NO se alarmen, Coca no cierra. Al emblemático establecimiento que lleva vistiendo por dentro (y también por fuera) a varias generaciones de abulenses desde el siglo pasado le queda cuerda para rato. Jesús Martínez Ayuso, que es la tercera generación del comercio, y Ana Isabel Díaz se prejubilan en unos meses, pero ya tienen relevo. La tienda especializada en ropa interior ubicada en el corazón de Ávila, a unos pasos del Mercado Chico, no tendrá cuarta generación de momento, pero se quedará en manos de una persona de confianza que lleva vinculada al local nueve años como empleada, Milagros.
Así que los abulenses (y también los visitantes) podrán seguir encontrando en este comercio de los de toda la vida prendas interiores de niño y adulto, corsetería de mujer y algo de hogar, aunque esto último lo han ido dejando por la baja demanda. Y es que su capacidad para adaptarse a lo que va necesitando el cliente es, precisamente, uno de los secretos de su éxito y la receta que les ha permitido abrir la persiana durante casi cien años, junto al trato personalizado y al a veces difícil equilibrio entre el precio ajustado y la calidad. «Nuestro futuro está en la especialización y en encontrar el tipo medio de producto que demanda la clientela y el trato personal, ya que no es lo mismo una foto a poder ver el género y comparar».
Es Jesús quien nos cuenta la historia de Coca, la tienda que fundó su abuelo, Juan Martínez Coca, de ahí el nombre. «Cuando falleció estuvo mi abuela y luego mis padres», que fueron los que impulsaron «una primera reforma» a partir de la cual «metieron confección de niño durante varias temporadas, con lo que vestimos a varias generaciones de abulenses, y algo de hogar». Coca siempre ha estado en el mismo local, aunque los hermanos de su padre también tuvieron otra tienda en el Chico de «confección más selecta». De la original recuerda que «al principio la llamaban la tienda de las dos puertas, porque se entraba por la entrada de ahora (Comuneros de Castilla) y se salía por la parte de Reyes Católicos», apunta Jesús.
Él entró en el negocio en los años 80 junto a su hermano Carlos, hasta su fallecimiento hace 8 años. «Ahí entró en la empresa mi cuñada Ana, que ya trabajaba con nosotros, y viendo que ya la ropa de niño bajaba mucho por las franquicias y otras tiendas metimos una sección de lencería y nos especializamos un poco más, y hasta ahora».
Hoy Coca sigue atrayendo clientela del centro (residentes y trabajadores), de los barrios y de los pueblos y también a turistas que entran y se quedan maravillados con un comercio casi único. «Es chocante que entre gente de Madrid, por ejemplo, y nos diga que allí casi no quedan tiendas como esta», destaca Jesús, quien habla de «un plus que tenemos que hay que aprovechar». El último mensaje, y para él sin duda el más importante, es el agradecimiento total a los abulenses por su cariño y confianza porque «siempre se acuerdan de nosotros» y «sin ellos no habríamos estado aquí estos casi 100 años». Y los que les quedan.