"Cuando vas a un Mundial tienes que saber lo que debes hacer"

Alberto Sánchez
-

Fisioterapeuta con la Selección Española de Atletismo, Julian Laguna ejerce en el Centro de Salud de Burgohondo y su propia consulta, Praxis. Riojano –47 años– de nacimiento, un grave accidente le obligó a volver a empezar.

Julián Laguna - Foto: David González

Deporte y salud. Salud y deporte. Se diga como se diga, ambos van de la mano en la vida de JuliánLaguna, fisioterapeuta de vocación, de los que nacen y después se hacen. Porque cuando otros jugaban con los madelman o los airgam boys, a él lo que ya le llamaba la atención era aquello que acabaría siendo su vida en el más amplio sentido de la palabra. Porque a Julián le rodea la fisioterapia. «Se podría decir que soy el único fisioterapeuta del Valle del Alberche» señala con cierta ironía cuando cuenta su labor desde el Centro de Salud de Burgohondo, donde ejerce actualmente. Una jornada laboral que se prolonga en el Centro de Fisioterapia Praxis, que puso en marcha cuando su mujer –fisioterapeuta en el hospital– y él decidieron venirse a Ávila. Él es de La Rioja, ella de Talavera, se conocieron en Toledo y acabaron en Ávila, donde ya se siente uno más, formando una familia. Y si todo ello fuera poco, Julián ejerce como fisioterapeuta en la Selección Española de Atletismo,  una labor que, además, le permite viajar por el mundo.  «La maleta siempre está preparada».

Riojano de nacimiento. Allí tiene a su familia –sus padres y su hermana– pero los estudios le llevaron a salir. «Fui a estudiar fuera, a la facultad de Toledo».Ni entonces ni ahora había escuela de fisioterapia. Lo hizo por convicción y vocación. «Siempre lo ha sido. Como se suele decir, con 7 años estaba en casa dando masajes a mi madre». Le costó llegar. «Tuve que subir la nota». A partir de ahí, a Toledo. «Allí conocí a mi mujer». Y se preguntaron aquello del y ahora qué. «Ella me dijo que nos quedáramos en Talavera. Yo la dije que nos fuéramos a Logroño».Ni lo uno ni lo otro. Se vinieron a Ávila «sin conocer a nadie, sin trabajo». Era el año 2002. «Miramos varias ciudades y cuántas clínicas había. Entonces en Ávila había cuatro de fisioterapia. La idea era montar algo, pero no teníamos dinero. Tuvimos que trabajar donde nos iba saliendo». Una carrera por aquí, una carrera por allá. Una de esas cosas que 'fueron saliendo' fue el Real Ávila. Porque JuliánLaguna ejerció de fisio del equipo que dirigía Luis Miguel Martín del Río aquellos dos años en los que el Oviedo llenó en dos ocasiones (2003-04 y 2004-05) el Adolfo Suárez para dejar a los encarnados fuera del reto del ascenso. Fueron años de idas y venida. De ir a Logroño, de viajar a Toledo y de regresar a Ávila en 2008 para acabar de poner en marcha su consulta en 2010.

Los inicios en un negocio nunca son sencillos. «Abrirlo es fácil, otra cosa es el luego, y más para, como en mi caso, una persona que no es de Ávila».A diferencia de otros «yo el primer paciente no lo tengo. Aquello del primer paciente porque es mi primo, mi amigo, mi vecino... Ése no lo tengo, pero era algo con lo que contaba. A partir de llevar una temporada, me ha ido bien» recuerda.

Siempre que ha ejercido lo ha hecho mirando a lo deportivo. «El deporte es mi pasión. He practicado muchos deportes y quería enfocar mi carrera laboral hacia la fisioterapia deportiva». El deporte a nivel federado formó parte de su vida. «Es una de mis pasiones y me da igual qué deporte. Poder unirlo con la parte laboral, maravilloso». Un mundo en el que para abrirse un hueco lo primero es la formación, «es la base. Si quieres que alguien te llame tu currículo tiene que estar acorde a la parte deportiva. Cualquier club, cualquier asociación deportiva es lo primero que van a mirar y va a buscar al más apropiado para esa actividad».Tras la formación «hay que tener un poquito de suerte, echar todos los currículos que puedas y esperar tu momento». Ahora el momento lo vive en la SelecciónEspañola de Atletismo, pero para llegar hasta ahí hubo muchas paradas por el camino. «Yo ya llevaba colaborando con la Federación de Castilla y León de Atletismo unos cinco años». Una época en la que se recorrió una veintena de campeonatos de España en Pista Cubierta, Aire Libre, Júnior, Sub'16... «Todas las categorías.Conozco todas las pistas de atletismo de España. A partir de ahí siempre actualizaba mi currículo para mandárselo a las federaciones y un día sonó el teléfono.Era Ángel Basas», responsable de fisioterapia de la FederaciónEspañola de Atletismo que falleció el pasado mes de febrero junto a su hijo. Les gustó su currículo. Al principio le llamó para las cosas «que no quiere nadie».Su primer trabajo para la RFEAfue una concentración de saltos en Semana Santa en Castellón. «Tenía que ir».Había que aceptar lo que fuera. «A partir de ahí, ya no he dejado de ir como colaborador habitual en diferentes eventos». Algún nacional pero especialmente internacionales y en los últimos años con disciplinas relacionadas con las largas distancias.

