Los datos del Instituto Nacional de Estadística recogidos en su Censo Anual de Población 2021-2023 reflejan que la edad media de los residentes en la provincia de Ávila se sitúa en 48,3 años, una cifra similar a la media de Castilla y León, si bien se encuentra cuatro años por encima de la media nacional, que supera por poco los 44 años.
En el caso de la capital esa media se sitúa en los 44,8 años, siendo la capital más 'joven' de Castilla y León, a la par que Soria.
Esos datos reflejan la existencia de una población eminentemente adulta, y no esconden ese envejecimiento paulatino al que se camina, y más en provincias como Ávila, donde en el último año seis de cada diez municipios perdieron población.
Las cifras de natalidad también muestran esa dura realidad a la que se encaminan provincias como la nuestra, y los datos del INE relativos a 2023 con contundentes: Ese año se contabilizaron 782 alumbramientos, el dato más bajo en 82 años, y un 13% menos que en 2022.
Datos más que evidentes que deberían hacer reaccionar a una provincia que se enfrenta a dos temas de suma importancia, como son la despoblación y el envejecimiento, no fáciles de afrontar, que exigen respuestas a medio y largo plazo, pero que se deben poner en marcha desde ya.
Únicamente la llegada de población inmigrante está logrando frenar esa escalada de pérdida de habitantes y atemperar ese aumento de la edad media, pero es imprescindible que se empiecen a aplicar políticas que fomenten la natalidad. Algunos municipios, los menos, ya están aplicando medidas para intentar dar respuesta a esa situación, pero no dejan de ser oasis en un desierto, y esas políticas deben traer de la mano otras medidas que permitan a las familias afrontar el futuro con otras perspectivas, especialmente desde el punto de vista laboral.
Es más, esas políticas no deben quedar sólo en la esfera provincial, y en el conjunto del país se deberían empezar a adoptar medidas que intenten hacer frente a una realidad que debería ser mirada con preocupación.
Cada vez nacen menos niños en España. En los últimos diez años, la cifra de nacimientos se ha reducido un 24% y en 2023 se registró un mínimo histórico. Por el contrario, la esperanza de vida supera ya los 83 años, situándose entre los diez países del mundo donde sus habitantes viven más.
Cifras que deberían activar las alertas para poner encima de la mesa medidas para hacer frente a un problema, el del envejecimiento, ante el que aún hoy hay capacidad de respuesta, pero quizá no dentro de muy pocos años. Y si queremos futuro, ese está en manos de nuestros jóvenes. Pero tiene que haberlos.