DOSCIENTOS AÑOS DE COMPROMISO. La Comisaría de Policía de Ávila, que conforman hombres y mujeres, a lo largo de la historia ha demostrado un excepcional compromiso con la ciudad, como garante de la convivencia pacífica de sus habitantes y la seguridad pública. Por ello, ha sido distinguida por el Ayuntamiento con la concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad (entregada y recibida el pasado 27 de marzo) como una de las mejores formas de reconocimiento a su labor a lo largo de doscientos años. Además, con dicha condecoración se ha querido honrar el espíritu, vocación y méritos indiscutibles que el conjunto de dichos hombres y mujeres han demostrado en el ejercicio de sus funciones en favor de la ciudadanía.
Fue mediante acuerdo unánime de la Corporación municipal de fecha 26 de julio de 2004, cuando el Ayuntamiento de Ávila acordó distinguir y destacar a la Comisaría de Policía con la máxima distinción de la ciudad por los excepcionales o extraordinarios servicios prestados a la ciudad, los cuales han redundado en beneficio general de la población, tal y como contempla el Reglamento municipal de Honores y Distinciones (BOP, 23.05.2003).
Además, tal honor concedido a la Comisaría de Policía de Ávila fue la contribución abulense a los actos conmemorativos del 'Bicentenario de la Policía Nacional', 200 años de historia (1824-2024), organizados por una Comisión Nacional creada al efecto (BOE, 2.08.2022). Dicha conmemoración supuso un acontecimiento de excepcional interés público, el cual se celebró bajo el lema 'Comprometidos contigo', lo que significó un hito histórico de reconocimiento a la Policía Nacional como cuerpo estatal más antiguo de todas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de España.
Calle de Pedro Dávila donde se hallaba el Gobierno civil y la comisaría de policía situada a la derecha de la imagen hasta 1905 - Foto: Foto Laurent, 1864.Entre los valores y méritos atribuidos a la Policía Nacional que justificaron la efemérides conmemorativa, cabe citar los de «su consideración como una de las instituciones del Estado más querida por los ciudadanos por su entrega y el servicio público que presta a la sociedad, de manera que su dilatada existencia y compromiso con los más necesitados le convierte en referente constante y un ejemplo de solidaridad y servicio al prójimo, de trabajo y de esfuerzo sin compensación directa salvo la satisfacción del propio deber cumplido».
Igualmente, se ha considerado que «la Policía Nacional ha evolucionado y se ha adaptado a los desafíos de cada época, forjando en este largo recorrido unos principios y valores muy sólidos, nacidos del esfuerzos, sacrificio e incluso heroísmo de los integrantes, convirtiéndose en una institución de ámbito nacional encargada de velar por la seguridad y de ser garante del bienestar y la convivencia, claves en el desarrollo de nuestra nación, habiendo servido de forma ininterrumpida a todos los ciudadanos y a España, siempre con un mismo espíritu de servicio público».
HITOS HISTÓRICOS. Entre los hitos históricos más destacados que se han sucedido en la historia de la policía puede citarse la Real Cédula de 13 de enero de 1824 por la que durante el reinado de Fernando VII se crea la Policía General del Reino, lo que ya se había avanzado en el llamado Trienio Constitucional (1820-1823). Al año siguiente, Fernando VII ordena la organización de un regimiento de caballería, como fuerza auxiliar de la anterior. Recibe la denominación de "Celadores Reales".
Solar de las antiguas Casas del Estado, frente al palacio de los Almarza y Cerrallbo, donde se encontraba la Delegación de Hacienda y el Gobierno civil, c. 1919-1927 - Foto: Ricardo de Orueta. Archivo CSICPosteriormente, al inicio del reinado de Isabel II, en 1833, se organiza un nuevo cuerpo uniformado, los "Salvaguardas Reales", que asume misión de conservar el orden ciudadano en Madrid y sus alrededores. En 1844 se crea el Ramo de Protección y Seguridad, que restablece los desaparecidos cargos de Comisario y Celador. Tras la revolución de octubre de 1868 que motivó el destronamiento y exilio de Isabel II, se instituye el Cuerpo de Orden Público de Madrid, que extiende su jurisdicción a toda España. La misma estructura policial se mantiene durante el breve reinado de Amadeo I de Saboya. En 1873, proclamada la República, vuelve a reorganizarse la Policía Gubernativa y Judicial, al margen de las permanentes contiendas políticas. En 1886, muerto el rey Alfonso XII, se crea la primera Dirección General de Seguridad y extiende al resto de España la organización de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad de Madrid.
