Por su nombre, Miguel Ángel Jiménez López, pocos sabrán de quién estamos hablando. Si decimos 'Maño' lo sabrán todos.Es el corazón del Adolfo Suárez, un estadio que ha visto 'nacer' y languidecer con el paso de los años. «Cualquier día se me cae algo encima.Está eso –señala a la zona donde trabaja– que da miedo entrar» ironiza en los pasillos de un campo decrépito que pide a voces un relevo y la jubilación. No lo hace, pese a estar a las puertas de los 72 años, Maño, utillero del equipo y poco menos que 'padre' de cuantos pasan cada año por un vestuario que funciona gracias a su labor. Por sus manos pasan camisetas, pantalones, botas, calcetines...La logística está en sus manos. Que unos luzcan 'guapos' cuando cada domingo el balón les convoca sobre el césped es, en buena media, gracias a personas como Maño, que forman parte de las entrañas de un club que ha visto pasar jugadores, entrenadores, directores deportivos, presidentes, propietarios... Pero allí siempre está él.Porque son personas como Maño –y en el Real Ávila se podrían nombrar a otros, desde Rosa a Julián, de Marino a José Miguel, Antonio no hace tanto y otros muchos– las que permiten que este club siga funcionando.
«¿Por qué te llaman Maño?» Puede parecer una pregunta obvia, pero es el primer paso para conocer a una persona. «Porque soy de Aragón. En el trabajo siempre te ponían un mote y como era maño pues con Maño me quedé y ahora la gente me conoce más por el apodo que por mi nombre». Y aterrizó en el Real Ávila de manos de un amigo, 'Chema', que entonces estaba de entrenador en el club. «Necesitaban un utillero». Y aquí se quedó. Eran finales de los 70 e inicios de los 80. «Empecé en el último año de Emiliano Arévalo».Recuerda que entonces 'Tasín' era el delegado del equipo. «Fíjate. Cogió después el Ávila para estar siete años con él» escarba entre sus recuerdos de un club donde ha podido vivir mucho.
Su labor, como utillero, incluye preparar la equipación de los jugadores, lavar la ropa, preparar el material de los viajes... «La gente no sabe lo que hay detrás. No se ve el trabajo que hay detrás para que todo salga perfecto» apunta. «La gente que estamos trabajando por detrás somos los que sacamos las castañas del fuego, como suele decirse».
En el Adolfo Suárez ha tenido la oportunidad de ver y vivir «de todo». El mejor recuerdo que guarda de su trayectoria son los dos ascensos a Segunda B. «Nunca había vivido una experiencia así. Lo ves por la tele pero cuando lo vives en persona... Es una gozada».Quién sabe si podrá vivir uno más este año. «Después de 20 años sería una ilusión». Entre sus peores recuerdos podría apuntar unos cuantos, empezando por la inestabilidad que algunos años puso en vilo al club, pero lo que de verdad sufrió fue «el descenso de Segunda B después de siete años.Bajar a Tercera... Lo pasamos mal, pero había que mirar hacia adelante.Un presidente nos dijo un día que desde él al utillero estábamos en el mismo barco. Es cosa de todos».Y en ese todos quiere seguir Maño, que tiene cuerda para rato. «Si lo dejo les doy un disgusto. Si te vas tu, nos vamos todos, me dicen». Pues mejor no te vayas.