya un más fácil acceso a la educación y a la cultura.
Viene a dirigir una institución que lleva ya funcionando en Ávila 44 años, un pasado consolidado que imagino que ayuda a mirar al futuro con más confianza.
Esos dos vectores temporales son esenciales. Primero el pasado, y hay que poner en valor la trascendencia que tuvo la UNED en su momento, que fue la primera universidad de Ávila como tal, y establecer el peso institucional de la UNED en Ávila; y aprovechando la coyuntura de la transformación, y que nos vamos a mudar de sede por obligado cumplimiento, también queremos acercarnos a la ciudad de Ávila, ponernos a disposición de los de los abulenses y tratar de innovar, tratar de desarrollar nuevas iniciativas, ofrecer nuevos servicios y alcanzar una presencia institucional en la ciudad y en la provincia.
¿Uno de sus objetivos es también aumentar el número de alumnos?
En las enseñanzas de grado o de postgrado es importante el número de alumnos, lógicamente, pero más allá del número lo importante es la implicación que tenga la universidad en la sociedad que la acoge. Si tenemos más alumnos llegamos a más hogares, llegamos a más parte de la sociedad, pero en esto es importante tener presente que no es una cuestión de mercado.
¿No se trata de hablar de cantidad sino de calidad?
Exacto. No podemos hablar de una 'ampliación de clientela' sino, fundamentalmente, de contar con servicios de calidad y de ofrecer oportunidades al conjunto de la sociedad.
¿Falta quizás aún un conocimiento más exacto de lo que ofrece la UNED en Ávila?
No sé, pero por si acaso no está de sobra recordar que la UNED en este momento ofrece estudios de grado, estudios de postgrado y estudios complementarios, con especial representación en las facultades de Derecho, Económicas, Psicología, Educación, Historia, Filología y Filosofía, y hay también un importante número de alumnos de Ciencias Políticas y Sociología.
¿Diría que la UNED ayuda, y no poco, a democratizar el acceso a la universidad?
Sí, y esto es importante porque el acceso a la alta educación ha sido tradicionalmente patrimonio exclusivo de las grandes ciudades, donde tienen sede las grandes universidades, y para alguien de un pequeño pueblo de una provincia española hacer un doctorado era prácticamente inimaginable. Ahora hacer un máster o hacer un doctorado está al alcance de cualquiera, porque nosotros ponemos todos los medios a su disposición y trasladamos no solamente conocimientos sino, sobre todo, metodologías de investigación. Ofrecemos este servicio a toda la ciudadanía, esté donde esté, por remoto que sea su hogar.
Y además están participando en actividades culturales paralelas.
Sí, porque además de los estudios universitarios organizamos actividades docentes y culturales, que cada vez más van a tener un peso más singular en la UNED, sobre todo cuando nos cambiemos de sede, porque pretendo que alcancen una trascendencia equiparable a la docencia normal.
Como ejemplo de esa novedad, este año hemos celebrado un ciclo de conferencias, realmente exitoso, titulado 'Un edificio, un personaje', que aún no ha concluido, también tenemos abierta una exposición de pintura y vamos a realizar un recorrido por parques abulenses observando la ornitología local, todo ellos actividades gratuitas a las que invito a los abulenses a participar, por hablar solamente de las actividades más inmediatas.
¿Algún otro proyecto de futuro inmediato?
Cuando nos mudemos a la nueva sede (en el palacio de Nebreda, posiblemente para el curso 2025-2026), vamos a poner en marcha una oferta que en Ávila aún no se ha implementado, que es la UNED Senior.
¿Podría concretar en qué va a consistir?
Es una oferta de acceso a estudios universitarios específicamente diseñados para gente que ya tiene una edad, que bien tiene un trabajo o que incluso está ya jubilada, y que por las razones que fueran en su momento no pudo realizar unos estudios universitarios que ahora si que querría hacer.
¿Habrá condiciones específicas para ellos?
Por supuesto. La primera es que económicamente será más accesible que los estudios ordinarios, y lo siguientes es que quienes se matriculen no tendrán que superar exámenes ni hacer trabajos obligatorios, simplemente vendrán a disfrutar de lo que significa el aprendizaje sobre asuntos que realmente les gustan.
