Y el 'milagro' se hizo en Villatoro

M.M.G.
-

Francisco Ortega, vecino de Villatuerta (Navarra), ha localizado en este pueblo abulense las raíces de sus tíos María y Julio, protagonistas de una historia de amor de película. Ahora, sueña con poder abrazar a alguno de sus familiares

Y el 'milagro' se hizo en Villatoro

Puede que recuerden a Francisco. El hombre que nos sonríe desde la fotografía que ilustra esta página ya lo hizo en agosto del año pasado cuando, desde Villatuerta (Navarra) nos pedía ayuda para tratar a localizar a su tío Julio, 'El Caramba'. La historia era, y aún lo es más ahora, digna de película. Se la recordamos. Julio Gallardo salió un día de su pueblo Peral de Arlanza (Burgos) para ganarse la vida y terminó casándose en algún pueblo ganadero abulense cuyo nombre, nos contaba Francisco, desconocía. Sólo sabía que de allí era la que se convirtió en esposa de Julio, la tía María que, también el año pasado, Julio pensaba que se apellidaba Fernández. 

Pero sigamos con la historia de Julio. Él, enamorado, se vio obligado a marchar a la guerra. Y, cosas del destino, después de jugar con unos compañeros e intercambiarse las chapas que les identificaban, fallecía el soldado que portaba su medalla. María, pues, fue informada oficialmente de que su marido había muerto, cosa que, en realidad, no había pasado. Y terminó casándose con otro hombre. 

Cuando Julio regresó a por María, no pudo soportar el dolor de verla casada de nuevo. Y, nos contaba entonces Francisco, se echó a las carreteras y los montes, comenzando una vida de pobreza y mendicidad que no abandonó hasta su temprana muerte, en 1954, cuando fue encontrado tirado en el arcén de una carretera a nueve kilómetros' de su pueblo natal.

Con esa historia clavada en el corazón, Julio emprendió hace más de un año una misión: tratar de localizar ese pueblo abulense para poder, algún día, dar un abrazo «de amor y de reconciliación» a aquellos que, de una u otra manera, pudieran estar relacionados con Julio y con María.

Francisco se puso manos a la obra y no cejó en su empeño. Una tarea en la que, nos dice, no estuvo nunca solo. Le apoyaron su mujer y sus hijas, especialmente Lidia, quiere poner nombre a ese «ángel en la tierra» que tiene n casa. Pero también, mucha gente anónima movida por el ánimo de echar una mano a este incansable castellano. Con un lenguaje propio de un poeta, Francisco nos cuenta cómo en ese «espigar» y con la ayuda de muchas «hormiguitas» pudo ir encontrando el grano entre la paja.

Y así, descubrió que estaba equivocado en el apellido de la tía María: era Hernández, en lugar de Fernández. Que la pareja residió en la Arganzuela, en Madrid. Donde, además, se casaron el día delPilar de 1935.

«Yo he ido con terquedad franciscana», se refiere Francisco a su tarea de investigación, regada por los cientos de correos electrónicos remitidos a ayuntamientos de Ávila. «Y quiero hacer un canto a los jueces de paz», agradece hasta el infinito la colaboración de esas personas que leyeron y atendieron su petición, llevándole finalmente a la localidad de Villatoro.

Porque de allí era su tía María que, en realidad se llamaba María Hipólita. Y fue, como su tío, ganadera en una tierra de ganado.Desde allí también, nos cuenta, le llegó de manera anónima la información definitiva para encajar esa última pieza del puzzle.

«Estoy muy ilusionado por ver si consigo comunicarme con alguien, quizá algún primo», se emociona Francisco ante esa posibilidad.

«Es que ha sido una alegría tan inmensa localizar a la tía en Villatoro que nadie se la puede imaginar», prosigue hablando a Diario de Ávila nuestro ya amigo Francisco, que no se cansa de agradecer la colaboración de tanta gente anónima que en algunos momentos sintió como ese público que aplaude al corredor de fondo que, agotado, recibe esos gritos de ánimo como si de gasolina para sus músculos se tratara. Han sido, recurre de nuevo a su prosa poética, «gente sublime», «gusanitos de seda» que habrían ido «tejiendo un pañuelo de seda para que la Tía María lo luciera en las fiestas de Villatoro».

Reconoce Francisco que nada le haría más ilusión que viajar hasta esta localidad abulense. Pero sabe que su estado de salud le complica las cosas. 

Quizá por eso, nos confiesa, quiso hacer una donación a la parroquia de la localidad para que, con ella, se pudieran colocar al menos «un par de tejas que protejan a las personas que entren a la iglesia.Como si fueran los tíos Julio y María cuidando de los demás».

Lágrimas de emoción brotan al decir esto de los ojos de Francisco. Y nosotros nos emocionamos con él, pidiendo a quien pudiera tener noticias de sus antepasados se pongan en contacto con él en el 669660850.