«Los primeros campeonatos a los que fui, como el Europeo Sub'23 en Polonia o los Juegos del Mediterráneo en Italia, fueron en pista».Una vez que la FederaciónEspañola asumió la parte de montaña y se celebró el campeonato en Peña Golosa en 2019 «sólo he hecho montaña y ultras. Siempre ironizo con que me han encasillado con la montaña pero estoy encantado. Supongo que por el perfil de atletas encajo mejor». Grandes o mayores, ha estado con todos y con todos se siente cómodo. «A los más jóvenes se les ve con esa cara de ilusión.A los veteranos les ves la cara de que quizás sea su última oportunidad». Y en ambos casos van «a darlo todo».

Un trabajo y una puerta a conocer mundo. «Me encanta viajar». La maleta 'siempre' está preparada pero «hay que consensuarlo con la familia», al final «es lo más importante». Ya le conocen, no le ponen peros. «Saben que me encanta».

Son citas al más alto nivel. «Estamos hablando de Europeos o Mundiales, de gente que está entrenando un año o dos años para ese evento. La exigencia a nivel de fisioterapia es alta. No puedes ir a no saber lo que tienes que hacer. El atleta te va a decir me duele aquí, que me duele allá, porque siempre van con molestias a pesar de que van a competir. A un atleta de elite le duele todo. A nivel de fisioterapia es exigente y hay que estar bien». Son días de tensión para todos.

Los días previos a una competición, cuando hay que ponerse a punto, «quien debe ayudarlos soy yo.En ocasiones son momentos tensos. Hay una parte también de psicología».Es allí, en la camilla, en esa sala de fisioterapia donde entran todos, desde el entrenador al médico, donde «le preguntas al atleta por sus expectativas, por la familia, donde le dan vueltas a todo el recorrido...» Allí se conocen no como fisio y atleta, sino como personas, como compañeros. «Es lo bonito». Pero en un evento así hay que estar preparado para todo, desde labores de avituallamiento o de 'taxista' a recoger dorsales, «lo que nos pidan. Debemos estar abiertos a todo si está en nuestras manos y mientras no descuidemos nuestra principal labor».

Forma parte de todo ese 'engranaje' que muchas veces no se ve, de esas piezas desconocidas, pero sin las cuales los éxitos de los atletas no serían posibles. «Cuando acabamos los campeonatos y cada uno va regresando a su casa y nos separamos, es cuando te agradecen esa labor que has hecho».

Lo que es ahora y lo que era antes tuvo un momento clave a las puertas de la pandemia cuando sufría un accidente «terrible» con la bicicleta. Lo de menos, pese a las dos operaciones, fue la clavícula. Lo de más, el traumatismo craneoencefálico severo que le llevó a Salamanca. «La vida hizo 'catracrack'.Un día estaba vivo y al día siguiente los médicos sospechaban que no iba a quedar bien. A raíz de la recuperación me di cuenta de que la vida es otra cosa. Por suerte o por desgracia no puedo evitar pensar todos los días que he estado jodido. Fue muy duro». Fue volver a empezar. «Por un momento  dudé si volvería a ejercer.Físicamente, por formación, sabía que iba a salir adelante, pero la parte cognitiva no fue fácil».  Los cimientos de su vida se tambalearon. La fisioterapia «es lo único que sé hacer. No sé hacer otra cosa». Con mucho trabajo salió adelante. «Mentalmente con tratamiento, con muchos profesionales de por medio, con la familia y empezar a trabajar muy despacio, con gente conocida, amigos, poco a poco» hasta volver a reconstruirlo todo.

En esta vida tan ajetreada –«se puede llevar una vida así una temporada»– hay tiempo para el descanso, aunque no se detiene. Porque cuando no trabaja «lo que me gusta es hacer deporte», especialmente con sus hijos, esos a los que les hace ilusión que su padre se mueva al más alto nivel. «Uno hace tenis, el otro fútbol... Al que hace la natación, le dejo solo. No es mi terreno» se ríe.