El Observatorio Social de la Fundación Kerbest organizó el foro 'Transmisión del conocimiento en el mundo rural' como una manera de seguir dando relevancia a la vida en los pueblos, la preservación de su legado y la importancia del desarrollo sostenible. Para ello La 8 de Ávila reunió a Alberto Pascual, presidente de la Fundación Kerbest; Enrique Cabero, presidente del Consejo Económico y Social de Castilla y León, y Carlos García, presidente de la Diputación de Ávila.
Este foro se centra en la transmisión del conocimiento, imprescindible para el desarrollo rural, pero en los últimos años parece haberse dejado de lado este medio ¿Por qué?
Alberto Pascual: La transmisión de ese conocimiento es básico para cualquier evolución. Pero también venimos del entorno rural, es nuestro origen, y por eso es tan importante mantenerlo. Venimos de una evolución exponencial muy rápida, social, que poco a poco también nos va llevando hacia comodidades, hacia algo nuevo que nos atrae y en muchas ocasiones no somos conscientes de la responsabilidad que tenemos con nuestros orígenes, que es nuestro entorno rural, y que no podemos reinventar a nuestro antojo porque es la base de toda esta estructura social y de evolución de las ciudades. Y por eso queremos poner el punto de atención en ese entorno rural del que somos conscientes de su importancia y, lógicamente, donde también desarrollamos gran parte de nuestra actividad.
¿De qué hablamos cuando nos referimos al Observatorio Social nacido en esta fundación y cuáles son los objetivos?
El observatorio surge en el Plan Estratégico de Kerbest. Nosotros desarrollamos toda nuestra actividad en ese entorno y si pretendemos crecer es necesario ver las necesidades con las que nos encontramos cuando nos implantamos en los pueblos. Cuando nos ponemos a investigar y a pensar un poco identificamos los retos a los que nos enfrentamos. Uno es el medioambiental pero otro es el reto social, el reto de la despoblación, el reto del talento, el reto de generar esa actividad que tiene que haber en un entorno para que todas las actividades económicas también sigan creciendo. Seguimos implantándonos en el medio rural y no podemos permitirnos que ese entorno decrezca porque, si no, tampoco nuestras instalaciones y centros de producción serían viables en el tiempo.
Se pretende analizar cuál es la situación que nos rodea, cuáles son las necesidades de ese entorno. Nosotros solos no vamos a poder cambiar nada, pero con todos los actores que tenemos a nuestro alrededor, sí que podemos generar un motor de cambio para que ese desarrollo socioeconómico sea una realidad en todo nuestro entorno.
Todo eso con la filosofía como vehículo motor del desarrollo rural, presente en la conferencia inaugural a cargo de Enrique Cabero.
Enrique Cabero: Estamos en el momento del renacimiento rural. El siglo XX se puede caracterizar como el siglo en el que se ha ensalzado lo urbano en detrimento de la vida rural. Pero en el siglo XXI nos hemos dado cuenta de que se ha exagerado y que se han cometido errores e injusticias. En un momento dado se empezó a requerir un mayor número de trabajadores en el ámbito industrial y parecía que había que captar población. Y eso se hizo a costa de señalar que lo rural no tenía futuro, que las personas jóvenes debían abandonarlo, que ahí no se podía ser libre ni conseguir nuevos ingresos, nuevas posibilidades de ocio, de crecimiento personal, de formación, de cultura. Incluso se ridiculizaba a quienes se quedaban en los pueblos. Nos hemos dado cuenta de que aquello fue un error y desde una perspectiva contemporánea se da este renacimiento rural. Los valores de la vida rural, la actividad económica que se puede desarrollar y debe ser rentable, las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y las comunicaciones hacen que se empiece a hablar de neoruralismo, de una nueva vida rural, de una nueva forma de afrontar nuestra vida cotidiana, teniendo en cuenta los valores de la naturaleza, de la convivencia, de la tranquilidad, incluso valorando todos los principios de la sostenibilidad . Y ahí tenemos una gran oportunidad. Eso es lo que tenemos que subrayar, lo rural está de moda, genera actividad económica, empleo para todas las edades, permite atraer y retener talento, dar nueva formación y posibilidades.
