La DOP Cebreros se reta a conseguir el cambio generacional

B.M
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La denominación de origen protegida prevé una campaña con menos producción en garnacha, como sucedió con el albillo, pero con «una uva muy sana» en cuanto a calidad

La DÇOP Cebreros se reta a conseguir el cambio generacional

La DOP Cebreros se ha convertido en toda una referencia en el mundo del vino y lo hace gracias a un trabajo intensificado en los últimos años y con el que todavía se marcan retos, como es mantener el número de hectáreas y, sobre todo, lograr un ansiado cambio generacional.

Marta Burgos, directora técnica de la denominación, es la encargada de dar algunos de los datos que ayudan a comprender la dimensión que han alcanzado: de la DOP forman parte más de 500 hectáreas, 344 viticultores, 23 bodegas y tienen casi 1.150 parcelas.

Pero esto son solo números y lo importante es lo que hay detrás, el esfuerzo con el que trabajan los que forman parte de esta marca y que son el alma de la misma. Por eso no está de más de hablar de cómo se ve el futuro y de esos retos que se marcan, que pasan por mantener las hectáreas con las que cuentan en la actualidad, en definitiva «no perder y seguir aumentando». Para ellos, un dato positivo es que «se está plantando bastante viñedo» y es en esto en lo que ponen el énfasis, en lo plantado y en las solicitudes para nuevas plantaciones. «Eso es algo muy bueno tanto para el futuro como para el presente de la denominación de origen porque sin uva y sin viñedo» no hay vino, señala.

Aunque habitualmente se habla mucho de las bodegas, y son esenciales, también lo es el «campo» porque «sin un buen producto, una buena materia prima, luego es muy complicado hacer un buen vino». Y es por eso que aquí se sitúa otro de los grades retos de la denominación y es conseguir «que el cambio generacional se produzca». La situación actual es que los viticultores tienen una media de edad de 70 años o más, dentro de una zona que son sobre todo minifundios, es decir, muchas parcelas para el terreno (1.200 casi parcelas para 500 hectáreas), y esto se reparte entre 344 viticultores. Al final, lo que sucede es que están en la viña porque «forma parte de su familia», y en la mayoría de los casos las plantaron sus abuelos. Es en esta situación en la que se quiere mantener el viñedo y lograr ese «cambio generacional» porque ahora es lo «más crítico que tienen». 

Son muy conscientes de que está costando «llegar a las nuevas generaciones» porque hay una generación que se ha ido a estudiar fuera y los nietos no están siempre dispuestos a mantener las viñas. Entonces, «este viticultor que lo deja o por desgracia fallece, el cambio generacional se está haciendo a las propias bodegas que también son viticultoras», de modo que lo están arrendando ellos o comprando ellos o incluso comprando sus derechos para luego plantar viñedo nuevo. Así que lograr ese relevo generacional «no va a ser fácil», reconoce.

Pero como no quieren ser negativos también ponen la mirada en los logros que han conseguido en estos siete años de camino, entre los que hablan de la plantación de 25 hectáreas y el mismo número que están solicitadas, según los datos del registro vitícola de Castilla y León. Pero hay algo incluso más básico que destacar y que es el objetivo principal que tenían y que no es otro que «no se perdiera el patrimonio histórico, cultural y paisajístico, que es el viñedo» y con esto están «contentos» porque «se ha dejado de arrancar y lo que se está arrancando de viñedo viejo se está plantando dentro. Eso era lo más importante, que esas autorizaciones de plantación no salieran fuera. Y luego el objetivo cumplido es el crecimiento en bodegas y en toda la zona de los 35 municipios que tiene la de DOP Cebreros, que empezamos siendo ocho bodegas, actualmente hay 23 bodegas y repartidas entre unos 14 municipios de los 35» que forman parte del territorio.

Y como tercer objetivo conseguido está que los vinos «se conozcan en España, en la provincia y en todo el mundo, porque al final cada vez es más fácil encontrar vinos en la provincia de la de DOP Cebreros, pero es verdad que cada vez es más fácil también encontrar este vino en España o en el extranjero, porque los vinos se están exportando a Nueva York, a la zona del norte de Europa o incluso Asia. También Inglaterra es otra zona importante», aunque también «queda mucho trabajo por hacer».

En realidad «siete años para una denominación de origen no es nada» pero en este caso ya hay «objetivos cumplidos».

En cuanto a las acciones de promoción, se pueden llevar a cabo gracias al convenio que tienen con la Diputación de Ávila y la subvención de la Junta de Castilla y León. «Esas dos partes son nuestras dos patas principales para poder hacer las acciones de promoción. Y luego visitamos ferias, sobre todo a nivel nacional, como Barcelona Wine Week, Gourmet…» También está toda la labor que se hace con acciones formativa para institutos y ciclos formativos y luego la «acción de promoción estrella» como es 'Conectando Gredos', que se hace en el Valle de Iruelas y que es un éxito porque se logra que la gente venga al territorio y «conozca a los elaboradores de primera mano, prueben los vinos directamente con ellos y que vengan a esta zona que tiene un futuro enoturístico».

Si en el perfil del viticultor está por lograr el relevo generacional, hay otras dos 'partes' del proceso que también son muy importantes, las cooperativas y las bodegas.

En el caso de las bodegas, hay «un poco de todo» pero se mezclan los nietos de quienes estaban en la zona y proyectos que se van quedando, es decir, «gente de la zona, que apostó por la zona», con inversores que han venido, por ejemplo de Argentina. 

Y no se puede dejar de hablar de las cooperativas, con las dos que hay, la de viticultores de Cebreros y Don Juan del Águila. Por ejemplo, en la de Cebreros, son «muchos viticultores inscritos y bastantes parcelas».

Vendimia. En cuanto a la actual campaña de vendimia, ya se conocieron los datos de albillo, donde se vio una significativa reducción respecto a la añada 2023. Si el pasado año fueron 81.000 kilos los recolectados, este año el dato final se queda en 49.800 con una reducción de casi un 39 por ciento. En ello han influido factores como la presión ejercida por la fauna, especialmente los pájaros, y el fenómeno del millerandage.

Y en cuanto a garnacha, la parte que se está llevando a cabo en la actualidad, es cierto que hay que esperar a ver los datos finales pero ya dicen que van «lentos» y este año «va a haber menos producción». Es «un año complicado» por temas como las heladas por lo que va «lenta» la entrada de uvas.

«El año pasado se cogieron un millón de kilos prácticamente y este año va a haber poquito», insiste Marta Burgos, aunque en el caso de la calidad destaca que «está entrando muy sana la uva». Al no haber habido muchas lluvias no se favorece la presencia de algo tan peligroso como pueden ser los hongos, por lo que está entrando esa uva tan sana.