A principios del siglo XX, reinando Alfonso XIII, que firma la Ley Orgánica de la Policía Gubernativa y en 1908 se crean los Cuerpos consolidados de Vigilancia y Seguridad que velarán por toda la ciudadanía, a las órdenes del Gobernador Civil de cada provincia. En 1912 se restaura la Dirección General de Seguridad y se dictaron normas para los servicios de "Barrios", "Rondas" y "Ciclistas". Durante la II República se cambia el nombre al "Cuerpo de Vigilancia" por el de "Investigación y Vigilancia". En cuanto al de Seguridad, su organización se incrementa con las llamadas "Secciones de Asalto".
Durante la guerra civil (1936-1939), ambos bandos conservan la denominación de los cuerpos policiales (Investigación y Vigilancia, y Seguridad y Asalto). Además, en zona nacional será la Unidad de Policía del Gobierno Militar quien intervenga en detenciones de disidentes. Y en la zona republicana los cuerpos policiales se unificaron en el denominado de Cuerpo de Seguridad. En éste, que se divide en dos grupos ("Uniformado" y "Civil"), también se funden las llamadas Milicias de Vigilancia de Retaguardia, nacidas en aquella situación bélica, y la propia Guardia Civil, que, había cambiado su nombre por el de Guardia Nacional Republicana.
Palacio de Los Serrano, donde en 1911 se intaló el Gobierno civil y la comisaría de policía - Foto: Patronato Nacional de Turismo, AGAFinalizada la contienda, en la organización policial se adoptan los principios del nuevo régimen político, y en 1941 nacen dos nuevos colectivos policiales. Uno de carácter civil: el Cuerpo General de Policía, cuya misión es "la información, investigación y vigilancia". Y otro, uniformado, de índole militar: la Policía Armada y de Tráfico, que es la encargada de "la vigilancia total y permanente, así como de represión cuando fuere necesario", cual en 1959 pierde sus competencias en materia de circulación interurbana y ve reducido su nombre al de Cuerpo de Policía Armada.
Con la nueva Constitución de 1978, la cuales preconiza un nuevo régimen de libertades ciudadanas, la Ley de la Policía de 4 de diciembre de 1978 establece la existencia de dos corporaciones profesionales a las que califica como de "Seguridad del Estado": el Cuerpo Superior de Policía y el Cuerpo de Policía Nacional, vigentes hasta 1986. El Cuerpo de Policía Nacional, uniformado, tiene la misión, establecida por la citada ley, de "defender el ordenamiento constitucional, proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana". En 1986 entra en vigor la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad" con reconocimiento de los Cuerpos estatales de la Policía Nacional y la Guardia Civil dependientes del Gobierno de la Nación a quienes se asignan "la misión de proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana". Este servicio permanente a la sociedad, cuyo ordenamiento democrático defiende, sigue además las líneas de actuación consagradas por el Consejo de Europa y la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Desde1986, hasta nuestros días, la Policía Nacional ha experimentado un profundo proceso de transformación que la ha convertido, por un lado, en un referente de la seguridad pública tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, y en una de las instituciones mejor valoradas por la sociedad. El compromiso de la Policía Nacional con la seguridad ciudadana se compagina con una respuesta eficaz a las grandes amenazas de naturaleza global al modelo de convivencia democrática. Por ello, figura entre sus objetivos estratégicos la lucha contra el crimen organizado, el terrorismo, el abuso de los más vulnerables, la ciberdelincuencia y la trata de seres humanos.
