Como todas las jóvenes de su edad, hasta hace algunos meses Ainhoa Jiménez lo poco que sabía de Amancio Ortega es que era el dueño de Zara. Ahora es el benefactor que le ha permitido vivir una experiencia única y seguramente inolvidable:la de cursar primero de Bachillerato en Canadá. Y es que esta joven de 16 años es una de las beneficiarias del Programa de Becas de la Fundación Amancio Ortega que cada año beca a 400 alumnos de toda España para realizar el primer curso de Bachillerato en Estados Unidos y Canadá.
Obtener una de estas becas no es nada sencillo teniendo en cuenta que cerca de 8.500 estudiantes de toda España participaron en el proceso de selección durante la última convocatoria de este programa que se falló a finales del pasado año y en la que ningún estudiante abulense resultó becado. No ocurrió lo mismo hace un año cuando entre los seleccionados se encontraba esta estudiante del IES Alonso de Madrigal que tras un proceso difícil el 19 de diciembre de 2022 (no olvida esa fecha) recibía una de las mejores noticias de su vida:le habían dado una de las becas de la Fundación Amancio Ortega.
«Pedí la beca porque siempre ha sido mi sueño irme de intercambio», reconoce esta joven abulense que llegó a finales de agosto a Canadá, en concreto a la ciudad de Kingston, perteneciente a la región de Ontario, donde vive con una familia de acogida, «que se ha convertido en mi segunda familiar de verdad», y donde cada día asiste a clase en un instituto local.
«Sinceramente no tenía ninguna esperanza ya que los requisitos de la beca son muy exigentes y está muy demandada por todo el mundo», reconoce Ainhoa al hablar de la dificultad que entraña obtener una de estas becas que ella sí consiguió. «Yo luché hasta el final y fui pasando las rondas hasta que finalmente me la dieron», afirma con satisfacción por cuanto esta beca le está llevando a vivir «una experiencia brutal». «Sientes emociones que no sabías ni que se podían sentir», reconoce esta abulense al hablar de su vida en Ontario y de lo mucho que está disfrutando de esta oportunidad pese a las dificultades iniciales. «Al principio es muy complicado. Estás muy lejos de tu casa, de la gente que te quiere, pero luego todo mejora y sin duda vives cosas que nunca te hubieras imaginado», confiesa quien en Canadá ha empezado a esquiar o a ir al campo a ver partidos de fútbol americano o de hockey sobre hielo, algo impensable en Ávila.
«Ahora que es invierno me levanto todos los días con todo cubierto de blanco y podemos hacer muñecos de nieve, peleas de bolas....», pone como ejemplo de lo diferente que es Canadá pese a que en Ávila estemos acostumbrados al frío.
«Obviamente, echo de menos mi casa, el calor de mi familia... Algo estaría mal si no lo hiciera, pero al final esto te enseña a que la distancia no importa cuando el amor es de verdad», responde cuando se le pregunta que es lo que peor lleva de estar tan lejos. Sin embargo, reconoce que otra de las cosas que más le está sorprendiendo de este intercambio es «el sentimiento de sentirte querida en un país que no es el tuyo», afirmando que todo el mundo, tanto la familia con la que vive como sus compañeros de instituto, se esfuerzan porque «te sientas lo más cómoda posible, interesándose por tu cultura, por tu país, por tu idioma» y que está recibiendo muchísima ayuda para que pueda disfrutar lo máximo posible de esta experiencia. «Es un sentimiento que siempre llevaré conmigo», afirma consciente de que nunca olvidará esta experiencia.
«Irte de intercambio te ayuda a crecer como persona, a ver las cosas de una manera completamente diferente. Te ayuda a sentirte orgullosa de ti misma. Y yo, sin duda, creo que todo el mundo debería irse de intercambio al menos una vez en su vida. Es una experiencia inexplicable y, sin duda, inolvidable», apunta Ainhoa a modo de despedida, o de hasta luego, ya que a finales de junio regresará a Ávila, y también como consejo para otros jóvenes como ella que estén pensando en completar su formación fuera de nuestro país y que quizás en próximas ediciones puedan contar para ello con el apoyo de la Fundación Amancio Ortega.