Manu Gabarrón, gente de caballos

Alberto Sánchez
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Con la hípica en el apellido y el cariño a los caballos en el corazón, desde hace 15 años Manu Gabarrón da forma a los jóvenes jinetes y amazonas en el Centro Hípico de Naturávila

Manu Gabarrón, en las instalaciones del Centro Hípìco Naturávila. - Foto: Isabel García

Lo lleva en el apellido, Gabarrón. Pero sólo con eso no vale. Hay que llevarlo aún más dentro, en la sangre, en el alma. «Tiene que gustar». Y a él le gusta, como le gusta a su hermano, Jaime. Pero cada uno lo vive desde una perspectiva diferente. A Jaime le mueve más la adrenalina de la competición, levantarnos del asiento cuando está en la pista de San Segundo, donde ya ha escrito su nombre en ese ConcursoNacional de Salto de Obstáculos que no se debe perder. No hay excusa para ello.  A Manu le mueve otro tipo de emociones, las de enseñar, las de «crear gente de caballos», las de dar forma a los jóvenes jinetes y amazonas, las de inculcar el amor no sólo por este deporte sino por lo que tienen entre manos, el caballo. Como lo hizo su padre, él también lo hace. Así desde hace más de 15 años en el Centro Hípico de Naturávila.  

Manu Gabarrón vive la hípica «con absoluta pasión». Cuando se quiere enseñar a los más pequeños, tiene que ser así. No sólo es enseñar a montar. Es «transmitir a un niño la pasión por ese cuidado y buen trato al caballo», porque es «un compañero de viaje indispensable en todo esto».

Como un artesano, poco a poco va moldeando a jinete, amazona y caballo hasta que todas las partes toman forma de binomio y se convierten en uno solo sobre la pista. Es un deporte de dos y los dos crecen a la par, «desde trotar hasta que tienen esa capacidad de competir, de solucionar los problemas que van surgiendo. Ver cómo evolucionan satisface mucho.Nos gusta que nos llamen 'gente de caballos' y a mi me  entusiasma crear 'gente de caballos', gente a la que le gusta este mundo en cualquiera de sus versiones». Porque «hay mil maneras de entenderlo».No todo es competir, quizás la parte más visible y la más dura de todas.  «Es muy sacrificado.No es un deporte común. La dedicación es muy alta. No es sólo tu preparación, tu trabajo o tu técnica, son también los cuidados que tiene que tener tu caballo, que al final no deja de ser también un deportista que tienes que cuidar todos los días, entrenar , que debe estar físicamente bien, con una alimentación correcta». Duro pero es gratificante. «Cuando entra por vena ya no sale». Ycada vez son más. «Ver cómo año tras año vamos sumando aficionados a este deporte es un orgullo. No tiene edad, no tiene sexo, está abierto a todos».

La pasión por este deporte le viene de familia. Se la inculcó su padre, Jaime Gabarrón, un 'estudioso' de la hípica, que nunca saltó pero que lo disfrutaba como pocos lo han hecho.«Es quien nos metió el gusanillo en el cuerpo, en la sangre y todo esto es gracias a él. Todo este mundo es fruto del esfuerzo de mi padre, de machacarse, de olvidarse de sus fines de semana y dedicárnoslos a nosotros, de echar horas  de remolque a todos los sitios de España para que pudiéramos correr». Así el apellido Gabarrón va unido a la hípica de Ávila. «Llevamos el apellido con mucho orgullo. Esta posibilidad de vida es gracias a él» valora convencido de que su padre estaría orgulloso de lo que están consiguiendo y haciendo. Puede estarlo.

ARCHIVADO EN: Hípica, Naturávila, España