Uniformes de policía históricos. Exposición 200 años de la Policía NacionalAVILA SEGURA. Adentrados en el ejemplo de Ávila, como ciudad y población donde ejerció su oficio la Policía Nacional (denominación actual) más cercana agrupada en la correspondiente Comisaría, en la cual residenciamos los valores preconizados de este cuerpo de seguridad ciudadana, nos detenemos en aspectos tan sugerentes que nos hablan de la relación de Ávila con guardias y soldados, cuarteles, academias de formación e instrucción, sedes y emplazamientos, ecos de sociedad en la prensa local y anécdotas policiales.
Aunque aparentemente Ávila pudiera verse como un apéndice de la capital del reino, centro experimental de la organización de los llamados cuerpos de seguridad, también podría decirse que, históricamente, Ávila, por su propia configuración urbana, siempre ha gozado de especiales condiciones de inexpugnabilidad que garantizaba la protección de sus habitantes y la de su caserío cercado por una formidable muralla medieval.
En su entrada principal estaba el alcázar, que fue guarnición y campamento militar, a cargo del Alcaide del Alcázar. La muralla cierra también el ábside de la catedral con un cimorro que refuerza el carácter castrense de la impresionante fortaleza que es la ciudad. Hasta el siglo XVIII, dichas defensas son protecciones que funcionan respecto a posibles ataques del exterior, a la vez que el Alcaide y el concejo ejercían funciones para garantizar la convivencia ciudadana.
Foto de familia del acto de entrega de la Medalla de Oro de la ciudad de Ávila a la Comisaría de Policía el 26.03.2025 - Foto: Gonzalo González de VegaSin embargo, es en el siglo XIX, una vez liberada la ciudad de la ocupación francesa, cuando se cree necesario proteger y garantizar la seguridad de los vecinos y de sus bienes de una forma distinta, casi de sí mismos, es decir de los ataques y crímenes que pudieran producirse entre los propios convecinos poniendo en riesgo la convivencia ciudadana. A tal fin, es preciso contar entonces con una institución que vele por la seguridad, el bienestar, la felicidad, el beneficio, el civismo, la libertad y el orden público de todos.
Será pues en este contexto, en el que Fernando VII promulga la Real Cédula por la que se crea la Policía General del Reino, antecedente histórico del cuerpo policial que hoy conocemos como Policía Nacional, el único con dimensión nacional que ha dado paso a una policía moderna amparada por la Constitución y que en Ávila hoy se residencia el espacio que identificamos como la Comisaría de Policía del Paseo de san Roque.
Una excepción al desenvolvimiento normal de la convivencia ciudadana querida por todos y tutelada, de alguna forma, por la policía, según los principios generales constitucionales de un estado de derecho vigentes en cada etapa de nuestra historia, fue el peligro que se adivinaba en tiempos decimonónicos por posibles ataques del ejército carlista, lo que obligó a proyectar el refuerzo de las puertas de la muralla en 1837. Lo mismo que otro paréntesis en la cotidianidad vecinal se produjo durante la guerra civil de 1936-1939.
Hechas las salvedades anteriores, y con independencia de los sistemas y regímenes políticos de cada momento, los cuales impregnaron la organización policial según el ideario de justicia que imperaba entonces en el tratamiento de las relaciones sociales y ciudadanas, lo cierto es que el cuerpo de policía que hoy conmemoramos por sus doscientos años de historia tiene claros los fines que le dan su razón de ser.
Históricamente, han coincidido en Ávila, igual que ocurría en todas las capitales, una proliferación de cuerpos y asentamientos policiales y militares de diversa naturaleza y funciones, cuya presencia en el paisaje urbano de la ciudad se recuerda en las arquitecturas de los espacios que ocuparon, en el rastro de las noticias de sucesos de sus intervenciones, en las relaciones sociales y familiares que dejaron su huella entre la población, etc.
Así, aparte de su correspondiente regulación y de las funciones que tenían atribuidas, la seguridad vecinal y el orden público se transmitía por la mera existencia de cuerpos militares y policiales perfectamente integrados en la ciudad. Entre ellos citamos la Policía urbana, antecedente de la Policía local, dependiente del Ayuntamiento; la Policía gubernativa, dependiente del Gobierno civil; la Guardia civil que actuaba en el medio rural; el Gobierno militar y la Comisaría de guerra, dependiente del ministerio del ramo; el cuartel ubicado en el Alcázar, donde alojan esporádicamente batallones del ejército; la Academia de Administración Militar, luego de Intendencia, también dependiente de ministerio del ramo; los somatenes o milicias ciudadanas surgidos para la velar por la seguridad de los vecinos; la prisión provincial con sus guardianes vigilantes y custodios; y actualmente la Escuela Nacional de Policía, centro de formación de futuros policías.
