El día 3 de Febrero celebramos en Serranillos San Blas, y con él, nuestro Vítor. Es una fiesta emocionante para los vecinos y para todo aquellos que nos visitan.
Tengo un texto escrito que describe a la perfección lo que sentimos,
Serranillos ya huele a Vítor.
Lo notas por ese algo que te sube por la tripa cuando escuchas desde la ventana
a los caballos como calientan
por las calles de nuestro pueblo.
Ya falta menos.
Y mientras el ambiente del disfrute y la alegría pasean por cada rincón,
llega el momento de la subasta, y todo cambia.
La noche, el silencio, el respeto y la emoción se adueñan del momento.
Aparecen los deseos, las peticiones y las mandas de los serranos y serranas.
Apretamos los dientes y contenemos las lágrimas. Pedimos y tragamos saliva.
Porque, cuando la vida te da un revés,
cuando el camino se complica,
todos nos encomendados a él;
hasta el más ateo.
Y el dolor es más llevadero
y te ayuda a conservar la esperanza.
Y desde el respeto absoluto, acompañados siempre por los caballos, que dan calor al momento, suena el himno y se cuelga el Vitor, agarrándolo y sosteniéndolo por aquel que más pujó, con la fuerza y valentía que poseen los invictos.
Todos los presentes mandamos empuje para sostener ese estandarte a quien lo carga.
Es lo que tienen los pueblos.
Se comparten alegrías y penas.
Y la emoción de los allí presentes inunda el momento.
Y damos las gracias, y pedimos que al año que viene no nos falte nadie.
Recuerdas a los que se fueron y te enseñaron a venerarlo.
Y te vuelves a encomendar a él.
Otro San Blas más pasa.
Ya falta menos para sacarte el uno de septiembre.
Cuídanos hasta entonces.