Cuando cae el sol en Paiporta, cae también la incesante actividad de vecinos y voluntarios. El centro de la localidad, arrasada por la DANA, sigue sin electricidad y cubierta de lodo, con las puertas de las casas arrancadas por el agua y cientos de ciudadanos y efectivos de las fuerzas de seguridad vigilando ante posibles robos y pillajes.
En esta misión participa el Grupo de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil (GRS), cuyos efectivos superan hoy los 300 en la zona cero de la catástrofe y los 120 en Paiporta, uno de los núcleos más afectados.
Durante el día, ayudan en las tareas de rescate de supervivientes y en las de localización de víctimas mortales, y por la noche vigilan las arterias menos protegidas del pueblo, donde hasta el momento han muerto cerca de 70 personas.
Cuando la oscuridad acecha en Paiporta, hay que prestar especial atención al suelo donde, bajo el medio metro de agua enfangada que aún queda en varias calles, puede haber metales, escombros, palos o ramas, pero también agujeros en el suelo o alguna alcantarilla abierta que aún no haya sido señalizada por los vecinos.
«Las calles principales empiezan a estar despejadas, pero las del interior del pueblo están completamente colapsadas con enseres de todas las casas que han tenido que desalojar», explica el capitán de la GRS, natural de Paiporta.
Estos días ha participado en el rescate de conocidos e incluso familiares, pero resalta que quien ha «salvado a mucha gente» ha sido el puesto de la Guardia Civil del municipio. «Nosotros llegamos al día siguiente, pero los que de verdad se jugaron la vida para intentar socorrer a las personas, con el agua que les llegaba por el pecho, fueron los compañeros del puesto de Paiporta», concede.
Menos robos
Durante la ronda nocturna, por el centro se ven muy pocos vecinos: algunos que aún continúan limpiando, otros que instalan luces improvisadas para iluminar unos metros de vía pública y también los que prefieren hacer guardia a las puertas abiertas de sus casas.
«Algunos aprovecharon los primeros días para robar. Ahora que ya ha aumentado la presencia de efectivos han bajado los pillajes, hemos llevado a cabo detenciones y eso también tiene un efecto disuasorio», defiende.
El capitán también indica que en la localidad llevan a cabo labores de seguridad en los puntos de distribución de comida y bebida, donde los primeros días se produjeron «alteraciones» fruto de «la comprensible desesperación» de los vecinos «que llevaban dos días sin comer ni beber».