Suena interesante eso de aprender por el placer de aprender.
Sí, y en el caso de la UNED Senior te das cuenta por primera vez de lo que es la verdadera satisfacción de aprender, y además lo ves en la cara del usuario. Aprender por aprender, no aprender para tener un título o para ponerlo en práctica, es algo realmente muy gratificante, es en realidad la esencia del aprendizaje.
… que casi suena a utopía.
Quizás, pero insisto en que aprender por el placer de aprender, mantener la idea de que lo importante es el conocimiento por sí mismo, es magnífico, y eso no es una cuestión ni local ni nacional, es una cuestión global.
Algo que casi nadie practica.
Así es, y lo peor de todo es que esto va en contra de las esencias de la contemporaneidad. Nos estamos liquidando el espíritu de ciudadanía que nació en el siglo XVIII y esto está creando muchos problemas. En la situación actual, cada vez más las personas dejan de ser consideradas como ciudadanas y, lo que es peor todavía, dejan de considerarse a sí mismas como interciudadanas.
Conseguir esa categoría de ciudadanos fue el gran logro del siglo XVIII para dejar atrás el antiguo régimen, es decir, para dejar de ser vasallos y ser constitutivos de soberanía nacional, ser ciudadanos, y esto lo estamos olvidando.
¿Nos define quizás mejor ahora la palabra consumidores que la de ciudadanos?
Bueno, estamos siendo tratados como tales, exclusivamente, incluso por la clase política. Somos partícipes de grupos de consumo e incluso el voto ha pasado a ser casi un elemento de consumo, se mercadea con él y cada partido tiene una clientela electoral.
¿Y de quién es la culpa?
Pues la culpa no es solamente de los políticos, la culpa es de todos, incluyendo a los ciudadanos que no hemos sabido indicar a la clase política que no nos consideren como tal, sino que seguimos siendo de facto los poseedores de la soberanía nacional y ellos son simplemente la personificación de la delegación de nuestra soberanía nacional.
Volviendo a su labor como responsable de UNED Ávila, ¿cuáles son los principales retos que se plantea?
Podríamos resumir esos retos en tres. El primero es recuperar la tradición institucional de la UNED para dejarla muy asentada, muy consolidada y muy identificada con la ciudad y con la provincia de Ávila, es decir, que Ávila sienta de nuevo que la UNED es su universidad.
El segundo reto es hacer de la UNED un servicio público como universidad pública que es, lo cual marca una clara diferencia con respecto a otros centros que ven en la educación un negocio, y hace evidente que nuestro objetivo principal es contribuir a la mejora de la sociedad a través de la educación y de otros tipos de actividades.
El tercer gran reto es apostar por la innovación, haciendo de la necesidad virtud y aprovechando el cambio que vamos a tener de sede para transformarnos, adaptarnos y mejorar los servicios que ofrecemos a la ciudad y a la provincia de África.
Como profesor de Historia que es, ¿comparte la idea de que olvidar o desconocer nuestro pasado es un gran riesgo?
Lo peor no es olvidar, es repetir los errores del pasado, y ahora tenemos el serio riesgo de vivir en una sociedad adanista que cree que está descubriendo el Mediterráneo permanentemente y que piensa que con ellos todo surge de nuevo, cuando en realidad somos eslabones de una larga cadena social, cultural y de una historia política que nos puede gustar más o nos puede gustar menos, pero que es la que es.
¿Conocemos bien los españoles nuestra Historia o sigue pesando mucho la vieja leyenda negra que nos hace parecer peor de lo que somos?
En una conferencia la semana pasada, el director del Archivo militar en Toledo hablaba de combatir esa leyenda negra que en tantos aspectos pesa sobre España, después conversamos y yo le dije que el problema de la leyenda negra no es que esté en Holanda o esté en las universidades francesas o en Estados Unidos, el problema es que la leyenda negra la tenemos nosotros dentro.
¿Y que nos la creemos aunque sea mentira y nos perjudique?
