El abulense que se convirtió en rey del torrezno en Madrid

E.Carretero
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Naturales de La Hija de Dios, José Luis Blázquez y sus hermanos fueron pioneros en ofrecer esta humilde parte de la panceta del cerdo en sus bares, que se han convertido en unos de los más famosos y frecuentados de la capital

El abulense que se convirtió en rey del torrezno en Madrid - Foto: Juan Lazaro

Unas patatas meneadas y unos torreznos. Recuerda José Luis Blázquez que ese era el reconstituyente con el que los hombres de La Hija de Dios, entre ellos su padre, cogían fuerza para afrontar las tareas del campo. Se remonta a los años 40 del siglo pasado cuando todavía vivía en este pueblo de la provincia de Ávila donde se rodaron algunas de las escenas de Conan el Bárbaro, aquella película en la que  Arnold Schwarzenegger se dio a conocer. Sin embargo, cuando el que fuera gobernador de California pisó su pueblo José Luis ya llevaba años siendo el gobernador del torrezno en Madrid. 

«Mi padre tenía ganado, tierras y molinos», comienza a explicar este empresario como terminó en la capital del país convirtiendo la pobre corteza del cerdo en un manjar. Sin embargo, la mecanización agrícola, las macrogranjas y los piensos compuestos pusieron fin a los negocios de su progenitor y también  a los deseos de que sus siete hijos pudiera seguir con los negocios familiares. A los 16 años José Luis y dos de sus siete hermanos, Álvaro y Leonardo (el resto era todas mujeres), se trasladaron a la capital de España siguiendo los pasos de una de sus hermanas que se había casado con otro abulense y que allí habían montado un bar. Viendo que podía ser un negocio interesante, el padre de los Blázquez se hizo cargo del traspaso de un pequeño bar en el número 88 de la calle Goya sobre el que pusieron un rótulo con el apellido familiar y que explotaron los tres hijos varones. 

Entre la oferta de platos los hermanos Blázquez incluyeron los torreznos, aquellos que habían comido desde pequeños en su pueblo de Ávila y que ofrecían a sus clientes que al principio renegaban de un plato tan pobre. Sin embargo, poco a poco la clientela de este bar empezó a sucumbir a este humilde manjar hasta tal punto que por todo Madrid el bar Blázquez empezó a llamarse «el de los Torreznos», lo que obligó a José Luis y a sus hermanos a cambiar el rótulo y a poner a su negocio el nombre de esta vianda de la panceta del cerdo. 

«Venían clientes de todas las partes de Madrid, incluso de fuera, para probar nuestros torreznos», recuerda José Luis que se enorgullece de decir que cuando ellos empezaron a ofrecer este producto no se veían torreznos en ningún bar de la capital de España. «Ahora los ponen en todas partes», apunta como ejemplo del éxito que tuvo su iniciativa. 

torreznos por todo madrid Tan bien les empezó a ir el negocio a los Blázquez que aquel pequeño bar de 44 metros se amplió al comprar el local vecino, que era una afamada sastrería, hasta los 120 metros con los que actualmente cuenta este negocio que sigue en pie y al que con los años se fueron sumando más bares. Uno en Fernán Gómez, que puso en marcha su hermano Álvaro, y que en la 0actualidad regentan sus sobrinos; otro en Doctor Esquerdo, del que se hizo cargo Leonardo, y otros dos más, estos ya solo de José Luis, en López de Hoyos 149 y Alonso Cano 69 que junto con el de Goya, y tras la jubilación de nuestro protagonista, llevan sus tres hijos (José, Alberto y Estefanía) y donde los torreznos siguen siendo el plato estrella. 

Aunque ya hace años que se jubiló José Luis pasa todos los días por su bar de Goya que entre su clientela cuenta con muchos vecinos y trabajadores de la zona pero también con muchos turistas que llegan de todas las partes de España e incluso del extranjero para probar los famosos torreznos. También gente de Ávila, una provincia que José Luis visita menos de lo que le gustaría pero que lleva muy dentro. «Cuando alguien me dice que es de Ávila, siento que es algo mío», asegura este empresario al hablar de la añoranza y los recuerdos que tiene de la tierra que le vio nacer y en la que comió por primera vez torreznos, esos de los que después hizo un imperio hostelero