No es que hubiera una población policial o militarizada demasiado numerosa, sino que en su conjunto contribuían a dar esa imagen de seguridad que históricamente ya presentaba el recinto amurallado.
Deteniéndonos en la policía gubernativa de entonces, la cual ejercía funciones de vigilancia, investigación, seguridad y policía judicial, sabemos que es el cuerpo que dio origen a nuestra policía nacional, la cual se asienta hoy en la Comisaría de Ávila, siendo en ella donde residenciamos este homenaje. Sin olvidar la contribución también han venido y vienen haciendo la Policía Local en el ámbito urbano y la Guardia Civil en el ámbito rural.
SEDES EN ÁVILA. Uno de los aspectos más ilustrativos de la presencia de la Policía Nacional (denominación actual) en Ávila lo encontramos cuando identificamos las distintas sedes y localizaciones y emplazamientos que tuvo dentro de la ciudad, cuyas edificaciones y arquitecturas como parte de los distintos gobiernos civiles son un extraordinario referente del que también forman parte.
La primera sede del Gobierno Civil y de la Comisaría de Policía estuvo emplazada en la antigua calle de los Cepedas, apellido de los padres de Santa Teresa, antes llamada calle de Pedro Dávila y, actualmente, denominada calle de Madre Soledad, en honor a la fundadora de la congregación "Siervas de María ministras de los Enfermos" que ocupaba el palacio de los Almarza situado frente a las llamadas Casas del Estado. Formaba parte de una manzana donde también estaba la Delegación de Hacienda que luego se reedificó (DAV, 21/0/1904). La comisaría se hallaba adosada a la muralla con un jardín donde en 1904 se había ubicado un verraco, el cual sigue ahí y que antes estaba en la Plazuela de Santo Domingo, espacio que se había ocupado y anexionado a la Academia de Administración Militar (DAV, 8/11/1904).
En 1905, las dependencias policiales y del gobierno civil se encontraban en estado ruinoso, y pecaban de falta de seguridad, tanto que incluso sufrieron varios robos, algo surrealista (DAV, 13/08/1901 y 17/07/1904). Fue por ello, que se produjo el traslado como inquilinos al palacio de Superunda, actual Museo Caprotti (DAV, 30/03/1905).
Posteriormente, en 1911, el Gobierno Civil y las dependencias policiales se instalaron en el Palacio de Los Serrano, donde permaneció hasta la década de los cuarenta del pasado siglo, momento en que se produjo el traslado a la sede actual que ocupa la Subdelegación del Gobierno. En 1996 se inauguró la actual sede de la Comisaría en el Paseo de San Roque, donde permanece hasta la fecha.
CRÓNICA SOCIAL. Aparte de la presencia de la Policía Nacional en Ávila, relacionada con los aspectos cartográficos de las distintas sedes que ocupó, cabe destacar su integración en la sociedad abulense atendiendo a los valores y principios que han quedado referidos con carácter general.
De modo particular, la presencia de la Policía en la sociedad abulense, como institución de la que forma parte, siempre se recuerda, antes y ahora, atendiendo a los vecinos, tanto presencial como telefónicamente; prestando auxilio ante situaciones de emergencia o catástrofes; gestionando expediciones de DNI y pasaportes, por ejemplo; garantizando la seguridad de los distintos eventos (deportivos, religiosos, festivos, musicales, taurinos, etc.), así como concentraciones y manifestaciones de todo tipo, que tienen lugar en la ciudad. Todo ello, entre otras muchas actuaciones en las que interviene.
De otro lado, la Comisaría, como centro que aglutina, concentra y residencia el correcto funcionamiento de la Policía, es también el referente de numerosos hogares y familias abulenses, cuyas vidas no se entenderían sin su pertenencia al cuerpo policial.
