No hace falta ser muy perspicaz para concluir que la política va a ser una de las protagonistas en nuestra Comunidad en este año que comienza a poco que analicemos los calendarios y las peripecias que han tenido lugar en los meses anteriores. Y en lo subsiguiente, el PSOE, único partido que puede inquietar al PP, va a experimentar un viaje interior cuyo itinerario aún es desconocido. A la vuelta del tiempo de navidad tiene lugar la primera cita, las primarias, pendientes de saber si será una contienda o simplemente una validación de los designios de Ferraz.
La naturaleza de este año Santo y Jubilar va a ser, en consecuencia, electoral, tanto si se adelantan las elecciones autonómicas como si se especula con su anticipación o sencillamente si sólo se calientan motores para el año que viene. La posición del Partido Popular es cómoda porque al PSOE le resulta muy difícil validar en Castilla y León las capitulaciones de La Moncloa, obligada a pagar una costosísima factura para que Pedro Sánchez se mantenga al frente del elenco con el que bailotea. Los rompeolas son las comunidades autónomas, partiendo de la base de que será muy difícil que los nacionalistas cambien sus alianzas dadas las rumbosas concesiones del ejecutivo.
Esa es la coyuntura que puede aprovechar Fernández Mañueco para conseguir su tercera investidura. Una oportunidad dorada porque Sánchez tendrá que seguir comulgando con ruedas de molino a menos que decida echarse al monte y convocar comicios, algo ajeno a su afán de perpetuidad. Y cuanto más ceda Sánchez más cómodo andará Mañueco. En ese contexto es donde habrá de mirar su riesgo principal, el de un VOX echado al monte, pescando en las aguas turbulentas de la crispación, efervescencia para la que el fantasma de Franco se va a convertir en un personaje de ciencia ficción gubernamental. Será pues un año apasionante este que comienza. Año que deseo fervientemente, por lo demás, que sea muy feliz para todos ustedes, amables lectores.