Humanismo y ética son dos conceptos abordados en su charla. ¿No son extemporáneos en este mundo actual?
Enrique Cabero: Nunca lo serán. La vida rural ya se idealizó incluso en el Renacimiento. Parece que luego con lo industrial, el progreso técnico, el desarrollo del maquinismo, lo olvidó. Se puede ver en la publicidad cuando se decía que algo era de fabricación industrial y la gente creía que era mucho mejor. Ahora en la publicidad vemos que se han recuperado esos valores humanistas y se dice que es un producto auténtico, artesano, bien cuidado, de nuestros pueblos donde hay una gran calidad agroalimentaria. Nunca antes hay tanto nivel de desarrollo en el ámbito rural y tantas oportunidades de integrar plenamente lo rural y lo urbano como ahora.
Si tuviera que definir en una sola frase el término sostenibilidad, ¿cuál sería?
La sostenibilidad es lo que hace que podamos vivir, ni más ni menos. Algo que no es sostenible no puede funcionar. Por tanto, si queremos calidad de vida, queremos progreso, queremos un proceso, un producto, una forma de trabajar y de vivir que podamos mantener en el tiempo para nosotros mismos, para nuestras familias, para nuestros amigos, para nuestros hijos e hijas, la sostenibilidad es lo que lo garantiza desde el punto de vista personal la vida y desde el punto de vista empresarial y del empleo es lo que garantiza la rentabilidad y el mantenimiento de una empresa, porque la empresa que no es sostenible deja de ser rentable y desaparece.
Me gustaría que el presidente de la Diputación Provincial nos dijera si considera usted que esta provincia es sostenible.
Carlos García: Todo aquello que no se comunica no existe. Todo aquello que no se dignifica, carece de motivación. Todo aquello que se desconoce, difícilmente se puede mantener en un presente y defenderse de cara al futuro. Las instituciones no solamente estamos para generar esa riqueza y esas oportunidades para que autónomos, pequeñas y medianas empresas quieran desarrollarse. Ávila es una provincia que tiene muchos potenciales, desde el ámbito cultural, patrimonial o gastronómico, pero lo más importante es su gente, su cultura, sus raíces, el orgullo de pertenencia. Si entre las instituciones y la parte privada hay una sinergia todo es sostenible. Ávila está ubicada céntricamente. Ávila carece de infraestructuras importantes, pero creo que los abulenses siempre nos hemos caracterizado por la reivindicación y por la unión. De poco sirve reclamar obras cuando apenas tenemos profesionales para poderlas desarrollar. Vamos a partir de esa transferencia de conocimiento necesaria, ese talento, esa retención es importante que se materialice y aproxime al terreno. Desde la institución provincial y el Centro de Transferencia del Conocimiento son ya cerca de 60 empresas a las cuales se les ha subvencionado proyectos de innovación, de desarrollo, para retener ese personal de alto valor y desarrollar esos proyectos.
Y ahí está la Diputación, entiendo, apoyando proyectos como el de Fundación Kerbest.
Siempre lo hemos estado. La Diputación Provincial siempre ha creído en su gente y todos y cada uno de sus recursos han estado a disposición. Tenemos sectores prioritarios en la economía abulense como el agroalimentario. Es un sector que no se deslocaliza fácilmente, que siempre tiene a un agente económico y social al frente de una empresa como es una mujer en el medio rural, que es un actor clave para fijar población. Y son pequeñas inversiones. El 90% de la industria alimentaria se sitúa en los municipios de la provincia de Ávila pero también tenemos empresas que son capaces de diseñar y exportar paneles fotovoltaicos a gran parte de todo el mundo.
Desde la Diputación Provincial estamos intentando trabajar de manera conjunta, de manera cercana y, sobre todo, aportando recursos.