Juan Mayorga, reconocido unánimemente como uno de los mejores dramaturgos vivos en lengua castellana por su calidad literaria, su tino para entender al ser humano en todos sus matices con ironía e inteligencia y su capacidad para hacer que cualquier tema que aborda alcance la categoría de intemporal y trascendente, todo ello desde una perspectiva en la que la sutileza nunca deja lugar al exabrupto u otros excesos verbales, recibe este lunes el Premio de las Letras 'José Jiménez Lozano' que le ha concedido para reconocer su altura intelectual y literaria la Diputación Provincial de Ávila, la que representa a esta provincia en la que el autor de obras tan grandes como La tortuga de Darwin y La lengua en pedazos siente orgulloso que tiene sus raíces.
Haber merecido ya premios tan relevantes y que están al alcance solamente de los mejores como el Princesa de Asturias de las Letras, el Nacional de Literatura Dramática, el Nacional de Teatro o varias ediciones de los Max, o el hecho de ser el dramaturgo vivo más representado a nivel internacional desde hace muchos años, no quitan a Juan Mayorga para sentir que este reconocimiento de la Diputación, que se suma en su tierra al que le concedió el Ayuntamiento cuando le dio el Premio de las Letras Teresa de Ávila, no es para nada menos importante que cualquiera de los que lucen en su trayectoria.
Comentó en su día que para usted, alguien cuya obra ha merecido ya tantos reconocimientos del más alto nivel, éste que le concede la Diputación de Ávila no es para nada un premio menor.
En absoluto, este premio que me ha concedido la Diputación Provincial de Ávila es un premio muy importante para mí, y lo es por varias razones.
Cuéntenos.
La primera, porque lleva el nombre de un escritor abulense enorme que es José Jiménez Lozano, el cual es, yo creo, uno de los grandes de la literatura en nuestra lengua del siglo XX y autor de una obra que perdurará, que ya fue reconocida como la de un clásico durante su vida; y ya sólo recibir un premio que tenga ese nombre es un honor para mí,
Pero además sucede que me importa también mucho quién lo concede, y en este caso se trata de un premio que viene de la tierra de Ávila, que me es muy querida por muchas razones: primero, por lazos familiares, porque dos de mis abuelos, Juan y Vicenta, nacieron en Villatoro, mi abuela María no nació allí pero era de origen de Villatoro e iba menudo allí, y mi abuelo Gregorio era salmantino pero se enamoró también de aquella tierra.
Y a eso se suma que mis padres se conocieron en las fiestas de San Miguel, en Villatoro, que luego mi padre ha trabajado en la provincia de Ávila, una provincia en la que ha tenido muchos amigos, y a todo eso se suma que luego yo he tenido una conexión íntima con Ávila.
Una conexión muy intensa, ¿no?
Sí, he tenido y tengo con Ávila una íntima conexión profesional, artística. Por un lado me cabe el honor de, junto a mi amigo Reyes Mate, de haber trabajado en la cátedra Santo Tomás, que lideraba el padre Marcos, prior entonces de los dominicos, para la que hice distintos trabajos que recuerdo con afecto. Y luego, por otro lado, hicimos hasta siete intervenciones en la iglesia del monasterio de Santo Tomás en esa Cátedra, y una de ellas fue el embrión de la Lengua en Pedazos, obra que es probablemente una las que han sido más importantes en mi carrera.
Y que tiene como protagonista a Teresa de Jesús.
Exacto, me inspiré en un capítulo de su vida, y en sus escritos, para esa obra que me ha dado tantas satisfacciones, en el teatro y cuando ha sido recientemente llevada al cine.
O sea, que este premio que recibe hoy lo disfruta y lo agradece mucho.
Así es. Los premios, éste y cualquier otro, hay que agradecerlos y hay también que gozarlos. Y por otro lado creo también que hay que saber que probablemente los premios están más vinculados a la generosidad de quienes los conceden que a los méritos que uno ha contraído. Y en todo caso, y siempre lo digo con sinceridad y con seriedad, creo que lo más importante es que un premio expresa un respeto y que hay que merecérselo. Es decir, que lo importante es lo que hagas a partir del día siguiente, y que si no merecías ese premio has de trabajar por merecértelo.
¿Los premios son también un acicate para seguir haciendo su trabajo lo mejor posible?
Sí, es un reconocimiento, pero sobre todo ha de ser entendido como un acicate.
Y en su caso son ya muchos los acicates que suma en un currículum envidiable.
Bueno, he tenido la suerte de que distintas personas a las que respeto me han mostrado su respeto, han tenido paciencia conmigo y han querido ver lo mejor de lo que he hecho y no sus evidentes fallas y límites.
¿Escribir es respetar el lenguaje y también a los lectores?
Yo escribo con un sentido de la responsabilidad, escribo gozando, pero al mismo tiempo aquello que ofrezco a otros a través de la puesta en escena, o a través de la publicación de los libros de eso que imagino, quiero que enriquezca de algún modo a los lectores o a los espectadores, que les enriquezca en experiencia y que no sea una pérdida de tiempo para ellos ni tampoco un mero entretenimiento, que no sea sólo un instrumento para matar el tiempo, que es una expresión que siempre me pareció triste, sino que, al contrario, sea un medio para establecer una conversación y enriquecer al espectador o al lector.