Mayorga recibe el Premio Internacional de las Letras ExLibris

D. Casillas
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«Aspiro a que actores y espectadores examinen posibilidades de la vida humana»

Mayorga recibe el Premio Internacional de las Letras ExLibris

El dramaturgo abulense Juan Mayorga, académico de la Real Academia Española, Premio Princesa de Asturias de las Letras y el autor vivo de teatro en castellano más representado a nivel mundial, ha incrementado su magnífico currículum de reconocimientos a la calidad de su obra con el Premio Internacional de las Letras en la séptima edición de la Semana Internacional de las Letras ExLibris que se celebra en Murcia.

Al recibir el premio de este festival, que incluye más de 80 eventos literarios y la presencia de 130 autores, además de presentaciones de libros, charlas, música, exposiciones y proyecciones de películas, Juan Mayorga manifestó sentir «una enorme gratitud hacia el jurado, agradezco de todo corazón esta muestra de respeto y afecto que antes que yo han recibido escritores a los que admiro».

Comentó Mayorga que «a trabajar con las letras he dedicado una buena parte de mi vida», y para «explicar el sentido que doy a ese trabajo con las palabras» empezó contando algo que «me sucedió en una pequeña isla de Malta con nombre de sitio de cuento, Gozo, donde la noche que llegué caminaba por el pueblo y no veía a nadie en las calles. Era Jueves Santo, vi luz en la iglesia y decidí acercarme. En la puerta, una muchacha vendía estampas del santo; la iglesia estaba llena a rebosar y en el altar un hombre joven, no sacerdote, sostenía una pequeña cruz de madera y recitaba oraciones que la gente repetía, hasta que, siempre sosteniendo la cruz, giró sobre sus pies y se colocó mirando hacia una puerta lateral del templo; la gente se puso detrás de él, yo también».

«Salimos a la calle y pensé que empezaba la procesión, pero no fue así porque el joven volvió a entrar en la iglesia con la gente, y yo detrás de ellos, recuperó la posición de antes y la gente volvió a ocupar sus sitios y a repetir sus rezos. Perplejo, pensando que me había perdido algo, me acerqué a la muchacha que vendía las estampas del santo y le dije lo que había visto y que no entendía qué había pasado, y ella me explicó que la tradición es hacer el rito en siete iglesias pero que como solo tenían una hacían lo mismo siete veces».

Al vivir esa experiencia, siguió contando Juan Mayorga ante un público entregado a su discurso, «recuerdo que me dije que el teatro existe porque la vida no basta, porque el mundo no basta. Tengo para mí que aquellos malteses eran al mismo tiempo actores y espectadores, y recordarlo me sirve para decir que el teatro, que es un arte de la imaginación, puede hacer que aparezcan siete iglesias donde había una o ninguna, puede hacer que aparezcan mundos, puede hacer que aparezcan vidas». 

«Dentro de ese arte transfigurador –siguió– mi primera misión ha sido escribir textos», pero, «¿qué es un texto teatral?..., a mi juicio es el que despierta el deseo de teatro, que es capaz de provocar en unos actores primero el deseo de reunirse y luego el deseo de abrir su reunión a la ciudad. Por cierto, hay textos no nacidos para el teatro que despiertan el deseo de teatro, mientras que hay textos nacidos para el teatro que no tienen tal virtud».

Continuando con una lección magistral muy interesante, Juan Mayorga continuó diciendo que «en esa reunión de actores y espectadores, en esa asamblea convocada por las palabras de un texto, ¿qué puede suceder? Yo diré lo que anhelo que suceda, aquello a lo que aspiro en el momento mismo en que empiezo a escribir: que actores y espectadores, juntos, examinen posibilidades de la vida humana, y nunca me siento tan cerca de haberlo logrado como cuando algún espectador me rebela que en el escenario ha descubierto a su doble, el cual no es una copia sino una posibilidad de él». 

«una posibilidad de mi». «Yo busco que un espectador ante el escenario se diga, 'ahí estoy yo', o está una posibilidad de mí. Cuando eso llega a ocurrir el teatro puede ser un arte extraordinariamente peligroso. El teatro es el arte del encuentro conflictivo entre el actor y el espectador, encuentro-combate en que el espectador puede encontrarse con una posibilidad de si mismo y que puede ser catastrófico, porque el espectador quizás no vuelva a casa después de haber ido al teatro, o vuelva tan cambiado que en su casa no lo reconozcan, quizás vuelva a su casa habiendo descubierto que lo que quiere en la vida es bailar, y baile y baile incesantemente sin que nada ni nadie pueda detenerlo. Alguna vez he dicho que deberíamos hacer un teatro que espante a los cobardes, que deberíamos hacer teatro de modo que los cobardes, al ver la puerta de un teatro, huyesen ante la posibilidad de que allí les suceda algo peligroso».

Al hilo de su última obra estrenada, La colección, comentó Mayorga que «el teatro al que aspiro es el que  lleve a quien asista a él a ver el mundo y a sí mismo de otro modo, un teatro que lo descubra, porque contiene lo que es y lo que no es». Para crear ese arte, continuó su discurso, «intento convocar cuatro fuerzas: la acción, la emoción, la poesía y el pensamiento. Mis armas son las letras, sé por mi experiencia en la escucha de la vida que las palabras pueden mucho y desde luego pueden mucho en un escenario».

Fue acabando su discurso el dramaturgo abulense afirmando que «esta noche me siento feliz porque el jurado haya mostrado su respeto hacia la escritura teatral, muchas veces ignorada frente a otras, y desde luego me siento honrado de que haya atendido a la mía», para cerrarlo diciendo que «siempre digo que los premios no te los dan por lo que has hecho sino por lo que esperan que hagas, y yo prometo que voy a trabajar duro para merecer este bello premio».