Así es, aunque sea mentira. Esa leyenda negra nació del interés de otros países por combatir la hegemonía española, por un interés contrario a España, pero ahora está asentada en la ignorancia que sufre la sociedad.
Pero, en teoría, las nuevas generaciones de españoles son las más preparadas de la Historia.
Esta idea de que España tiene en este momento la juventud más preparada de su historia, ya lo decía hace dos décadas y media Felipe González y se repite casi como un dogma fundamentalmente porque adula a una clientela electoral joven, no es cierta por desgracia. Y buena parte de la culpa de ello no la tienen los jóvenes, la tienen los que hemos preparado a estos jóvenes y no hemos realizado la labor adecuada para ello.
Una culpa que va más allá del ámbito académico, ¿no?
En ese reparto digamos que de culpas no está sólo la parte docente, la escuela, el instituto, la universidad, sino que están también los padres, los medios de comunicación y la sociedad en general. La responsabilidad de no tener una juventud mejor preparada, más consciente y crítica esta mancomunada entre todos. Para solucionarlo primero tenemos que ser conscientes de ello y luego tenemos que trabajar para mejorar la situación, y ahí quiere la UNED jugar un papel importante.
¿Vivimos un momento crítico, o decir eso es un tópico recurrente?
Estamos en un momento no solamente crítico sino trascendental. Pero también tenemos que tener claro que somos conscientes, o debemos serlo, del tiempo en que vivimos, que tenemos herramientas para transformarlo como nunca antes y, por tanto, que el futuro está en nuestras manos. El problema es que no podemos dejar que otros jueguen con nuestro futuro, tenemos que ser conscientes de que es nuestra responsabilidad transformar este futuro y de que no estamos abocados a ninguna maldición.
Pero eso no parece fácil, es luchar contra unos poderes muy fuertes y con unos intereses muy claros
Bueno, esos poderes de los que usted habla tienen unos intereses y van a trabajar con ellos, pero nosotros tenemos que conocer cuál es la realidad y, una vez que la conozcamos, tenemos dos opciones: o pensar que esta realidad es inmutable, es decir, creer que nos la tienen que dar hecha, o ser conscientes de que está en nuestra mano transformarla, y esta transformación exige esfuerzo, trabajo, constancia y tiempo.
Y eso no se improvisa.
En absoluto, los grandes cambios exigen mucho esfuerzo transformador, y hay que ser conscientes de ello. Hay enormes peligros en el horizonte, pero somos muy conocedores de ellos: todo lo que tiene que ver con el cambio climático, con el agotamiento de los recursos naturales, con la reducción de ecosistemas.
Pero hay cosas que no percibimos tan fácilmente y que son tanto o más importantes, y una de ellas es ver como bien entrado ya al siglo XXI estamos erosionando las bases estructurales sobre las que se edificó la contemporaneidad. Y para entender en toda su dimensión el peligro que estamos corriendo hay que ver de qué hablamos cuando lo hacemos de contemporaneidad, que es el periodo más extenso y más exitoso de crecimiento de la prosperidad humana, el primer momento en el que la humanidad se ha quitado en el mundo occidental una lacra que antes era omnipresente y que ahora parece que tenemos olvidada, que es el hambre.
Y tampoco hemos dado la importancia que se merece a la eliminación del analfabetismo. Hay que recordar que en la España de 1900 el 70% de la población no sabía ni leer ni escribir, no quiere decir que fueran incultos, porque tenían una gran cultura oral, pero sí eran analfabetos. Y resulta que un siglo y cuarto después nos encontramos con analfabetos funcionales, gente que ha ido a la escuela, gente que teóricamente tiene una preparación, que no es que no sepan leer ni escribir, pero ni escriben ni leen. Se informan a través de TikTok y de otras redes sociales, y esto acaba creando analfabetos funcionales.
Frente a muchos de esos problemas, ¿la educación nos hará libres, o al menos un poco más libres?
No sé si más libres o no, pero la educación nos hará más conscientes, la persona consciente es responsable, y la persona consciente y responsable tenderá a ser libre.