Á vila saldó su «deuda histórica» el 9 de junio de 2005 materializando la entrega de la Medalla de Oro de Ávila y del Título de Hijo Adoptivo a Adolfo Suárez. No pudo ser él quien acudiera a recogerlo, aquejado ya de la enfermedad de Alzheimer, pero sí lo hizo su hijo, Adolfo Suárez Illana, el mismo que este viernes anunciaba su inminente fallecimiento.
Uno de los personajes más ilustres de la provincia de Ávila fue homenajeado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en un acto organizado por Punto Radio y en el que no faltó la intervención del alcalde de Ávila, Miguel Ángel García Nieto, quien se mostró «feliz y orgulloso».Reconocía así a una figura clave de la Transición con la que consideraban estaban en deuda «desde hace 24 años», dado que las distinciones que se entregaron habían sido aprobadas en Pleno el 12 de febrero de 1981.
Como un «acto de justicia y reconocimiento» así lo reconocieron desde la organización que lamentó no poder entregárselo en mano a quien fuera presidente del Gobierno. García Nieto reconoció que «no podíamos dejar pasar esta oportunidad» que resultó «única» dado que la familia de Adolfo Suárez había asegurado que no aceptarían más tributos aunque habían sido propuestos por otras ciudades españolas, en definitiva «un privilegio y un honor».
El agradecimiento llegó por boca de Adolfo Suárez Illana, el hijo de Suárez, por «las muchas muestras de gratitud y cariño recibidas». También dejó claro que tanto la medalla de oro de la ciudad como el título de hijo adoptivo lo recibían porque su padre ya lo había aceptado.Dejando claro precisamente que sería el último homenaje porque ellos no querían ser protagonistas de una historia que no les pertenecía.
Ya entonces pedía paciencia y que no se atosigara a la familia ante la enfermedad de un padre que finalmente consiguió mantener el pulso con ella hasta nueve años después de este homenaje.
El acto recibió también el respaldo de la entonces alcaldesa de Cebreros, Pilar García, quien es también familia de Adolfo Suárez y quien se mostró«agradecida y emocionada» por la «estupenda» respuesta de las figuras de la transición. De él dijo que era simplemente «el político más importante del siglo XX y del siglo XXI, la pena es que no se haya podido hacer antes este homenaje». Este acto de reconocimiento contó con el testimonio y las gratas palabras de numerosos compañeros de viaje en ese camino a la Transición. No faltó Rodolfo Martín Villa (ministro de gobernación entre 1976 y 1979) quien alabó «su capacidad infinita para hacerse con las razones de los contrarios y distinguir entre el adversario y el enemigo»
Alfonso Osorio, vicepresidente segundo del Gobierno entre 1976-77 agradeció pese a los malos momentos haber estado al lado de Suárez.Quien fuera ministro de Exteriores del 76 al 80 Marcelino Oreja recordó el mensaje de Suárez de mirar hacia el futuro sin rencor. Alberto Aza, jefe de gabinete de Suárez le reconoció su «sentido de estado y el ‘defecto’ de no ser un hombre de partido». De «negociador político» y poseedor de un enorme coraje habló Santiago Carrillo.
El rey envió un mensaje al acto de entrega de estos reconocimientos leído por Suárez Illana del que destacaba que «Gracias a su persona fue posible la gran operación de concordia nacional a la que hoy llamamos Transición». José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno en aquellos momentos aseguró que «España le debe mucho por su espíritu de reconciliación»; su predecesor en el cargo, José María Aznar, no dudó al decir que Sin Adolfo Suárez no se podría hablar de Transición».
Para Felipe González, presidente entre el 82 y el 96 fue digno de mención el «talante abierto» del primer presidente del Gobierno de la democracia española. Quien sucediera en el cargo a Suárez tras la dimisión, Leopoldo Calvo Sotelo, le definió en el acto de homenaje como «el hombre que llevaba una orquesta con muchos músicos» y recordó «su postura gallarda ante los golpistas del 23F».