Como es tradición cada año el día de la Exaltación de la Cruz, muchos pueblos de la comarca de la Moraña se dan cita en la ermita del Cristo de los Pinares en San Vicente de Arévalo, en una encrucijada de caminos donde estas fechas se le rinde culto en esta romería, quizás la mayor de esta zona. Al mismo tiempo, en Madrigal de las Altas Torres se celebra al Cristo de las Injurias también envuelto en tradición y raigambre.
Este Cristo de los Pinares, depositado en la iglesia parroquial de San Vicente de Arévalo durante el año, el día de San Lorenzo, 10 de agosto, es trasladado en una maratoniana procesión hasta la ermita y pasada esta fiesta se le devolverá a su templo.
Este año las bajas temperaturas de la noche pronto se tornaron en un día agradable propiciando la gran asistencia de fieles que desde las misas de primera hora han ido pasando por la ermita para al finalizar con la de 12,30 y con la ermita abarrotada. Fue oficiada por el párroco Gregorio Pérez y por Raúl García y con asistencia de autoridades como Vidal Galicia, senador y alcalde de Arévalo; el procurador Miguel Ángel García Nieto: el vicepresidente de la Diputación, Jesús Martín, o el alcalde de San Vicente, José Antonio López, junto a numerosos alcaldes de la comarca.
Al finalizar la eucaristía salió la imagen, como es tradicional, rodeada de racimos enormes de uvas que fueron desgajando los niños que durante la procesión acercaron al Cristo, durante el circuito de la ermita y el claustro, entre el tumulto de la gente, largas colas, bailando la jota ante el Cristo al son de dulzainas y la campana de la ermita que no dejó de repicar. Finalizada, siguió la tradicional subasta de uvas y los banzos, para introducir la venerada imagen al son del himno nacional. Mucho público ocupó la alameda en torno a la ermita y los pinares colindantes para un almuerzo campestre. Por la tarde seguiría la fiesta con música.
Este año, ante la sorpresa de muchos, el Cristo de los Pinares apareció nuevamente vestido con su atuendo antiguo, larga falda y sudario rojos, y su largo pelo natural. Hace unos años, cuando fue restaurado, se le despojó de estos añadidos. A unos le gusta más así, a otros no, pero parece ser que ha sido una decisión tomada por el acuerdo de los vecinos sanvicenteros o cucos, que les gusta más así, y así lo han decidido.