Además, la convivencia e integración de la Policía en la propia ciudad a través de su Comisaría se observa en las habituales relaciones de vecindad, y en la participación en actividades benéficas y sociales, entre otras, con independencia de hacerlo representando a la ciudad en actos protocolarios.
Contrastando entonces, a título y modo anecdótico, algunas experiencia y crónicas de sucesos, y algunos ecos de sociedad que resultan curiosos, podemos darnos una idea de cómo era la convivencia en la sociedad abulense, aparte de la relevancia de las intervenciones policiales que forman parte de la crónica judicial de abulense.
Los cambios sucesivos, nombramientos y ceses de gobernadores y jefes de la policía solían ser notica habitual entre la población, igual que los acontecimientos familiares que les afectaban. De ello concluimos la existencia de una verdadera integración social de los policías y su acercamiento vecinal.
Así, fue noticia la toma de posesión del inspector Pedro Ibáñez Carrillo en sustitución de Manuel Calderón declarado cesante (DAV, 14/04/1899), lo mismo que el inminente nombramiento del gobernador Lequerica, el cual era preferido de Sagasta para garantizar su protección durante el veraneo abulense en los años del final y cambio de siglo XIX al XX. De igual manera, se anunció el nombramiento de inspector segundo Eustasi Barez, quien era secretario del ayuntamiento de Cuevas del Valle; o el traslado a Santander del segundo inspector Pedro Ibáñez (DAV, 17/01/1901).
De la misma manera, la familiaridad de los responsables policiales se nota, por ejemplo, en la demostración pública de condolencias por la muerte de la hija del inspector Calderón (DAV, 1/02/1899), o por el fallecimiento del hijo del jefe de policía Gerardo Díaz Sánchez Albornoz (DAV, 13/06/1906). Incluso fue noticiosa la llegada de un pariente del inspector de Policía D Camilo Gavilanes para ver a una hermana que tenía en las Reparadoras (DAV, 13/07/1927).
ANÉCDOTAS POLICIALES. Algunas de las actuaciones policiales que pueden leerse en la prensa local, las cuales reseñamos a título de ejemplo, nos dan idea de su ingente actividad y a la vez nos demuestran lo poco que ha cambiado el comportamiento humano transgresor. Escándalo público, robos, timos, asesinatos, prostitución, etc. son algunos de los delitos motivo de persecución. También el auxilio de enfermos y de accidentados, sin olvidar el cuidado del orden público y actividades de investigación, vigilancia, seguridad y asalto, como se decía.
Como puede fácilmente comprobarse, la Policía Nacional perseguidora de delitos y auxiliadora de jueces, igual ocurre la Policía Local en otros ámbitos, siempre ha estado presente en la vida cotidiana de la sociedad abulense. Ahora, como simple curiosidad, reseñamos anécdotas de actuaciones policiales que nos dan pistas del arduo trabajo que debe desarrollarse a partir de cualquiera de ellas.
Veamos algunos casos del primer tercio del siglo XX que fueron noticia en la prensa local. El inspector Sr. Calderón cierra una casa en la Toledana por orden del Gobernador por los escándalos en la misma (DAV, 3/01/1899). También fue noticia la agresión que sufrió el inspector Ladislao Fernández producida por un preso que se escapó de la prevención y se encontraba en el café de "La Amistad" o de "Pepillo" (DAV 14/02/1899). Lo mismo que se da cuenta de la detención llevada a cabo en la estación de trenes por un inspector segundo de vigilancia de un huésped del Hotel Inglés que resultó ser un carterista y timador, el cual había sido reconocido por un acompañante del séquito del que fuera Presiente de Gobierno Sagasta. El detenido fue entregado a la policía madrileña (DAV, 21/09/1899).
La persecución a carteristas que pululan en el tren de la línea del Norte Medina-Madrid es una actividad frecuente, lo mismo que otras investigaciones por robo, como uno que ocurrió en la calle Reyes Católicos (DAV, 18.07.1928), calle en la que se anunciaba la Academia Politécnica preparatoria para el ingreso en el cuerpo de Policía para el que se habían convocado 600 plazas (DAV, 14/05/1920).
