David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


Leales

20/03/2024

Probablemente este adjetivo no sea en Ávila más que una anécdota para las decenas de grupos de turistas que, con guías oficiales o de nuevo cuño, visitan la ciudad. Quizá algún visitante curioso pregunte: ¿Por qué Ávila de los Caballeros? ¿Y de los Leales? Tal vez el guía experimentado esbozará una ágil respuesta aludiendo a aquellos fieles que protegieron a Alfonso VIII en la ciudad durante su minoría de edad. Ávila es una ciudad que ha de describirse en pasado y nunca en un presente durativo. Por ejemplo: podemos decir que Santa Teresa fundó o que San Juan fue preso en un convento carmelita pero no podemos usar ese presente: el visitante puede visitar o a tal sitio se accede desde. ¿Por qué no? Tal vez un sinfín de obras impidan hoy lo que ayer era posible y que será trinchera sorpresivamente desde ayer hasta una tarde de estos meses. En circunstancias normales, en cualquier caso, la calle de los Leales es una modesta vía que te lleva, si no hay obras, desde la puerta de los Leales o del Peso de la Harina hasta la plaza de Italia. La calle no tiene mucho, es modesta, angosta y la imagina uno en otros tiempos llena de barro y de pedruscos. Dos bonitas tiendas adornan e iluminan su estrechez y dos o tres restaurantes dan principio y fin a su recorrido. No hay más. No hace falta.

Dicen los diccionarios que la voz leal viene del latín "legalis", esto es, quien es acorde a la ley, fiel al juicio, la templanza y la serenidad. Nunca he visto a un político pasear por esa calle. O pasan deprisa o no hemos coincidido. No es el concepto de lealtad lo que más se estile en estos tiempos. Nuestros representantes son más de "la voz de su amo" y cuando apetece, se cambia el disco. No estaría mal establecer en esa calle una leyenda, de esas absolutamente apócrifas y disparatadas, como la boca de la verdad en Roma. Podría instalarse una figura, un león de esos que sobran, en el que los turistas deban meter la mano y medir su lealtad. Las ciudades están ávidas de entretener a los visitantes.

Ya hace años al escritor Andrés Trapiello le sorprendió esa denominación y allí se detuvo e hizo fotos de la cartela. El jueves pasado le mostré esa calle a Fernando Savater, a quien le maravilló igualmente el nombre. Creo que desde ahora voy a llevar allí a todos los ilustres visitantes que de verdad merezcan el título de leales.