Nuestra protagonista de hoy ha pasado cientos, miles de veces, podríamos decir, por el espectacular claustro porticado del Hotel Los Velada. Y en muchas de esas ocasiones, se ha parado a contemplar las exposiciones de pintura o fotografía que enriquecen aún más la belleza de este precioso rincón de Ávila. Y ahora, es ella, la directora del hotel, la protagonista de la muestra que allí se exhibe durante todo el mes de diciembre.
Se trata de una exposición de 20 cuadros súper coloridos y muy personales: el fruto de una afición, nos cuenta, que retomó con fuerza durante la pandemia y que le lleva a captar con sus óleos la serena mirada de una mujer africana o la picardía de una niña que reta al espectador.
Nos cuenta Oliva que nunca pensó en exponer sus cuadros. Y mucho menos en venderlos. Ella, prosigue, pintaba para regalar a sus amigos y familiares, para tenerlos en casa... Pero ha sido precisamente la insistencia de esos amigos y familiares, así como la de sus compañeros de trabajo, la que ha logrado que venza ese pudor y se lance a compartir con abulenses y turistas su arte.
«Y la verdad es que estoy súper contenta de haberlo hecho», reconoce la directora del emblemático e histórico hotel abulense, que sonríe cuando comenta que, incluso, ha vendido ya unos cuantos.
¿Cómo definiría su estilo?, le preguntamos. «Pues la mayor parte de lo que hago son retratos, pero no son ni realistas ni abstractos», comienza su reflexión. «Son como yo los veo, con un rollo muy decorativo», prosigue hablando de una obra que, asegura, es el resultado de un «disfrute».
Asegura Oliva que si bien sus modelos son personas de carne y hueso (hijos de amigos, familiares...) otras muchas la inspiración le llega a partir de una fotografía. Todo vale cuando de lo que se trata es de coger los pinceles y de relajarse llenando de color el lienzo. «La verdad es que lo hago como terapia», comparte con los lectores de Diario de Ávila.
Preguntamos a Oliva si ha bajado al claustro a observar las reacciones de los visitantes a la muestra. «La verdad es que no me he parado a ello», nos dice con pudor. Pero sí que sabe que no son pocos los que aprovechan su paso por el claustro (decorado, por cierto, con preciosas luces y un árbol navideño) para mirar a los ojos a los protagonistas de sus cuadros.