Faustina llevaba semanas contando los días que faltaban para que llegara el 19 de diciembre. Y no es para menos porque ese día esta mujer natural de Gemuño cumplía cien años, un logro del que pocos pueden presumir y menos aún llegando a centenario con la buena salud, tanto física como mental, de Faustina.
«Dicen que el trabajo mata, pero no es verdad porque si el trabajo matara yo ya me habría muerto», asegura esta centenaria que aún recuerda esas jornadas extenuantes de trabajo en el campo desde que era prácticamente una niña. «Empezaba en abril, escardando, y no paraba hasta septiembre, cuando barría la era», rememora los años en Gemuño atendiendo las tierras. «Mi padre tenía cinco suertes», cuenta Faustina al hablar de los terrenos de cultivo que su padre tenía arrendados en lo que hoy es la estación de la ITV de Ávila, «entre la venta de la tortilla y la del tío Pascual».
«Después de segar tenía que ir andando detrás del carro siete kilómetros hasta el pueblo, harta después de todo el día trabajando», echa la vista, muy atrás, hasta esas jornadas de trabajo extenuante que se repetía diariamente cada primavera y que a pesar de los años ella no ha olvidado. «Qué ansia me daba ver a la gente paseando por el paseo del Rastro mientras yo trabajaba», lamenta esta centenaria al recordar cómo veía a otras jóvenes disfrutar mientras ella araba unas tierras desde donde se veía esta zona de la Muralla de Ávila.
«Si el trabajo matara yo ya me habría muerto»La novena de los diez hijos que tuvieron Hipólito y María, Faustina se quedó huérfana de madre cuando acababa de alcanzar la mayoría de edad. Ella, de hecho, es la única de los diez hermanos que ha llegado a centenaria, algo, reconoce, que le hacía «mucha ilusión».
A su marido, Baldomero Andrino, natural de San Juan del Molinillo, le conoció el Gemuño, en una ocasión en la que él fue a visitar a una tía que vivía allí. En Gemuño también se casaron y allí vivió el matrimonio hasta que sus dos hijos, Teresa y José Luis, rozaban la veintena y se vinieron a vivir a la capital abulense con ellos.
Niega Faustina que se haya cuidado especialmente cuando se le pregunta cuál cree que es el secreto para haber llegado a los cien años y además en un estado salud envidiable. «Sopas de ajo por la mañana y a mediodía cocido con tocino», confiesa esta centenaria la que ha sido su dieta durante muchos años. Y es que, apunta su hijo, José Luis, durante mucho tiempo en pueblos como el suyo, Gemuño, la variedad en el plato era inexistente. «Allí se comía cocido 360 días al año», recuerda sonriendo.
«Si el trabajo matara yo ya me habría muerto» - Foto: Isabel GarcíaFaustina, que el mismo día de su cumpleaños, celebró una pequeña fiesta en la residencia en la que vive desde hace doce años, que incluyó misa en su honor, invitación a pasteles al personal y compañeros y visita del alcalde de Ávila, Jesús Manuel Sánchez Cabrera, dejó la celebración familiar para este domingo, día en el que en un conocido restaurante de la capital abulense se reunió con sus dos hijos y su nuera Mercedes, así como con sus seis nietos y ocho biznietos. «Me toca invitar», reconocía orgullosa de poder hacerlo.
Además de compartir tiempo con sus familiares, que la visitan diariamente en la Casa de Misericordia, donde ninguna tarde falta una partida de carta con su hijo, su nuera y otros residentes de Gemuño, Faustina también tiene entre sus aficiones, aunque algunas hace ya tiempo que no practica, coser, bordar, leer y hacer punto. Y no soporta, además, llevar el pelo blanco, reconoce quien no ha perdido cierta coquetería pese a la edad .