Una cosa son las creencias y otra los hechos, pero en ocasiones se puede comprobar que pueden ser lo mismo. Y esto parece que se certifica con esa idea de que hay estudios preferidos por 'chicos' y otros por 'chicas'. Por ejemplo, a cualquiera que preguntes te diría que hay más estudiantes masculinos en las ingenierías y que las mujeres son mayoría en profesiones sanitarias. Y desde luego, si lo que se miran son los datos de las universidades abulenses, las cifras dicen exactamente eso puesto que en Ávila solo uno de cada cuatro estudiantes de ingeniería es mujer y en el otro lado de la moneda, el porcentaje es más bajo cuando se habla de enfermería, con un 21 por ciento de hombres. Y aún más cuando los estudios son de Maestro en Educación Infantil.
Así se desprende de los datos aportados por las escuelas universitarias y facultades de la Universidad de Salamanca en Ávila y por la Universidad Católica de Ávila.
En la primera, la Escuela Politécnica ofrece principalmente estudios de ingenierías y ahí se ve esa diferencia en preferencias entre hombres y mujeres, ya que la máxima igualdad está en el grado en Ingeniería en Geoinformación y Geomática, con un 42 por ciento de mujeres, pero lejos del resto de títulos, con el mínimo del Grado en Ingeniería de la Energía y Recursos Minerales, donde 'ellas' no llegan ni al 17 por ciento.
En esta escuela universitaria se oferta también el Grado en Seguridad, donde también hay predominio de hombres sobre las mujeres, que son un 23 por ciento.
Pero las diferencias también están en el campo educativo como se ve en los estudios de la Facultad de Educación y Turismo. Allí destaca el Grado en Maestro en Educación Infantil, donde las mujeres son más del 92 por ciento de los estudiantes. También predominan en el doble grado en Maestro en Educación Primaria y en Educación Infantil, pero no hay tanta diferencia en el Grado en Maestro de Educación Primaria, con un 54 por ciento de Mujeres, o en el de Gestión del Turismo, con un 60 por ciento.
De nuevo las diferencias se disparan en Enfermería, que en el campus de la USAL muestran casi un 82 por ciento de mujeres.
Si nos trasladamos a la UCAV, la perspectiva que se ofrece es parecida. En el cómputo global de sus estudios hay más mujeres (60,6 por ciento) que hombres, pero luego, titulación por titulación, la situación va cambiando. Las mayores diferencias se producen en títulos como Educación Infantil, corroborando lo que sucedía en la USAL, con un 92,3 por ciento de mujeres. Ellas también 'dominan', en Enfermería (76,2) o Psicología (78). La situación da la vuelta en el caso de todas las ingenierías que ofrece la UCAV (Forestal y del Medio Natural, Agropecuaria y del Medio Rural, Electrónica Industrial y Automática, de las Industrias Agrarias y Alimentación, Mecánica y Sistemas de Información), en todas con predominio masculino. La máxima diferencia está en Mecánica, con un 84 por ciento de estudiantes masculinos.
También hay curiosidades como los estudios de diseño y Desarrollo de Videojuegos y Entorno, con todos los estudiantes masculinos.
Pero no se puede dejar de destacar que hay titulaciones con bastante igualdad, y que se quedan cerca de un reparto igualitario. Es lo que sucede con Derecho, Bioinformática, Farmacia o Fisioterapia.
los por qués. Lo que indican los datos está claro pero llegar a una explicación de por qué esto sucede parece ser más complicado. Algunas pistas las aporta Susana Lagüela, coordinadora de máster universitario en Gestión de la Transición Energética en la Escuela Politécnica de Ávila, que señala que, sin haber hecho ella ningún estudio al respecto, sí que cree que la 'falta' de mujeres en los estudios de ingeniería tiene varias causas. Entre ellas hace referencia a que hay estudios que indican que «las niñas a partir de los ocho o nueve años empiezan a tener una percepción de sí mismas como de que las matemáticas, y las ciencias en general, son muy difíciles y las rechazan», quizá por un «afán de perfeccionismo o no querer fallar». La consecuencia es que se huyen de esas materias «y eso de rebote hace que a la larga no las quieran».
Por otra parte pone sobre la mesa que «en general son carreras bastante masculinizadas», lo que se traduce en una «falta de referentes porque normalmente cuando piensas en un ingeniero piensas en un hombre, no en una mujer».