En las tareas de auxilio a la población, el inspector Manuel González y el vigilante Navarro de la policía de vigilancia atendieron a una mujer enferma que fue trasladada al hospital provincial (DAV, 17/01/1901), igual que lo hizo la policía a un obrero accidentado en la vía del ferrocarril (DAV, 21/07/1921)
En otra ocasión, la policía expulsó de la capital a un mendigo que imploraba a los transeúntes con el pretexto de un brazo imposibilitado que le impedía trabajar. La policía había averiguado que vivía con otra mujer mendicante, tenía un revólver, fingía ser manco y se quemaba el brazo con agua fuerte para aparentarlo (DAV, 28/06/1903).
De nuevo, la Policía resolvió el caso de un asesinato que tuvo lugar en la casilla de consumos situada en la callejuela del Vao, cerca de San Nicolás, siendo detenido el criminal de dar muerte a Cesáreo Albornoz, de profesión albardero, casado con siete hijos cuya mujer estaba en cinta (DAV 17/10/1904). También intervino en la estación de trenes frente a huéspedes que se iban sin pagar, igual que los hizo ante el escándalo de la casa de lenocinio de las Vacas, que dada su magnitud fue necesaria la intervención de la guardia civil (DAV, 21/11/1904). Por su parte, el inspector Manuel González tuvo que salir al paso y desmentir el rumor que circulaba en la ciudad sobre el robo de niños que resultó falso (DAV, 31/05/1917).
En temas de orden público, la intervención policial se cuenta también en numerosas actuaciones sobre manifestaciones y reivindicaciones obreras, estudiantiles, políticas, etc. con resultados desiguales según las coyunturas históricas de cada momento. Como ejemplo citamos la buena disposición policial ante una manifestación de unas doscientas mujeres frente al Gobierno civil protestando contra la pretendida elevación del precio del pan.
El gobernador, Sr. Mazzantini, antiguo matador de toros, dijo a los manifestantes «que mientras él ejerza el mando de la provincia no consentirá que el precio del pan aumente, porque en un pueblo agrícola como éste no debe venderse el kilo de pan a precio más alto de sesenta céntimos. También les prometió rebajar, para breve, la tasa del aceite y del tocino. Las manifestantes vitorearon al gobernador, y salieron muy complacidas de la visita» ("El Sol", 3/04/1920).
Sin embargo, las protestas por el precio del pan continuaron, igual que en media España, contra los harineros y labradores que trafican con el hambre nacional, y la prensa tituló "El problema del pan. En Ávila es grave la situación. El pueblo asalta el ayuntamiento y apedrea los comercios" ("El Sol", 16/05/1920), así que por orden de Mazzantini la policía tuvo que intervenir para evitar también el acoso que sufría la fábrica del harinero D. José San Román, acordando ese día la no subida del pan en reunión con el alcalde y los concejales ("El País", 16/05/1920; "El Diario de Ávila", 17/05/1920; y "ABC", 18.05.1920). No obstante, y a pesar de los esfuerzos de Mazzantini, ganaron la batalla los industriales y propietarios de las harineras (Flores y Abejas, 30.05.1920) y la historia que se producía periódicamente desde finales del siglo XIX, vuelve a repetirse durante la II República, tanto por el precio del pan como por la falta de trabajo.
Para terminar, y sabiendo que la historia de la Policía sigue viva y en continua evolución, reiteramos, como ha quedado dicho, que, en general, y también desde la Comisaría de Ávila, «el compromiso de la Policía Nacional por la seguridad ciudadana se compagina con una respuesta eficaz a las grandes amenazas de naturaleza global al modelo de convivencia democrática. Por ello, figura entre sus objetivos estratégicos la lucha contra el crimen organizado, el terrorismo, el abuso de los más vulnerables, la ciberdelincuencia y la trata de seres humanos. En la actualidad, la actividad policial se apoya en una serie de pilares: la formación de sus miembros, la especialización de sus unidades, la cooperación en todos los órdenes y niveles, la igualdad de oportunidades entre los y las policías, y la modernización del servicio público que presta a través de la transformación digital».