No tenía yo intención de escribir este año de la Semana de Pasión que, por otra parte, total o parcialmente, he tratado en numerosas ocasiones durante los años que me ocupo de esta "Torre Mudéjar". He tratado ampliamente, tanto en estas columnas como en artículos más largos, muy diversos aspectos de la Semana Santa de Arévalo, que es la que conozco un poco y prácticamente mi archivo de datos históricos, tan socorrido rico y abundante em datos, está prácticamente agotado, a expensas de nuevas investigaciones, que todo se andará. Siempre hay algún aspecto nuevo y distinto de trascurso de estas devociones populares, las procesiones populares y tradicionales.
Pero debo concluir que he cambiado de opinión, mi intención ha variado porque una serie de circunstancias también han cambiado mi punto de vista de todo esto, este año, por circunstancias, visto desde fuera, sin duda un nuevo punto de vista distinta y enriquecedor.
He notado en una doble vertiente una renovación, un nuevo impulso con gente nueva o que ha regresado después de que algunas circunstancias les apartara de vivir la Pasión desde dentro. Un relevo generacional prometedor que anima y aporta nuevos aires de renovación. Y ha constatado ese dicho que nadie es imprescindible, que la vid sigue. Verán amigos lectores, yo que fui fundador con un buen grupo de jóvenes, algunos ya éramos medianos de edad, pero animados por quienes empujaban más. De eso, de la refundación de la cofradía Santa Vera Cruz, ya hace 36 años durante los que mucha gente se sumó a proyecto y otros fueron quedando en la cuneta, o les cambió la situación… los más jóvenes cofrades hoy forman una estupenda banda de percusión, de redobles y tambores, que imprimen ritmo y carácter a los desfiles, además de las preciosas marchas procesionales de la Banda Municipal de Música.
De la Pasión en sus diferentes manifestaciones, al encuentro, punto final de estos eventos, podríamos decir que ha sido un año de libro, mucha participación, mucho respeto, mucho silencio, tan característico de nuestro estilo castellano de vivir la Semana de Pasión, unos desfiles mucho más que dignos, ordenados y bien organizados. Después de un estancamiento que se dejaba sentir, de nuevo algo se está moviendo y recuperando… es como el redescubrimiento y valoración de lo nuestro, cada cual con sus particularidades. Ha sido un tiempo de meditación, desde fuera, del porqué de las cosas…
Para mí ha sido un tiempo de meditación desde fuera, he visto otra dimensión de las cosas, y sin embargo tenía ganas de reincorporarme a mis vivencias de cofrade. Ya decía yo a mis amistades que me preguntaban… "que no, no he colgado los hábitos… es sólo un paréntesis circunstancial", que además de avivar mis sentimientos, me ha venido bien para descubrir otra dimensión de estos actos pasionales.
Luego está otra dimensión de estos días, el aspecto cultural y turístico, que han sido quizás de récord, por la afluencia de público, visitantes y turistas, todo esto acompañado de un tiempo que lamamos bueno, que a pesar de las noches frescas o más, el día era más que primaveral, a momentos veraniego. Efectivamente, lo llamamos buen tiempo y lo es para favorecer la afluencia de públicos, llegados desde todos os rincones de la geografía, aunque lo que ahora seria el mejor tiempo es el de las lluvias primaverales, tan necesarias para el ciclo natural de las siembras y cosechas en este campo nuestro, que además de las políticas agrarias, yo creo que equivocadas, tiene en contra la climatología y sequedad en unos momentos que resultan ser definitivos, como dice el refrán castellano… «en abril, aguas mil…», o «marzo airoso y abril lluvioso, traen a mayo florido y hermoso…» o también «abril y mayo componen el año…». Esperemos que lleguen a tiempo, sin contar con el aspecto primario del agua de abastecimiento, que algunas cuencas están bajo cero, unas peor que otras, y siguen derribando…
El circuito turístico y cultural ha estado muy concurrido y así entre las cuatro iglesias abiertas por el plan de la Junta, entre ellas los pasos de Semana Santa en El Salvador, los museos municipales, el de Historia de la ciudad, el de actividades del Mudéjar, de la naturaleza y de los cereales, la exposición la Fundación Adrastus, y el ministerial del Castillo, la oferta ha sido como nunca de variada y espléndida, y además muy visitado todo. Parece que la pandemia que tanto nos ha restringido, ha despertado en nosotros ansias de salir, ver y disfrutar…