Y habla de una tercera posible causa y es que «sociológicamente la mujer siempre fue la que se quedó al cuidado de la familia. Estoy hablando de la prehistoria, la mujer era la que se quedaba y el hombre se iba a cazar y la mujer recolectaba y cuidaba de los hijos» Y eso, «como que se ha quedado. Ese favoritismo, esa preferencia de la mujer por estas carreras que implican cuidar, más que construir».
Lo peor de la situación es que no estamos en un momento en el que se le esté dando la vuelta sino «al revés». Según explica la profesora universitaria e ingeniera de Minas, entre los años 2000 y 2010 «parecía que se revertía. Y ahora estamos volviendo atrás», sentencia.
El decano de la Facultad de Ciencias y Artes de la UCAV, Diego Vergara, aporta su propia visión y explica que no ha habido cambio desde que él estudiaba, aunque matiza que las diferencias entre chicas y chicos también «depende de la ingeniería. Hay ingenierías que pueden tener más porcentaje de mujeres y otras menos todavía» pero «en general abunda muchísimo más el hombre» en este tipo de estudios.
Cree que es «realmente difícil» entender por qué se produce esta situación pero comenta que la decisión de los estudios «no se toma cuando ya estás en la universidad. Viene de antes» y eso quiere decir que «tiene que ser en las etapas preuniversitarias donde se desvincule que unas titulaciones son más para hombres y otras más para mujeres. O sea, el cambio tiene que ser previo, tiene que quedarse en etapas preuniversitarias».
Porque en la universidad no hay diferencias. «Las chicas que estudian aquí en ingeniería son igual, del mismo nivel, incluso en algunos casos destacan. Depende de la persona, no de si es hombre o mujer».
En definitiva, es partidario de intervenir antes de la llegar a la etapa universitaria porque es «cuando se elige la carrera». Y al final, lo que estudias «te tiene que gustar, te tiene que atraer. Y esa atracción tiene que venir a partir de lo que has estudiado en la etapa preuniversitaria y de los gustos que tengas en la vida». Y también «muchas veces te marcan los profesores».
Es significativo el poco interés de los hombres en estudiar la carrera de Educación Infantil y así se ve tanto en la USAL como en la UCAV. Inés Rodríguez Martín, coordinadora del Grado de Infantil en la Facultad de Educación y Turismo del campus abulense de la USAL, explica (basándose en diferentes estudios) que «da la impresión, y esto es especulación pura a partir de mi experiencia como docente que investiga Educación Infantil, que habla de Educación Infantil y que resalta la educación de la primera infancia, que todo aquello que tiene que ver con la educación de estas edades se observa desde un lugar poco privilegiado en la investigación académica a pesar de que muchas investigadoras publicamos sobre ello. En este sentido, a veces da la impresión de que se considera como algo menor a nivel académico, como si fuera algo poco relevante. Aunque los discursos que feminizan la Educación Infantil como profesión docente son consecuencia de múltiples factores, entre ellos procesos históricos, sociales y educativos repletos de estereotipos de género, parecen reducir la educación de la infancia a los cuidados, que han estado tradicionalmente vinculados a las mujeres, como si cuidar y educar a la primera infancia no fuera algo fundamental».
Añade que «la investigación ha demostrado que precisamente la educación de la población entre los 0 y los 6 años es la que más beneficios reporta no sólo en el sistema educativo, sino a nivel social: la escolarización se ha demostrado como una forma de potenciar el desarrollo cognitivo, lingüístico, motor, emocional y personal» y también «como una forma de compensar las desigualdades debidas a contextos socioeconómicos y socioculturales poco favorables».
«Por otra parte, hay un importante sesgo social en relación a quién es el responsable de la atención a la infancia, especialmente mayor cuanta menor es la edad a la que se atiende. Son las mujeres las que se han encargado tradicionalmente del cuidado y la atención a la primera infancia. Esta tradición cultural ha favorecido, sin duda, la existencia de estereotipos de género: el hombre que se dedica a los niveles educativos de Educación Infantil no han sido bien considerados a nivel social», recalca, mientras que añade que «el carácter no obligatorio de la etapa y el rol tradicional femenino vinculado a los cuidados y la atención a la primera infancia y que ha marcado la docencia de este nivel, son dos claves para entender la poca presencia masculina en esta etapa educativa».
Y estro se ve en los datos de Ávila pero también se refleja en los últimos disponibles en el Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, que indican que tan solo «aproximadamente el dos por ciento de los docentes de Educación Infantil son varones, ascendiendo a casi el 25% en el caso de Educación Primaria».